La transición de Alfredo Cornejo desde la primera gestión
Para entender el presente hay que revisar el pasado: cuando Cornejo pasó por el Senado de la Nación luego de ser gobernador y diputado nacional -fue vicepresidente tercero de la Cámara de Diputados- parecía que por su condición de ex mandatario tenía la “carga pública” de liderar el bloque y las acciones políticas de Juntos por el Cambio. Eso no ocurrió, la “rosca” radical comandada por Martín Lousteau y los radicales clásicos lo dejó a un costado, aunque fue presidente del Interbloque de Juntos por el Cambio. El peronismo y el polo opositor que comenzaba a armarse alrededor de Omar De Marhi tomaron coraje, hasta que las elecciones provinciales de 2023 volvieron a acomodar el mapa, con capital centrípeta en la alianza gobernante de Cambia Mendoza. Un frente formado ahora casi exclusivamente por la UCR y algunos partidos menores, incluso testimoniales.
El año pasado, primero de la gestión de Javier Milei en la presidencia, fue muy duro para Cornejo pero también para los intendentes, fueren del oficialismo o de la oposición. La caída en la recaudación provincial y nacional, la baja en el consumo, el ajuste de la economía, la trepada inicial de la pobreza a más del 50 %, el parate total de la obra pública, la devaluación inicial y la incertidumbre transformaron las gestiones locales en un tembladeral. Y la frase "fin de ciclo" comenzó a oírse no sólo desde la oposición, sino desde sectores del radicalismo. Nadie olvida, por caso, que el ministro de Defensa de la Nación Luis Petri hizo una gran elección dentro de Cambia Mendoza, peleando la candidatura a gobernador con el propio Cornejo. El jueves, después de una charla en la Universidad Champagnat, Petri descartó pasarse a LLA y ratificó su pertenencia radical.
El escenario volvió a cambiar desde fines del año pasado con el repunte de las exportaciones y una leve suba del empleo. El oficialismo se acomodó con un norte arriesgado: el desarrollo minero en el Distrito Minero Occidental Malargüe y ya bien entrado este año, el reinicio del proyecto San Jorge, ahora en una dimensión más reducida en Uspallata. Todas estas iniciativas mineras declararon cumplir la ley 7.722. Así es que a llorar al campito.
La promesa de un futuro mejor que este presente económico módico despertó a Cambia Mendoza del letargo rutinario en que había caído. Ahora hay un rumbo. La imagen del gobernador Cornejo señalando el futuro ante una Asamblea Legislativa sorprendida no pudo ser más gráfica. El truco de la piedra de cobre y la botella de vino fue muy efectivo. Hasta el presidente Milei le preguntó a la vicegobernadora Hebe Casado, ahora libertaria full time, por ese pase de magia. Cuando la mina San Jorge funcione en un par de años, aportará a la economía de Mendoza el equivalente al 25 % de las exportaciones de la provincia, medidas a 2024.
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El gobernador radical Alfredo Cornejo hace la gran "cobre y vino" en la asamblea, ante la sonrisa cómplice de Hebe Casado.
No hay un fin de ciclo, como el que anunció la senadora peronista Anabel Fernández Sagasti en nuestro programa “No Tenés Cara” que se emite por Radio Nihuil. Ese es un mal diagnóstico que podría llevar al peronismo a cometer otro error histórico, y a dividirse, salvo que Emir Félix logre administrar el conflicto y evite la diáspora de La Cámpora, algo que haría más por necesidad de unir al peronismo que por convencimiento. El PJ viene errando parejo. Les acaba de pasar en 2023, cuando una porción de dirigentes apoyó a De Marchi con votos y estructura. Lo volvió a denunciar Lucas Ilardo la semana pasada en “Primeras Voces”.
Claro, todo concluye al fin. Ya lo dijo el rock nacional. Ningún oficialismo es eterno ni debe serlo. Y Alfredo Cornejo no tiene reelección. Tampoco hay plan visible de reforma constitucional. Apenas, habladurías de pasillo. Sería un error grueso ir por una reforma ahora, porque la institucionalidad mendocina es un intangible valioso.
Lo que va a ocurrir en Cambia Mendoza será una renovación del ciclo, pero conducida por el propio Cornejo. Tiene con qué, con un gabinete de figuras jóvenes -Natalio Mema, Mercedes Rus, Víctor Fayad, Jimena Latorre, Rodolfo Montero, Tadeo García Zalazar, por mencionar a algunos- e intendentes que también son -en su mayoría- de la generación política posterior a la de Cornejo.
La mirada de los encuestadores
Uno de los encuestadores que suele trabajar en esta provincia tanto para el oficialismo de Cambia Mendoza como para la oposición peronista complementa este escenario. “Enfrente de Cornejo y de Milei, no hay absolutamente nada”. Y dice que aunque es probable que el presidente sufra alguna fuga en los próximos seis meses hasta las elecciones, su "piso" sería el 42% que obtuvo en Mendoza en la primera vuelta de 2023. Esta fue una de las provincias en las que ganó el presidente libertario en todas las instancias que hubo.
La consultora Martha Reale suele medir para el oficialismo. Y aporta algunas certezas. Para ella, aunque Cornejo tiene la erosión lógica de un oficialismo que lleva diez años gobernando Mendoza, sigue siendo “el dirigente mejor evaluado” de la provincia, y con una considerable distancia -por caso- sobre referentes que bien podrían sucederle en la gobernación, como Luis Petri o el intendente de Capital, Ulpiano “Yayo” Suárez. Si las elecciones fuesen hoy, incluso Petri -que no es del "riñón"- debería contar con el apoyo del gobernador para coronar una elección exitosa.
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Luis Petri, ministro de Defensa de la Nación, en una charla en la Universidad Champagnat.
Cambia Mendoza -pese al tiempo transcurrido- es aún una marca fuerte y competitiva que trascendió a Cambiemos y a Juntos por el Cambio, También a la hora de evaluar necesidades principalísimas. El gobierno lo tiene medido: La inseguridad está en el tope de las preocupaciones ciudadanas. Pero cuando le preguntan a la gente si en su barrio hay más inseguridad que antes, las respuestas tienden a una leve baja.
¿Esta renovación del ciclo es todo mérito de Cambia Mendoza? No, eso está claro. La estabilización de la moneda nacional, la baja de la inflación, el orden en la economía, favorecen el rumbo de orden y progreso. Y por otro lado, la oposición enfrenta problemas graves. El peronismo debe resolver una interna muy complicada. Hoy, es difícil apostar a una solución pacífica de las diferencias entre los intendentes y La Cámpora.
Sería peor la situación del anticornejismo cerril que se había nucleado alrededor de Omar De Marchi. Hay que reconocerle al lujanino que de la nada misma armó una oposición competitiva, pero que se agotó en el Todo Mal, y en la selección de malos socios. En La Unión Mendocina se agruparon ex socios de Cambia Mendoza despechados, patrullas libertarias extremas, parte del PRO enojado con Cornejo, radicales con los pies fuera del plato, antimineros a contramano, y el orozquismo patibulario de Las Heras con su saga de corrupción. No podía terminar bien, aunque hicieron una gran elección con casi el 30 % de los votos, doblando al peronismo.
El frente de Difonso
Parte de aquella Unión Mendocina se reuniría ahora alrededor del sancarlino Jorge Difonso. El ex intendente y ahora legislador es frecuentemente medido en las encuestas que hace el Gobierno. Hay en el oficialismo quienes dicen que no mide lo suficiente siquiera en su departamento. Incomprobable. Pero en todo caso, hay que admirarle el optimismo. La semana pasada aparecieron grandes carteles de vía pública con la leyenda “Cornejo o Difonso”. Parecería que el diputado no aprendió de la historia reciente de la que formó parte: el anticornejismo puro no alcanza para ganar.
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El cartel "Difonso o Cornejo" en el Acceso Este, casi sobre el nudo vial.
Difonso es uno de los antimineros reconocidos. Pero va alternando posiciones de vez en cuando razonables con la radicalización del “No porque No”. Por eso ha quedado fuera de tiempo. Sinceramente, es muy difícil entender el “No” a proyectos mineros que cumplen la ley 7.722. Roza lo incomprensible, sobre todo cuando hay un gobierno que muestra el camino del desarrollo del cobre ante la mirada del mundo. Arrancar un frente político hoy oponiéndose a la minería es ir a contramano. También lo tienen medido los encuestadores: aunque persisten núcleos duros y negacionistas, sería mayoritario el apoyo a una minería sustentable, muy controlada, que se ajuste a la 7.722.
En las últimas elecciones hubo otra oposición. El Partido Verde reunió casi el 12 % de los votos. Habrá que ver qué rumbo toman, si se pliegan al frente anticornejista que empieza a formar Difonso, o si toman un camino propio. Uno de los debates que allí subyace es virar hacia la antiminería total, o aceptar la actividad pero exigiendo controles exhaustivos y valor agregado. En la discusión legislativa de la Declaración de Impacto Ambiental del PSJ Cobre Mendocino esas posiciones serán evidentes.
Desde 1983, ni peronistas ni radicales lograron más de tres gobiernos consecutivos. El PJ hilvanó tres gestiones con aquel exitoso “Equipo de los mendocinos” de Bordón-Gabrielli-Lafalla. La UCR repitió con Cambia Mendoza desde 2015 con los dos gobiernos de Cornejo, y el de Rodolfo Suarez entre 2019 y 2023. Pero el clima de época es exactamente al revés. En 1999 se agotó la trilogía peronista por falta de proyecto, llegó la Alianza y los radicales mendocinos lograron sobreponerse al desastre de 2001.
Ahora, lo que debería ser el epílogo de Cambia Mendoza se ha transformado en el prólogo de una provincia que no ha sido escrita, pero que promete prosperidad con el cobre, el cuidado del agua, y los buenos y conocidos vinos mendocinos. Así lo reflejó el influyente Financial Times la semana pasada. Una generosa publicación del medio económico internacional encontró a la delegación mendocina encabezada por Cornejo en Houston, promoviendo inversiones en petróleo, minería, y turismo.
La oposición, de momento, no ha mostrado un proyecto capaz de competir con la idea de progreso y prosperidad que en este flash forward de Mendoza muestra Cornejo, casi como salida excluyente para ampliar la matriz productiva.
Es por ahí. Por el camino del desarrollo. Lo demás, por ahora, es biri-biri.