Así nos criaron. Y no nos engañemos... Era “fácil” amar por igual a dos clubes porque jugaban ligas distintas, porque nunca jamás en la vida se iban a enfrentar entre sí y porque con uno nos sacábamos el gustito de ir siempre a la cancha y con el otro disfrutábamos de jugadores de más nivel y llorábamos por alguna final de Libertadores.
hincha de boca bebe
Más de un hincha de Godoy Cruz o de Independiente Rivadavia lució un body como éste cuando era bebé.
Pero la historia cambió. Y lo imposible no solo pasó a ser posible, sino que se volvió realidad: tu equipo “de acá” saltó a Primera y se te quemaron todos los papeles. El corazón se estrujó, enloqueció, perdió racionalidad –ya sé que no la tiene, pero vos me entendés- y todavía, a esta altura, a veces no sabe para dónde disparar ni qué sentir.
El hincha del Tomba que pisa los 40 sabe de qué le hablo. No todos, claro, pero sí aquel que creció siendo recontra tombino, pero también recontra del equipo “grande” y que, hace unos 20 años, ya grandecito, empezó a escuchar el “¿Y ahora quién querés que gane? ¿Y si juega Godoy Cruz contra tu otro equipo, por quién vas a hinchar?”.
Ese hincha tombino tuvo dos décadas para adaptarse, o para tomar una decisión que incline la balanza. Pero el hincha leproso al que su papá, su mamá o un tío le puso la camiseta de un “grande” apenas nació, todavía debe estar atravesando alguna especie de tironeo interno.
Hoy, eso que quizás te pasó a vos a los 20 o a los 40 no le pasa a los más chicos. Mirá qué atrevida es la vida que, muchas veces, va acomodando los tantos para romper con la inercia que por costumbre le fuimos marcando…
Hoy, con Godoy Cruz en Primera de manera ininterrumpida hace 17 años; e Independiente Rivadavia hace dos, ya queda poco lugar en el corazón para la contradicción entre dos amores que en algún momento pueden enfrentarse.
Hoy, los pibitos de 7 o las pibitas de 10 no tienen dudas. Las nuevas generaciones empezaron a jugar su propio partido y la doble camiseta que parecía una herencia inevitable comenzó a deshilacharse.
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Hinchas de Godoy Cruz nacidos en Primera.
Los tombinos de padres doble camiseta, que nacieron con Godoy Cruz en Primera, supieron mucho antes que sus padres eran del Tomba y solo del Tomba.
Nunca sufrieron ante la capciosa pregunta “¿Quién querés que gane?”; porque, aunque seguramente se pusieron la de Boca o la de River siendo chiquitos, cuando tomaron coraje, pidieron que no les regalen más camisetas de otro equipo que no sea el suyo.
Hoy, esos chicos ya son adolescentes grandotes y la tienen clarísima. Son los que masivamente, con hechos y convicción, se sumaron a la batalla cultural anti doblecamisetismo por la que solo algunos pocos levantaban bandera hace unas décadas.
Son del Tomba. Ni de River ni de Boca, ni de San Lorenzo, ni de Independiente ni de Racing. Del Tomba. Del Tomba de Primera y de las copas internacionales, del Tomba que volvió al Gambarte, del Tomba que le da jugadores a la Selección y del Tomba que se aferra a su categoría.
Hoy, los niños leprosos de padres doble camiseta también la tienen clara. Respiran aires de Primera, empiezan a entender y amar el fútbol viendo a su equipo en la A y ya no quieren ponerse la del equipo “grande” que les regalaron cuando eran bien chiquitos.
Son de la Lepra y solo de la Lepra. No les importa River, ni Boca ni ninguno de esos. Son de la Lepra que está en semis de la Copa Argentina, de la Lepra asentada en la máxima división, de la Lepra que se anima a soñar con alguna copa.
hinchas independiente rivadavia lepra
Pequeños hinchas de Independiente Rivadavia con identidad definida.
Y está bien. ¿Por qué los niños de hoy serían de un equipo de Buenos Aires cuando tienen a los suyos en Primera? ¿Qué tienen los de allá que no tengan los de acá?
Yo abrazo este cambio que nos obliga a educar hinchas con identidad mendocina. Abrazo el acostumbrarnos a ser de Primera. Y abrazo esa reconfortante sensación de estar criando a niños bien futboleros… aunque algunos papás de equipos “grandes” terminemos con el corazón hecho pedazos.