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Ángel Di María dedica, Banega ejerce de testigo. Cine.
Ángel Di María sabe que tiene que hacer lo que soñó en un cinco estrellas a 12 mil kilómetros de distancia para que tanta declaración tenga correlato en un video de YouTube que se va a reproducir hasta el hartazgo (sin importar los anuncios sin opción de omitir).
Cuando ya el reloj se devoró otro minuto, Ángel Di María infla ese globo que despega hacia la eternidad. Espínola vuela pero no hay destino de cielo. Una carta junta sus pedazos en algún hall de Río de Janeiro, mientras sicarios siguen perplejos frente a un Smart 70 mil pulgadas.
Ahora Ángel Di María y ese niño corren por el patio de casa mientras el ruido se vuelve ensordecedor. Ambos están sin remera pero sólo a uno se le notan las heridas.
La euforia amaga con iniciar el silencio, mientras sigue retumbando el ruido de las obturaciones. El partido es cuento y también es mito, hasta que por fin, Ángel Di María y ese niño se van, de la mano, rumbo a la eternidad. Víctimas del cielo.
La emoción de Ángel Di María
"Sufrí mucho hace un tiempo. Quería cumplir el sueño de estar en el Gigante cada semana" dijo el experimentado futbolista antes de agregar: "Muchos me putearon en su momento. Nadie supo lo que sufrió mi familia y yo. Esta victoria es para ellos y mi familia".