Además, la autoestima y la autopercepción juegan un papel fundamental al recibir amor. Alguien con baja autoestima puede sentir que no merece el afecto de los demás o experimentar ansiedad ante la cercanía emocional del otro. Este comportamiento también puede relacionarse con miedo al compromiso o temor a la vulnerabilidad, donde según la psicología, el rechazo actúa como una forma de protegerse del posible dolor emocional.
Lo mismo ocurre con la depresión, un factor que influye en este tipo de rechazos. Pues las personas que lo sufren experimentan el contacto físico como una invasión de su espacio personal, lo que les genera todavía más ansiedad. En estos casos el rechazo también se toma como un mecanismo de defensa.
Por lo general, la psicología advierte que el rechazo puede manifestarse de varias formas:
- Evasión física, es decir, evitar abrazos, besos o contacto cercano.
- Cuando hay evasión emocional hace que la persona minimice halagos, desestime cumplidos o ignore gestos de cariño.
- Bajo este punto la persona suele ponerse en el rol de la defensividad, responde con crítica, sarcasmo o indiferencia ante una situación en la que tenga que ver el efecto.
Cómo abordar el rechazo al afecto
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Este rechazo simplemente es una forma de protegerse de la vulnerabilidad que implica el contacto físico o la responsabilidad afectiva
Cuando esto ocurre, sobre todo con alguien de tu entorno o un ser querido, aceptar su repulsión no significa tomarlo personalmente pero sí con calma. En caso así, la psicología recomienda:
- Mantener con el otro límites claros y respetuosos.
- Fomentar la comunicación honesta y hablar sobre sus emociones y necesidades.
- Buscar apoyo profesional si el rechazo afecta la vida personal o la calidad de las relaciones.
Entender por qué una persona rechaza muestras de cariño permite generar relaciones más empáticas y saludables, y también reconocer que este comportamiento suele reflejar emociones internas complejas más que una falta de interés o amor.