Psicología del comportamiento

Qué significa si a una persona no le gusta dar ni recibir abrazos

Hay personas que son más propensas a dar o recibir abrazos, mientras que otras no. Si te sucede, te contamos qué significa este comportamiento

Un abrazo suele ser considerado un gesto universal de afecto y cariño. Sin embargo, hay personas que no sienten la necesidad de este tipo de contacto físico o incluso lo evitan activamente. ¿Qué significa no disfrutar de los abrazos? La psicología del comportamiento ofrece algunas respuestas.

Según la página de Psicología-Online, el abrazo es una forma directa de contacto físico mediante la cual las personas manifiestan distintas emociones y sentimientos como confianza y cercanía, pero cuando este es rechazado hay explicaciones concretas que van más allá de la simple timidez o frialdad.

Existen aproximadamente 10 tipos de abrazos, el protector, por los hombros, entre otros. ¿Pero, si este sentimiento de abrazar no nace? ¿Qué significa? ¿Cómo es la personalidad de esta persona? Quédate y te lo contamos.

No me gustan los abrazos ni el contacto físico: qué significa si te ocurre

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Cada persona tiene sus propias preferencias en cuanto al contacto físico, la aversión a los abrazos puede tener raíces más profundas

Cada persona tiene sus propias preferencias en cuanto al contacto físico, la aversión a los abrazos puede tener raíces más profundas

Para determinar que es lo que significa, primero debemos saber que nuestra tendencia a tener contacto físico, ya sea un abrazo, una palmada en la espalda o darnos la mano; suele ser producto de nuestras primeras experiencias durante la infancia. Basándonos en eso, puede significar:

Una necesidad de mantener distancia tanto física como emocional. Para muchas personas, el contacto físico representa una invasión a su espacio personal, especialmente si no tienen un vínculo de confianza profundo con quien ofrece el gesto.

Las experiencias tempranas y el apego en la infancia también influyen mucho. Quienes crecieron en entornos fríos, con escasa demostración afectiva, o incluso con experiencias traumáticas, pueden haber aprendido a asociar el contacto físico con incomodidad, ansiedad o vulnerabilidad. Esto se traduce en la adultez como una tendencia a evitar abrazos y otros gestos similares.

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Muchas personas que evitan el contacto físico pueden ser igual de cariñosas y empáticas que las demás, simplemente expresan su afecto de manera diferente. 

Muchas personas que evitan el contacto físico pueden ser igual de cariñosas y empáticas que las demás, simplemente expresan su afecto de manera diferente.

De hecho, según un estudio publicado en 2012 en Comprehensive Psychology las personas que son criadas por padres que suelen abrazarles tienen más posibilidades de dar abrazos siendo adultos.

En algunos casos, las personas que no disfrutan de los abrazos pueden presentar hipersensibilidad sensorial, es decir, una respuesta exagerada a estímulos táctiles. Esto ocurre frecuentemente en personas dentro del espectro autista o con trastornos relacionados con la integración sensorial, que experimentan el contacto físico como algo molesto o abrumador.

Desde el punto de vista conductual, quienes son más introvertidos también tienden a marcar límites físicos más estrictos. Prefieren demostraciones de afecto verbales o más sutiles, y sienten que un abrazo puede forzarlos a una conexión emocional para la que no están preparados en ese momento.

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