Juicio federal

Reconstruyeron las últimas horas con vida de Diego Aliaga: mujeres, comidas, drogas y nerviosismo

Este martes comenzaron a declarar los testigos en el debate que juzga a un clan familiar y un empleado por el secuestro y asesinato de Diego Aliaga, una de las causas más sensibles y oscuras de los últimos años en Mendoza

Con la declaración de tres mujeres comenzó la etapa de testimonios en el juicio que busca esclarecer el asesinato de Diego Aliaga (51), ocurrido en julio de 2020. Se logró reconstruir las últimas horas con vida del hombre, cuya muerte hizo temblar a la Justicia Federal ya que tiene una estrecha vinculación con la megacausa de las coimas que habría cobrado el juez federal Walter Bento.

Las últimas precisiones sobre el paradero de Diego Aliaga remontan al martes 28 de julio de 2020, cuando una cámara de seguridad lo filmó saliendo del barrio Palmares -donde vivía- en una camioneta de un vecino acompañado por una mujer. Ella declaró este martes y confirmó la versión de que el empresario se dirigía a una propiedad ubicada en Rodeo de la Cruz, donde estaban desarrollando un centro de día junto a su socio Diego Barrera -hoy, detenido como el homicida-.

Fuentes judiciales detallaron que la testigo dijo que Aliaga la invitó a esa reunión pero no pudo asistir, por lo que el hombre la dejó en medio del trayecto entre el barrio Palmares y ese lugar.

Respecto a la última noche que estuvieron juntos en el domicilio, explicó que pidieron pizza y sushi para comer y también fumaron marihuana. La mujer contó que a Diego Aliaga le costó dormir y se levantó varias veces durante la madrugada, aunque era algo habitual en él.

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En el mismo sentido declaró otra testigo que estuvo con el empresario entre el domingo y el lunes anterior a su desaparición. La mujer narró que Diego Aliaga solía confesarle detalles de su vida y le admitió que estaba intranquilo ya que sospechaba que su socio, Diego Barrera, no tenía la cantidad de dinero que decía tener.

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La jornada también contó con la declaración de Sol Barrera, la única integrante del clan familiar que no está vinculada al asesinato -sus padres y dos hermanos están siendo juzgados-. La joven no se refirió al hecho de sangre pero sí brindo detalles respecto al contexto familiar que se vivía por esos días.

Habló del emprendimiento que estaban realizando en la propiedad que alquilaron en calle Bandera de los Andes, donde ya habían realizado varias refacciones. También mencionó que su madre, Bibiana Sacolle, no tenía una buena relación con Diego Aliaga.

La joven se quebró al recordar lo que tuvo que vivir con 17 años al quedarse sola luego de que la Justicia ordenara la detención de toda su familia.

El debate federal continuará el 11 de abril con la declaración de dos imputados: los hermanos Lucas y Gastón Curi, según adelantaron fuentes vinculadas a la causa.

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Bibiana Sacolle y Diego Barrera, antes de ser detenidos.

Bibiana Sacolle y Diego Barrera, antes de ser detenidos.

El caso Aliaga

El 28 de julio de 2020, Diego Aliaga fue visto por última vez con vida. El hombre salió de su casa ubicada en el coqueto barrio Palmares a bordo de una camioneta de un vecino. Lo acompañaba una joven con la que había estado reunido horas antes. Paró en una estación de servicio y finalmente se dirigió hasta una propiedad ubicada en Rodeo de la Cruz. En ese lugar pensaba montar un emprendimiento junto su socio en otro negocios, Diego Barrera. Sin embargo, no volvió a ser visto con vida.

Horas después, el hermano de Diego Aliaga se presentó en una dependencia policial para denunciar la desaparición. En ese momento, recibió un supuesto llamado extorsivo donde le pidieron una suma de un millón de dólares para volver a verlo con vida. El caso despertó la alarma de las autoridades y comenzó a investigarse en la Justicia Federal como un secuestro extorsivo -delito de competencia federal-.

Las evidencias fueron cercando al socio de Diego Aliaga hasta el 4 de agosto siguiente cuando fue detenido junto a su pareja Bibiana Sacolle y los hijos de la mujer. Las comunicaciones telefónicas que mantuvo el clan familiar el día de la desaparición, sumado a las cámaras de seguridad que grabaron a Barrera entrando a la propiedad en Rodeo de la Cruz y luego ingresando al barrio Palmares en la camioneta que manejaba Diego Aliaga fueron claves para la pesquisa.

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El 10 de septiembre se encontró el cadáver de la víctima enterrado en un descampado ubicado en Costa de Araujo. Fue gracias a la declaración de Yamil Rosales, un hombre que era empleado de la empresa de transportes que tenía la familia de sospechosos. El hombre aportó datos claves para hallar los restos y además quedó comprometido por unas conversaciones que mantuvo con uno de los hermanos Curi, por lo que también fue detenido y procesado al día siguiente.

El 5 de octubre siguiente, Diego Barrera declaró por primera vez como acusado y confesó haber cometido el hecho de sangre. Descartó que se haya tratado de un secuestro sino que aportó la versión de que se peleó con Diego Aliaga por temas económicos y que "se me fue mano". También quiso desvincular al resto de los sospechoso. Poco y nada le creyó el fiscal Alcaraz ya que ese testimonio no cambió absolutamente nada en el expediente.

Si el caso ya de por sí era complejo, a mediados de 2021 sería todavía más sensible al quedar estrechamente vinculada con la megacausa que investiga el presunto cobro de coimas por parte de una banda que lideraría el juez federal Walter Bento. De hecho, Diego Barrera ha declarado varias veces en ese expediente y ha aportado detalles sobre la mecánica de los sobornos para liberar a presos. Para el fiscal Dante Vega, Diego Aliaga era la mano derecha del juez para gestionar los pagos.

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