La muerte sorpresiva y dolorosa de Kenya, la elefanta del Ecoparque de Mendoza, en el Santuario de Elefantes Brasil del Global Santuary for Elephants en Mato Grosso, activó miedos, alarmas y especulaciones. Por eso este jueves el propio Santuario dio un informe preliminar de la necropsia realizada el mismo día de la muerte del ejemplar, el martes.
De acuerdo a la información que la organización mandó primero al Gobierno de Mendoza y luego publicaron en sus redes, en los pulmones de quien fuera la última elefante hembra en cautiverio de la Argentina había señales claras de tuberculosis humana, además de otras patologías muy serias que la organización adjudicó al “cautiverio” que vivió prácticamente en sus 44 años de vida, los últimos 39 en esta provincia. Inesperadamente, el santuario también indicó que la elefanta Kenya no recibió en sus años en Mendoza, el trato sanitario y alimenticio adecuado.
La elefanta había sido trasladada desde Mendoza con suficiente documentación sanitaria, que no indicaba una tuberculosis en curso. Sin embargo, el informe preliminar del santuario dice que la enfermedad estaba muy avanzada, con granulomas en ambos pulmones. ¿Dónde se enfermó? Hay que esperar estudios más profundos. ¿Pudo ser exportada con tuberculosis? En el gobierno dicen que los análisis que se hacen no cubren todas las variantes posibles de la enfermedad. Mal dato.
Kenya había llegado a Brasil el 9 de julio de este año, luego de un trabajoso período de entrenamiento y un traslado de 3.600 kilómetros.
El santuario que albergó a las elefantas del Ecoparque mendocino Pocha y Guillermina en mayo de 2022 y a Kenya este año, sufrió en el curso de 2025 la muerte de dos ejemplares. Otros cuatro murieron antes.
El 10 de octubre murió Pupy -la elefanta del zoo porteño -y ahora fue Kenya, el martes. Antes, habían fallecido en 2024 la elefanta Lady, en octubre de 2022 fue la mendocina Pocha seis meses después de su arribo, en 2019 una elefanta muy adulta, Ramba, y en junio de 2019 falleció Guinda. Según el santuario, estas muertes no están conectadas. Tampoco las de Pupy y Kenya ocurridas este año con dos meses de diferencia.
En medio de estas muertes, murió de una falla multiorgánica otro elefante del Ecoparque mendocino, a punto de ser trasladado. Tamy, un macho de 55 años.
La muerte de Kenya disparó preocupaciones en el Gobierno de Mendoza. Por eso, la ministra de Energía y Ambiente, Jimena Latorre, y el director del Ecoparque, Ignacio Haudet, enviarán esta semana al director del Santuario Scott Blais una carta formal pidiendo el mayor detalle posible sobre la muerte de Kenya, y un informe sobre las condiciones sanitarias de Guillermina, la elefanta de 27 años trasladada en 2022 junto con Pocha. Este ejemplar se encontraría en buen estado.
La necropsia de Kenya
El miércoles a la tarde, en el Gobierno de Mendoza recibieron una comunicación del santuario, que luego postearon en sus redes, con los datos hallados en el cuerpo de Kenya, y las probables causas de su muerte.
En sus pulmones había huellas de tuberculosis, muy claras. Además, tenía el rastro de sus años de cautiverio, con lesiones óseas. Y una “mala dieta” recibida en sus años en el Zoo mendocino, según la información.
Textualmente, el Santuario dijo: “Su cuerpo presenta una imagen de manual del impacto del cautiverio. A través de las radiografías, se hizo evidente de inmediato que padecía una osteomielitis severa, con la ausencia de la última falange en la mayoría de sus dedos, además de la segunda falange en el dedo exterior de sus patas delanteras. El codo que le causaba molestias y mostraba signos graves de mal funcionamiento presentaba evidencias de degradación articular crónica con líquido sinovial anormal, que será analizado. Había nódulos, úlceras, un quiste grande y otros problemas que afectaban a diferentes órganos de su cavidad abdominal”.
Luego, explicaron lo más grave. “El problema más significativo estaba en sus pulmones, lo cual el patólogo declaró -y fue respaldado mediante fotografías compartidas con un veterinario de grandes animales- que era altamente probable tuberculosis. La enfermedad estaba muy avanzada, con infiltrados granulares en ambos pulmones, así como colapso alveolar. Todos los hallazgos macroscópicos de relevancia médica eran problemas crónicos, lo que significa que era algo con lo que ella ya vivía antes de su llegada a Brasil”.
El comunicado es muy duro respecto de los cuidados que Kenya recibía en Mendoza. “Kenya sufrió diarrea crónica durante décadas, además de una dieta inadecuada, infecciones crónicas en los colmillos y falta de atención médica, hasta que proporcionamos entrenadores y cuidadores para atenderla. Esta era su realidad antes del santuario”.
Durante el gobierno de Rodolfo Suarez y con Humberto Mingorance gestionando la Secretaría de Ambiente, un equipo de especialistas de Buenos Aires viajó a Mendoza y se ocupó de acondicionar y entrenar a los elefantes para su traslado. Antes que eso, durante la época de zoológico, de acuerdo al Santuario Kenya no estuvo bien cuidada.
La teoría de la tuberculosis
No es la primera vez que se habla de “tuberculosis” en los elefantes que vivieron en el Ecoparque de Mendoza. De hecho, cuando se conocieron los resultados de la necropsia de Pocha, ya bien entrado 2023, los empleados del ex zoo mendocino y todos los que trataban con los grandes animales se hicieron estudios de saliva, sangre, y radiografías, buscando huellas de la enfermedad. Pero todos los resultados fueron negativos.
Lo que llama la atención tras la muerte de Kenya es la sucesión de fallecimientos en el santuario dirigido por Scott Blais. Este año fueron la porteña Pupy, y Kenya; criada en el Ecoparque de Mendoza.
Kenya tenía 44 años, nació en 1981 y había llegado a Mendoza en 1985 con sólo cuatro años de edad, mediante un canje con el zoológico alemán Tierpark Hagenbeck, informó el Gobierno de Mendoza. Fue durante décadas la última elefanta del entonces zoológico provincial y luego, del país. Y su muerte, por inesperada, movilizó temores. Al punto que en el gobierno evaluaron montar un nuevo operativo para sacar a la elefanta Guillermina del Santuario. Antes, esta semana, pedirán informes sobre su salud, aunque el propio establecimiento se adelantó y en su comunicación de este jueves dieron indicios:
“Guillermina, otra antigua residente de Mendoza, fue evaluada tras el fallecimiento de su madre Pocha, y resultó negativa tanto para TB (Tuberculosis) latente como activa. En interés de la salud general y para garantizar una atención médica continua y exhaustiva, Guille seguirá siendo evaluada mediante el protocolo recomendado y utilizado por la Asociación Zoológica” dice la publicación del Santuario.
La organización que se hizo cargo de Kenya, Guillermina y Pocha a través de la fundación Franz Webber, fue particularmente dura al señalar el presunto trato recibido, o la vida mala que tuvo Kenya “durante décadas” en el ex zoo mendocino. Incluso hablaron de diarrea crónica por una mala dieta.
Sin embargo, el 9 de abril de 2024 unos 15 meses antes de su traslado a Brasil, el Ministerio de Energía y Ambiente de la provincia extendió el Certificado Internacional Veterinario en favor de Kenya, con el que inició el trámite. Luego, el Senasa dio la autorización definitiva en junio de este año:
En ese documento, el cuerpo de veterinarios del Ecoparque certificó la cantidad de vacunas que había recibido el ejemplar. Y sólo reconocieron algunas patologías metabólicas leves, un trauma en uno de sus colmillos, cambios en la consistencia de su materia fecal por temperaturas extremas o alteraciones ocasionales de su dieta, algo muy distinto a la “diarrea crónica” descrita en el informe preliminar que dio el Santuario.
Secretos, y teorías conspirativas
Los santuarios de grandes animales tienen muchas voces a favor pero también detractores. Cada vez que muere un ejemplar, la revisión es con lupa. También hay intereses en juego.
En febrero de 2022, antes de que el gobierno de Mendoza efectuara los traslados de Pocha y Guillermina, una visita técnica de la por entonces Secretaría de Ambiente de la Nación durante el gobierno de Alberto Fernández, dio un informe de perfil negativo de las instalaciones del santuario, la capacidad del personal, y de la actitud remisa a mostrar o compartir documentación.
Dice aquel informe, que en el Santuario de Elefantes Brasil se encontraron con: negativas a brindar informes, mostrar historias clínicas, a acceder a documentación. Denunciaron desconocimiento de la flora y fauna local por parte de los cuidadores, y del impacto probable en los elefantes, ausencia de plan de manejo de plagas, baja capacitación de personal escaso.
Todas estas observaciones al funcionamiento del Santuario fueron contestadas, en un largo expediente y documento oficial registrado en el Gobierno de Mendoza, y al que se puede acceder con un click aquí. En sus respuestas, el director del Santuario Scott Blais respondió que la delegación argentina prácticamente faltó a la verdad en sus informes.
¿Tendría esta pelea por aquella inspección del gobierno de Alberto Fernández, algo que ver con el supuesto interés de un empresario tucumano relacionado a un conocido dirigente de La Cámpora de mucha influencia años atrás? Es la versión que corre entre funcionarios mendocinos. Un libelo con características de chisme de vecinas. Pero es “lo que se dice”.
El caso de Pocha
La muerte de la elefanta Pocha ocurrida en 2022 también a muy pocos meses de su traslado, al igual que en el caso de Kenya, fue la que disparó las primeras preocupaciones.
Según la necropsia, Pocha murió de una “falla renal crónica grave que, en asociación con las lesiones granulomatosas causadas por Mycobacterium tuberculosis, contribuyeron a determinar el resultado clínico de la elefanta (...). A raíz de este hallazgo es que se realizaron algunas intervenciones dentro de la Dirección Ecoparque Mendoza” dice un informe fechado en enero de 2023 al que tuvimos acceso.
¿Qué hicieron en el Ecoparque a raíz de este caso? Se comunicó toda la información disponible al programa de tuberculosis provincial, hubo una charla informativa de la enfermedad para el personal de la Dirección, 32 agentes asistieron al Hospital Lencinas y les tomaron muestras “de esputo seriado para la determinación de baciloscopia, radiografía de tórax frente y perfil, se realizó reacción de Mantoux y se completó con analítica de sangre”. Todos los resultados fueron negativos para la enfermedad de tuberculosis, dice el informe. Y hubo una amplia desinfección de los recintos que ocuparon Pocha y Guillermina.
Pero también el Santuario niega tener casos de tuberculosis en su personal. “No tenemos cuidadores que vayan y vengan entre los hábitats asiático y africano, ni existe ningún punto donde los hábitats se crucen, por lo que no hay motivo de preocupación por transmisión entre especies. Dado que la tuberculosis aún existe en humanos tanto en Argentina como en Brasil, todo nuestro personal (incluido mantenimiento y cocina) ha sido testeado en el pasado. Los cuidadores y entrenadores/cuidadores contratados con cualquier exposición a otros elefantes deben realizarse pruebas cada seis meses” dijeron, enterados del temor a que Pupy (asiática), que murió hace dos meses, se haya contagiado tuberculosis de Kenya (africana), quien también tenía rastros serios de la enfermedad en sus pulmones.
¿De qué murieron las elefantas?
Es muy difícil establecer conclusiones. Las personas que trataron con Kenya en Mendoza, creen que pudo haber en el Santuario algún asunto ambiental, en la dieta de los animales, en el agua, o en los insectos que transmiten enfermedades. Hay un mosquito que transmite un parásito que provoca leishmaniasis, una enfermedad que puede atacar los órganos internos y ser mortal. Y que fue mencionado en el informe de la Secretaría de Ambiente de la Nación, y que Scott Blais, director del Santuario, contestó párrafo a párrafo.
En definitiva, Pocha y Tamy, que fueron padres de Guillermina, murieron de enfermedades y causas diferentes. Pocha y Kenya tenían huellas de tuberculosis. Pero la porteña Pupy, que murió dos meses antes, por un problema gastrointestinal, no.
Está claro que los zoológicos son el peor lugar del mundo para un animal. Los santuarios ofrecen flancos con lugar a dudas. En el Santuario de Elefantes Brasil donde murieron Kenya y Pocha fallecieron un total de seis sobre once ejemplares. Entre los cinco sobrevivientes está Guillermina, la única ahora del Ecoparque de Mendoza. Esa cantidad de muertes son suficientes para hacer preguntas, pedir respuestas, y exigir explicaciones. Kenya no era un animal geronte.
También hay otro costado para investigar, aunque pertenezca al pasado. El informe del Santuario sobre la muerte de Kenya habla de muy malas condiciones de vida del animal en sus años mendocinos, y falta de atención médica. Por décadas, dice el informe.








