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Pero Ventura también estaba mirando de reojo un expediente que nació en los últimos días de agosto pasado. Se trata de una denuncia que realizó una presa de la cárcel de mujeres ubicada en Cacheuta que compartía celda con Elizabeth Ventura. La interna manifestó que la mujer se acostaba con ella y la tocaba en sus partes íntimas pese a su negativa, incluso que intentó penetrarla con sus dedos.
El fiscal de Delitos Sexuales Darío Nora fue recoletando pruebas y este viernes decidió citar a Elizabeth Ventura para imputarla por esos delitos. La mujer fue formalizada por abuso sexual simple en reiteradas ocasiones y por tentativa de abuso sexual con acceso carnal. El magistrado también dispuso su detención, aunque se trata de un formalismo ya que la mujer está privada de su libertad en la causa por el asesinato de León Burela.
De todas formas el dato no es menor ya que implica que en caso de que la mujer salga absuelta en el juicio por el crimen del médico, igual continuará tras las rejas en el caso de la agresión sexual.
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Castro y Ventura, imputadas por el crimen del médico León Burela.
Crimen del médico León Burela
En la mañana de 15 de abril de 2019, Mingo Burela estaba tirado en el sillón del living de su casa ubicada en el residencial barrio Kolton de Las Heras. Era poco social y desde que se había jubilado -fue médico del Servicio Penitenciario hasta 2012- prefería echarse cómodamente a ver televisión. Cuando quiso acordar, tenía al asesino enfrente suyo. El hombre ingresó sin forzar ninguna cerradura y le efectuó cuatro disparos.
Elizabeth Ventura había salido del domicilio minutos antes para realizar ejercicio. Era la coartada perfecta hasta que algunas contradicciones en su relato generaron dudas en los investigadores. Decidieron pincharle el teléfono celular y la sospecha se confirmó.
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Ventura y su amiga Mónica Castro, con quien hablaba por teléfono sobre el crimen del médico, fueron detenidas meses después. Esta última tenía varias macumbas en su casa tratando de fraguar la investigación mediante magia negra. Entre los papeles en tarros con sal estaba el nombre de la fiscal Claudia Ríos y otros investigadores.
En tanto que el autor material del crimen en Las Heras se presume que fue un sicario, pero jamás se pudo avanzar con su identificación.