En la actualidad, el pollo es buscado e implementado en múltiples dietas junto con el huevo, debido a la cantidad de proteínas que brindan. Expertos explican qué parte del pollo contiene mayor número de proteínas y cómo se debe preparar este alimento para mantener todos sus nutrientes en el proceso de cocción.
El pollo se comenzó a preparar y consumir como alimento hace aproximadamente 4000 años, aunque la domesticación y cuidado del animal es mucho más antiguo.
La domesticación, comercialización y exportación contemporánea del pollo se consolidó luego de la Segunda Guerra Mundial. Su consumo aumentó y se transformó en un alimento base de muchas preparaciones.
El nivel de proteínas del pollo va de la mano con el nivel o proporción de grasa del alimento. La parte más magra del pollo, la pechuga, es la que contiene más proteínas. Cada 100 gramos de pechuga hay aproximadamente 23 gramos de proteínas.
Además, la pechuga del pollo tiene muy poca grasa, en comparación con otros cortes del alimento. Quizás la queja o contra principal de este corte es su grado de sequedad, sobre todo cuando se cocina en agua o al vapor.
Contrariamente, la parte del pollo con más grasa y calorías es la piel. La forma de preparación también determina el valor nutricional del alimento, ya que no es lo mismo el pollo crudo que un pollo que pasa por algún tipo de cocción.
El pollo es un alimento con enormes beneficios para la salud. Las proteínas magras con necesarias para la construcción y fortalecimiento de los tejidos musculares.
Las vitaminas presentes en el pollo, como la vitamina B, colaboran con la producción de energía, son beneficiosas para el sistema nervioso y las funciones celulares en general.
Además, el pollo es un producto rico en minerales como fósforo y calcio, esenciales y necesarios para los huesos y el sistema inmunitario.
La mejor forma de preparar el pollo para evitar o reducir la perdida de nutrientes es al vapor o salteado. Estas técnicas conservan la mayor cantidad de proteínas, vitaminas y minerales.