Y lo que es igual de preocupante: Fretes luego fue llevado a Mendoza, donde halló "refugio" en las instalaciones que tienen los jesuitas hasta su expulsión por orden del Vaticano.
"A pesar de que muchísima gente sospechaba lo que hacía Fretes, el tema no se habló ni en el Colegio Del Salvador ni entre los padres de la escuela", se queja Pablo.
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Pablo Vío presentó junto a Gonzalo Elizondo un reclamo ante la orden Jesuita.
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-¿Qué les dijeron cuando este hombre fue trasladado a Mendoza?
-Lo oficial fue que se trataba de un asunto "administrativo". Como el tema se silenció, muchas personas de Buenos Aires que viajaban a Mendoza lo querían pasar a saludar, porque no sabían nada y porque era el típico tipo que se hacía amigo de las familias y terminaba como invitado en los cumpleaños y las confirmaciones.
Ya en la provincia, Fretes fue destinado a tareas de mantenimiento en la construcción de los jesuitas que está sobre la calle San Martín y Colón, justo detrás de la escuela San Luis Gonzaga, que es gestionada por los religiosos y tiene ingreso por otra parte de la cuadra. Por ahora, no se conocen denuncias locales.
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En teoría, Fretes fue destinado a las instalaciones sobre la calle San Martín de la Ciudad de Mendoza, al lado del templo de los jesuitas que se ve en la foto.
Google Maps
Daños
Desde el Colegio Del Salvador admitieron "el daño" y pidieron perdón, aunque aseguran que actuaron con diligencia. En un comunicado, confirmaron que "al final del ciclo lectivo 2003 se recibió la primera denuncia" de abuso de menores contra Fretes.
A partir de las denuncias de entonces -señalaron las autoridades de la entidad- se decidió "sacarlo inmediatamente del Colegio" (...), "fue apartado de todo trato con menores" y, en 2007, "luego de un proceso interno, fue dimitido de la Compañía de Jesús".
Pablo tiene otra perspectiva. A pesar de que estaba ocurriendo todo eso en su escuela, él destaca que en Buenos Aires el tema se tapó y que jamás se les preguntó a los estudiantes si habían sido abordados por el abusador.
"De hecho, yo pasé muchos años sin hablar y me sentí muy solo", admite.
Este "hermano" -que a juzgar por su expulsión de la orden había cometido, como mínimo, faltas muy graves- pasó casi dos décadas dentro de la Compañía de Jesús.
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El templo de los jesuitas en Mendoza, sobre la esquina de San Martín y Colón de la Ciudad de Mendoza.
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El despacho de Fretes y los abusos en la Iglesia
Recuerdos: según cuenta Pablo en diálogo con UNO, Fretes era tutor de su curso, es decir que era la persona encargada de fortalecer la interacción social y "acompañar espiritualmente" a los niños de ese colegio de varones.
"Él tenía su propio despacho. Cada tanto te llamaba individualmente en horas de clase y ahí fue cuando en mi caso concretó el abuso. Sé que en otros casos lo hizo en campamentos o retiros espirituales", describe el joven.
Y repasa: "Era así. Vos entrabas y él siempre sacaba el tema sexual. A los 11 o 12 años -yo cursaba sexto grado- eso es un tema que te da pudor para conversarlo con un adulto, uno está intentando conocerse y evidentemente él entendía muy bien que era su oportunidad para actuar".
Pablo admite que durante mucho tiempo acalló lo que le había pasado porque "uno pone en la balanza otras memorias lindas que conserva de la escuela y entonces trata de no pensar".
Admite, de todas maneras, que cuando él rompió el silencio, comenzaron a surgir más casos."Ya perdí la cuenta de cuántos son", dice.
Romper la cadena de silencios
El entrevistado reconoce dos hitos en el proceso que le permitió verbalizar su experiencia.
"En la Navidad de 2019 estábamos en una reunión junto a mis viejos, mi hermano y algunos amigos; y yo conté lo que había sufrido. Y ahí nomás me enteré, por otro chico que estaba ahí y había ido al mismo colegio, que sus padres habían sido los primeros en denunciar a Fretes".
"Esa noche -agrega Pablo- supe por primera vez que el tipo había recibido una denuncia, que sin embargo había seguido libre y que había continuado en libertad incluso cuando ya lo habían expulsado de la Compañía de Jesús".
El otro momento clave fue una reunión en 2020. "Fue cuando Gonzalo Elizondo, uno de mis mejores amigos -y el otro denunciante-, se acercó a charlar y me contó que le había pasado algo similar. Ahí empezó otra etapa: fuimos a pedir explicaciones a la institución y conjeturamos que Fretes había tenido alguna especie de protección".
La respuesta del colegio y de las autoridades jesuitas fue recalcar que -a su criterio- ellos habían tomado cartas en el asunto. "En mensajes que ellos nos mandaron admitieron que habían existido los abusos. Eso, más los testimonios de numerosas víctimas, me dieron fuerza para contar mi historia", subrayó Pablo.
Aquí el comunicado que emitieron desde el Colegio Del Salvador cuando el caso adquirió trascendencia mediática:
REC - COMUNICADO A LA COMUNIDAD EDUCATIVA .pdf
Antes de terminar la charla, Pablo insiste en que tanto él como Elizondo buscan "que haya un granito de Justicia, para que las víctimas hablen y para que la vergüenza que muchos sentimos antes se traslade ahora al otro lado, al de las personas responsables. Los abusos están mal siempre".
"Y por favor -repite- no pongas nada que suene violento. Todo lo que queremos es justicia".
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En busca de un "resarcimiento integral"
A continuación, algunos extractos de las notas que, de acuerdo con el reclamo de Pablo y Gonzalo, les enviaron recientemente los representantes de la Compañía de Jesús:
La expulsión de Fretes -reza una misiva- “ha sido insuficiente, dado que te has sentido desprotegido porque no se dio luego explicación alguna sobre lo que había pasado (...). En aquel momento creímos que alcanzaba con escuchar a las víctimas y obrar en consecuencia. La herida que ha quedado en vos me hace ver que lo hecho no fue suficiente” (10 de septiembre de 2020).
El 26 de octubre del 2021, otro escrito dirigido a la madre de Pablo dice: “Ahora nuestro compromiso con las víctimas es hacer los máximos esfuerzos de prevención en todas nuestras obras (...), y por supuesto, también seguimos a su disposición para seguir conversando con ellas y ayudando en lo que esté a nuestro alcance”.
El representante legal de Vío y Elizondo es el abogado mendocino Carlos Lombardi, que suele dedicarse a causas vinculadas a los abusos en contexto eclesiástico.
"Los chicos sopesaron tres escenarios: pueden denunciar penalmente a las autoridades del colegio por encubrimiento; pueden hacer una demanda civil contra la institución por daños y perjuicios; y la tercera opción es un reclamo administrativo", enumera el letrado ante la consulta de este medio.
Por ahora, los jóvenes eligieron el camino del reclamo administrativo. Por eso presentaron un escrito donde se reclama "una reparación integral" -incluyendo el aspecto económico- y se invocan los textos en los que desde la Compañía de Jesús reconocieron los hechos.
Lombardi va con tapones de punta: "Que no nos quieran hacer cruzar el río con botas: el aspecto económico aparece cuando una persona le causa un daño a otra, y este es un ejemplo. Si el reclamo fracasa, iremos a la Justicia ordinaria", anticipa.
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