La deserción escolar en los secundarios de Mendoza fue del 0,9% en 2021, el último año registrado por la DGE (Dirección General de Escuelas) según los datos arrojados por el sistema GEM.
La deserción escolar en los secundarios de Mendoza fue del 0,9% en 2021, el último año registrado por la DGE (Dirección General de Escuelas) según los datos arrojados por el sistema GEM.
Esto significa que de los 73.510 estudiantes que se inscribieron en algún año del secundario orientado (bachiller) a comienzos del 2021, 675 chicos no terminaron el ciclo lectivo.
Ese número, detrás del cual hay historias, desconsuelo, mudanzas y necesidades económicas, ha ido disminuyendo con el correr de los años.
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Desde la DGE entienden que esa disminución del abandono escolar, y el sostenido crecimiento de la matrícula, son una respuesta a un combo que docentes, directivos, supervisores y funcionarios pusieron en marcha.
La matrícula en el secundario creció más del 20% en los últimos cinco años. Lo que podría leerse solo como un número, en realidad indica que, en 2021, permanecieron en la escuela 12.269 chicos más que los que lo hacían en 2016.
Hay un dato que no se puede obviar y que hoy, a la distancia, el Gobierno lee como una decisión exitosa: en 2020 promocionaron todos. La DGE resolvió en aquel entonces que los ciclos lectivos 2020 y 2021 formaran una unidad para contrarrestar así los efectos que la pandemia pudiera causar en el rendimiento escolar.
Esta decisión, reforzada con acompañamiento a las trayectorias más débiles, hizo que en 2021 se anotaran para el secundario 6.134 alumnos más que en 2020.
Y de todos esos inscriptos, como decíamos, solo se desvincularon durante el año 675 alumnos.
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Emilio Moreno, director de Educación Secundaria de la provincia de Mendoza, marcó algunas de las causas que están detrás de aquellos abandonos. En diálogo con Diario UNO, analizó que "algunos se fueron a vivir a otras provincias pero no sabemos si siguieron o no en el sistema, por lo que se consideran dentro del abandono".
Otro de los fuertes motivos que expulsa a los chicos del sistema "es la situación social y su edad, que les permite, y a la vez obliga, a hacer un impasse en los estudios para trabajar". De esos -dice Moreno- "algunos retoman al año siguiente y otros no".
"También influye como factor la movilidad de la familia dentro del territorio provincial", explica en relación a aquellos considerados nómades laborales que se van trasladando de localidad en localidad para trabajar, lo que acaba dificultando la escolaridad de los menores.
Como decía Moreno, la sobreedad es uno de los grandes motivos de la deserción escolar. "Cuando un alumno repite dos veces, por ejemplo tiene 18 años y aún está en 3ro. del secundario", ejemplifica el director de Educación Secundaria de la DGE.
Esa situación genera que el alumno deba convivir entre la presión por terminar la escuela y la necesidad de trabajar que despierta no solo la vida adulta sino también la crisis económica. En ese tironeo, muchas veces acaba triunfando el abandono.
"Como no hubo repitencia en 2020, eso no pasó; pero del 2021 al 2022, sí", señala Moreno sobre esos 675 que tomaron la decisión, forzada o no, de dejar de estudiar y no inscribirse para este año.
En 2016, de una matrícula de 61.241 estudiantes, abandonaron 1.837 alumnos, es decir: el 3%.
Tres años después, en el ciclo lectivo 2019 hubo 65.194 inscripciones en secundaria orientada y un 1% de deserción escolar, correspondiente a 652 alumnos.
Ya en 2021, la matrícula saltó a 73.510 estudiantes de los cuales se desvincularon 675.
En 2022, son 74.876 los alumnos de secundaria orientada repartidos en 184 escuelas. Cuántos de ellos abandonaron durante este año se conocerá una vez que termine el ciclo lectivo.
"En 2018 se implementó la RATE (Red de Apoyo a las Trayectorias Escolares) con la que pudimos saber cuál es la situación de cada uno de los alumnos y los por qué", señaló Moreno.
Esa red de contención se elabora en base a los números que va arrojando el GEM en cuanto a las asistencias e inasistencias y notas de cada uno de los alumnos.
Es un programa que tiene como finalidad articular y coordinar acciones entre los organismos, instituciones y actores del sistema educativo para sostener y acompañar las trayectorias de los estudiantes con más dificultades.
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Uno de los lineamientos principales de la RATE tiene que ver con aumentar la conectividad y entregar dispositivos a escuelas y estudiantes que los necesiten.
"Cuando nos topamos con chicos sin acceso a internet, les llevamos dispositivos", dice Moreno en diálogo con Diario UNO. Además, "se crearon centros en los municipios para que los estudiantes vayan ahí, usen las computadoras y la conexión". Esos centros, que se armaron en pandemia, hoy siguen en pie y se utilizan, además de para los alumnos que lo necesitan, para dar capacitaciones del Mendoza Futura y que jóvenes puedan aprendan programación.
Los otros dos lineamientos principales tienen que ver, por un lado, con la revinculación efectiva y permanente de los estudiantes y por otro, con las herramientas de apoyo para acompañar a los estudiantes con trayectorias más débiles.
"Se trabaja en prácticas y proyectos activos en los que los chicos están involucrados", explica Moreno. La clave, dice, está en el "cambio de formato pedagógico de la institución" que advierte las dificultades de su comunidad y que brinda proyectos atractivos para que los chicos permanezcan dentro de la escuela sintiéndose útiles y parte de ella.
Respecto de las herramientas de apoyo, la DGE aprueba cada año el programa Mejor en mi Escuela.
Según las últimas mediciones de Fluidez Lectora, el 16% de los evaluados en secundario tiene un nivel crítico, mientras que, en general, quienes tienen problemas de comprensión lectora, tienen a su vez problemas en matemáticas.
Teniendo en cuenta estas conclusiones (mientras se esperan los nuevos resultados y las pruebas PISA que se toman desde este lunes), en este 2022, mediante las resoluciones 24 y 32 se otorgaron 3.700 horas cátedras extras para todas las escuelas.
"Cada institución le paga con ese presupuesto a un docente para que brinde apoyo en matemática, lengua o realice trabajos multidisciplinarios con los chicos de trayectorias débiles", explica Moreno sobre el proyecto bajándolo al llano.
"También se usan para dar apoyo escolar para sacar materias previas". Entonces, un chico que tiene algún espacio que recuperar en abril, agosto o noviembre, puede recibir este extra en su misma escuela y lograr promocionar el curso.
"Las instituciones hacen su análisis y deciden, con aval de la supervisión, cómo utilizar esas horas cátedras extras que la DGE paga", explica Moreno.
Antes de que un alumno abandone el secundario, se encienden alarmas y se pone en práctica el protocolo para intentar evitar aquella deserción.
Dentro de la escuela, el servicio de orientación, que está compuesto por el orientador social, la psicopedagoga y la psicóloga van monitoreando las faltas de los estudiantes hasta que se encienden las primeras alarmas.
Cuando esto pasa, ponen en funcionamiento lo que la DGE llama "el protocolo", que está previsto en la resolución Nº 558/2019.
Parte de él es el Programa de Protección y Orientación del Derecho a la Escolaridad (PODES), que se aplica en casos realmente complejos en los que el estudiante ya está en un riesgo cierto de abandono escolar.
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En este proyecto, la contención va más allá de la que pueden ofrecer la escuela y la DGE y se le da intervención a la Subsecretaría de Desarrollo Social.
En tanto que, ya en casos judicializados, aparecen en acción los Equipos Técnicos Interdisciplinarios (ETI) que reemplazaron a la OAL. Estos equipos, que se encuentran en cada municipio, abordan el caso completo, de principio a fin, y toman las medidas que entienden necesarias.
Mediante estos programas y protocolos, si no se logró evitar el abandono, se lleva a cabo también la búsqueda para la revinculación de los alumnos.