Para muchos, las fiestas representan un punto de quiebre emocional. Aunque el imaginario colectivo insiste en la felicidad obligatoria para esta época del año, distintos estudios muestran que los encuentros familiares pueden aumentar el estrés, la ansiedad y el cansancio mental.
Expectativas familiares, compromisos sociales, gastos y conflictos no resueltos convierten lo que debería ser un momento de unión en una fuente de tensión emocional.
Por qué se activa el estrés durante las fiestas
Según la American Psychological Association (APA), los eventos sociales intensos suelen activar respuestas de estrés por múltiples factores: expectativas irreales, conflictos familiares previos, sobrecarga de tareas y presión económica. En estos contextos, la familia se convierte, paradójicamente, en una de las principales fuentes de tensión emocional.
El estrés festivo no es solo psicológico. Investigaciones señalan que el aumento de compromisos sociales y la falta de descanso alteran el equilibrio hormonal, afectando el sueño, la memoria y la capacidad de regulación emocional. Esto impacta directamente en la salud y bienestar, especialmente en personas que ya arrastran agotamiento previo.
Además, especialistas en salud mental advierten sobre el fenómeno de la “disonancia emocional”: la diferencia entre lo que sentimos y lo que creemos que deberíamos sentir. Sonreír cuando no se tiene energía emocional suficiente puede aumentar el desgaste interno y generar culpa.
Fiestas, familia y estrés: cómo recuperar el equilibrio
Los expertos coinciden en que priorizar el bienestar no implica romper vínculos, sino redefinirlos. Establecer límites claros, reducir expectativas y aceptar que no todas las reuniones serán perfectas son estrategias clave para proteger la salud emocional.
Pequeños gestos, como respetar tiempos de descanso, delegar tareas o permitirse decir “no”, ayudan a transformar las fiestas en encuentros más auténticos y menos exigentes. Lo más importante: cuidar el vínculo con uno mismo también es una forma de cuidar a la familia.
Fuente: American Psychological Association (APA) y Verywell Mind






