Análisis y opinión

"La Anabel", esa chica que le hizo caer la mandíbula al gobernador Celso Jaque

Fernández Sagasti no logró en el PJ de Mendoza los cambios esperados. No le insufló renovación ni abrió el partido a nuevos aires

Al gobernador Celso Jaque se le cayó la mandíbula. ¿Quién era esa mujer que la presidenta Cristina Kirchner había elegido para ir -en un lugar expectante- en la lista de diputados nacionales del peronismo mendocino? El mandatario local no conocía a Anabel Fernández Sagasti ni la había sentido nombrar.

¿Cómo iba a justificar ante los peronistas locales que alguien sin antecedentes partidarios fuera en el segundo lugar de esa lista? ¿De la nada a diputada nacional? se preguntaban en el gabinete del mandatario.

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Corría la mitad del 2011. Néstor Kirchner había muerto en octubre de 2010 y su viuda, al mando del país desde diciembre de 2007, armaba su reelección presidencial, esa instancia en la que ella imaginaba "ir por todo". Aquella ignota Anabel Fernández Sagasti tenía un pasaporte de oro para no tener que hacer una carrera política tradicional: era una de las fundadoras de La Cámpora en Mendoza, que a nivel nacional conducía el hijo presidencial Máximo Kirchner.

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La extraña dama

En ese entonces "la Anabel" tenía 27 años, ya era abogada, y noviaba y militaba con Lucas Ilardo, cuando éste aún no derribaba mitos mendocinos ni imaginaba que su futuro iba a incluir el stand up político.

Desde jovencita había demostrado ímpetus dirigenciales. Hizo el secundario en la Escuela del Magisterio de la UNCuyo, donde fue presidenta del Centro de Estudiantes. Su padre y su abuelo eran peronistas. Para solventar los estudios universitarios apeló a diversos trabajos. El más pintoresco fue el de vendedora de lencería por catálogo en el Poder Judicial.

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Unidas: Cristina Kirchner y Anabel Fernández Sagasti.

Unidas: Cristina Kirchner y Anabel Fernández Sagasti.

Al mismo tiempo que ocurría lo de la mandíbula de Jaque, en las redacciones de los diarios nos asombrábamos y salíamos a la búsqueda de información sobre esta "tapada". Nos topamos con una pared, con actitudes de secta, de férreo y ridículo secretismo. Nos repetían: "tenemos que esperar que nos autoricen de Buenos Aires".

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En esos momentos en La Cámpora ya jugaban a que no les interesaba la prensa y que desconfiaban de los periodistas. Decían que nos evitaban porque lo importante era el contacto directo de la candidata con la gente, no con intermediarios. "Ustedes siempre quieren hacer interpretaciones raras", lanzaban.

Su prioridad

Durante su desempeño como diputada nacional consolidó su compromiso ideológico con Cristina Kirchner, lo que le valió ser elegida luego para encabezar la lista de senadores nacionales por Mendoza -en dos ocasiones- e integrar el Consejo de la Magistratura en nombre del Gobierno.

En diciembre de 2020, siendo senadora nacional, asumió como presidenta del PJ provincial, un puesto que esta semana acaba de dejar, al cumplir su mandato, en manos de la intendenta de Santa Rosa y ex reina nacional de la Vendimia Flor Destéfanis, también kirchnerista. La santarrosina es una versión menos ideologizada, diríamos más dietética, que Sagasti.

El kirchnerismo, que nunca había tenido buena aceptación en Mendoza, creyó encontrar con "la Anabel" instalada en el PJ local, una cabeza de playa para volver a reconquistar el poder partidario del peronismo, perdido en 2015 con el triunfo de Alfredo Cornejo. En realidad desde las elecciones legislativas de 2013 que el peronismo mendocino no gana un comicio en la Provincia.

La desconfianza

Pese a ser "la mano derecha" de Cristina en el Senado nacional, Sagasti fracasó en su intento por ser gobernadora en 2019, El radical Rodolfo Suarez la superó por 15 puntos. Hoy tampoco puede decirse que como jefa partidaria se haya llevado puestos vistosos laureles.

Es que Sagasti no propició en el PJ los cambios que se suponían. No privilegió una mirada mendocina. No fidelizó a los peronistas menducos que siempre han desconfiado de La Cámpora. Tampoco ilusionó al votante independiente de Mendoza. No le insufló renovación ni abrió el partido a nuevos aires. En cambio, sí fue muy coherente con su militancia camporista y cristinista.

Sagasti siempre tuvo en claro que su norte señala siempre hacia Cristina. Pero hete aquí que ella es senadora nacional por Mendoza y a veces el exceso de Instituto Patria le juega en contra.

Para la opositora coalición Juntos por el Cambio, Sagasti es una dirigenta sobrevalorada que se salteó varias paradas, aunque le reconocen la constancia en la fidelidad a la Jefa y admiten -a regañadientes- su capacidad de trabajo.

Deudas e ilusiones

En diciembre de 2020 cuando Anabel Fernández Sagasti asumió en el PJ de Mendoza dijo: "venimos a saldar una deuda con la sociedad" y aseguró que llegaba a la titularidad partidaria "con la ilusión de darle una renovación al partido". Se jactó además de ser "la primera mujer en asumir la presidencia del peronismo mendocino" porque eso la ponía "al frente de un cambio generacional".

Todo indica que "la deuda con la sociedad" aún no ha sido pagada, que la promesa de "una renovación partidaria" está por verse. Y que el cambio generacional que se esperaba no es el de los camporistas.

El paso de Sagasti por el peronismo provincial ha ratificado que el mendocinismo y el kirchnerismo no son compatibles para un maridaje político.