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La relevancia política de Javier Milei creció de forma exponencial en pocos meses.
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1. La resurrección de la derecha en el mundo
Si bien no todos sus referentes son comparables, sí se verifica en los últimos años la emergencia de la llamada Alt Right, una derecha alternativa que ya no obedece a las coordenadas de hace una o dos décadas.
Así, se agigantaron figuras como las de Donald Trump (EE.UU.), Jair Bolsonaro (Brasil), Georgia Meloni (Italia), los líderes de Vox (España) y el propio Milei.
Se posicionan en un espectro que va desde el nacionalismo conservador hasta el liberalismo extremo. Con una característica común: el rechazo al statu quo "progre" y los valores del Estado de Bienestar que se implementaron después de la Segunda Guerra Mundial.
La idea base es que algo anda mal con los estados modernos. No "enganchan" con los proyectos de vida de las mayorías. Un malestar que ya se venía anunciando desde los 70' -basta ver films como "Taxi Driver", de Martin Scorsese (1976), para comprobarlo- y que ahora sedimentó en un movimiento trasnacional.
En Argentina, hay entusiastas que celebran una supuesta vuelta del liberalismo del siglo XIX, evocando a referentes como Juan Bautista Alberdi. Pero la tendencia es global y con agenda amplia; y si en Argentina el énfasis de Milei está en la economía es porque es ahí donde la mayoría de los argentinos perciben que radica el problema mayor.
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Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, es uno de los aliados regionales de Javier Milei.
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2. Al ritmo del algoritmo
La pandemia aceleró un proceso tecnológico que venía asomando. Durante meses y años, buena parte de la población se vinculó con el exterior casi exclusivamente a través de su teléfono o su PC. Comenzaba la época de oro de los algoritmos.
La lógica de los algoritmos que utilizan en las redes sociales es: "Voy a ver qué te enganchó y te mostraré más de eso".
En consecuencia, si le di like o comenté un video de Myriam Bregman, es altamente probable que luego me aparezcan más videos de ella. Es más: es posible que a la larga me aparezcan sólo videos de ella. Una vez que uno ingresa en alguno de esos loops, el contenido tiende a potenciarse.
El resultado de esa dinámica es la creación de las llamadas "burbujas ideológicas", en las que grandes grupos se concitan para escuchar sólo aquello con lo que están de acuerdo. Ya no hay debate político. Sólo refuerzo de lo que ya se pensaba y, por ende, polarización.
El kirchnerismo también se quedó conversando puertas adentro, escuchando los mismos discos de Silvio y cantando las mismas consignas militantes. Los demás eran giles que no entendían El kirchnerismo también se quedó conversando puertas adentro, escuchando los mismos discos de Silvio y cantando las mismas consignas militantes. Los demás eran giles que no entendían
El kirchnerismo también quedó atado a eso. Muchos de sus militantes se consolaron conversando entre ellos -"abrazame hasta que vuelva Cristina", etc.-, escuchando los mismos discos de Silvio Rodríguez y cantando las mismas consignas militantes mientras por debajo del radar se gestaba una ola descomunal que ahora irrumpe con toda su fuerza sobre la superficie política.
Así, la interpelación concreta al tipo y la mina corriente -que busca laburo o no sabe cómo cuernos ahorrar- terminó siendo el estandarte que levantó Milei, mientras la centroizquierda se enroscaba en una agenda "posmo" que servía para tener razón pero no para ganar poder, al son de un salario real que se desplomaba.
Y si el progresismo terminó protagonizado, en buena medida, por una camarilla de sommeliers de opiniones que no sólo bajaron algunas banderas sino que trataron como tontos o enemigos a los que pensaban diferente, ¿por qué no volverse de derecha?
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Milei junto a una empleada de McDonald's. Los jóvenes precarizados que sienten que no tienen nada que perder están entre los sectores donde el candidato cosecha más apoyo.
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3. Mendoza y el Zeitgeist
En Mendoza, hace años que Milei es conocido entre los jóvenes. Como describieron los investigadores Pablo Semán y Nicolás Welschinger, su figura fue creciendo mediante una serie de espirales ampliadas.
Primero fueron algunos varones blancos de clase media o media baja. Luego el círculo se ensanchó y abarcó a otros varones que se sentían minusvalorados por el sistema -hoy se autoperciben "leones"-; y finalmente alcanzó a un sector variado y policlasista que incluye también a numerosas mujeres.
El autor de esta nota daba clases de Literatura en un CENS -para chicos repetidores y/o judicializados- y hacia 2019 empezó a notar que el discurso de los estudiantes cambiaba. Aparecían pibes que habían repetido 3 veces segundo año del secundario y, a pesar de que asistían a un colegio público, se definían como "meritócratas" y antiestatistas.
La música de Milei interpretaba la partitura escrita sobre el cuerpo social en esta era de furias y estados en retirada La música de Milei interpretaba la partitura escrita sobre el cuerpo social en esta era de furias y estados en retirada
"Mire profe", me dijeron un día. Y me mostraron videos de Milei y de una constelación de youtubers sobre los que yo no tenía la menor idea. Todos liberales en lo económico; la mayoría conservadores desde el punto de vista sociocultural. En las universidades pasaba lo mismo. Y en los clubes. Y en los bares. Y en las esquinas.
La de estos miles de mendocinos no era -ni es- necesariamente una comunión ideológica al 100% con Milei. No todos apoyaban a la teoría de los dos demonios respecto a la lucha armada de los 70', como sí hace el candidato. No creían que el mercado deba regir la mayor cantidad posible de interacciones humanas, como afirma el "peluca". Tampoco eran lectores apasionados de Ayn Rand. No.
Tampoco se apasionaban con algunos aliados locales del "peluca", como los tradicionales y conservadores "gansos" del Partido Demócrata.
Era más simple: Milei estaba interpretando el Zeitgeist post pandemia. Su música y sus gestos coincidían con la partitura escrita sobre el cuerpo social en esta era de furias y estados en retirada.
Diario UNO contó cómo, en este escenario post cuarentena, eran innumerables los jóvenes mendocinos que pedían ayuda a gritos sin que las políticas públicas lograran contenerlos. Las consultas psiquiátricas se dispararon. En contraste, el spot de campaña del Frente de Todos para las legislativas de 2021 en Mendoza utilizaba como fondo la canción "La vida es un carnaval".
Entonces reapareció este economista despeinado y name dropper en la tele y en las redes, proponiendo la motosierra y una utopía anarcocapitalista.
Milei empezó a "comerse" a los votos típicamente radicales y peronistas. Se vio claramente en las PASO nacionales: los mismos votantes que para las intendencias apoyaron a candidatos del justicialismo -por ejemplo en Maipú, Santa Rosa y Tunuyán- se inclinaron abrumadoramente por el presidenciable de La Libertad Avanza.
Aquel 13 de agosto de las PASO, LLA ganó en toda la provincia, excepto en Capital y La Paz. Con algunas perlitas: en San Carlos -capital del ambientalismo mendocino- este candidato que asegura que el cambio climático es "una mentira marxista" cosechó el mayor porcentaje de votos: 52,4%. En Tupungato, la cifra también superó el 50%.
O sea que el voto Milei no es en Mendoza un "voto antipopular", más bien al contrario. Lo vota gente de a pie. Y aunque parezca increíble, LLA hasta tiene en las calles mendocinas un sistema de envío de boletas a domicilio: los que hacen delivery son jóvenes de clase obrera. Muchos de ellos, trabajadores en bici o moto de las plataformas Rappi o Pedidos Ya.
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Javier Milei en el Mercado Cooperativo de Guaymallén.
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4. Nuevas grietas en la mesa familiar
El pasado 6 de octubre, el periodista Juan Elman compartió en el podcast "El Hilo" la experiencia conflictiva de un padre kirchnerista, Diego, que veía que sus hijos, Benicio (17) y Mateo (21), iban a votar a Milei.
Diego se cuestionaba la forma en que educó a los chicos. "No puedo creer que votes a un tipo como Milei o lo que representa Milei. No lo puedo creer", le insistía a Mateo. Le costaba ver a sus vástagos sufragando por un hombre que califica a la justicia social como "una aberración".
La respuesta del pibe fue: "Y yo no puedo creer que vos votés a gente que sigue estando y sigue haciendo las mismas cosas. Que no quieras probar algo nuevo o ver algo nuevo. Pero no Milei, el que sea. Salir del blanco, negro, negro, blanco que son El PRO y los K. Ya está, ¿Hace cuántos años estamos así? 20 años ya casi".
En esa tónica se darán muchas conversaciones este fin de semana en los hogares mendocinos. Todavía no está del todo claro si las divisiones se sintetizarán alguna vez en conclusiones compartidas.
Una cosa es segura: Milei encarna un nuevo estado de las cosas. Y si no es él, aparecerá otro, por izquierda o por derecha, para representar el ánimo de la pospandemia.
En la novela "El Club de la Pelea" (1996), el escritor Chuck Palahniuk intuyó algo de lo que se avecinaba, cuando hizo que el protagonista de su historia sentenciara: "Los medios nos criaron para creer que un día íbamos a ser millonarios, o estrellas de cine o del rock. Pero eso no va a pasar; lo estamos asumiendo lentamente. Y estamos muy, muy enojados".
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En las franjas juveniles, el voto mileísta es muy fuerte. La foto fue tomada en el búnker de Milei a poco de conocerse los resultados de las PASO.
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