La bailarina mendocina Daiana Ruiz y su partener Henrik Erikson en Don Quijote del Sttutgart Ballet de Alemania
La bailarina mendocina Daiana Ruiz junto a su partenaire Henrik Erikson en el "Don Quijote" del Sttutgard Ballet.
Foto: Gentileza Sttutgart Ballet
Su historia no es solo la de un talento excepcional, sino la de una disciplina férrea y la tenacidad de quien nunca se rindió, ni siquiera en los momentos más difíciles. Y de quien sigue soñando, porque en diálogo con Diario UNO confiesa que le encantaría bailar en una Fiesta Nacional de la Vendimia.
Daiana Ruiz deja fluir la comunicación entre el presente de su consagración, los impulsos de su futuro y el pasado que la moldeó. Habla aquí de sus inicios en la escuela de danza de su madre, Patricia Motos, de los rigurosos años de formación en el Teatro Colón, de las decisiones que la llevaron al ballet de Alemania y hasta del casamiento que está preparando para el año que viene con su novio americano.
Cómo se llega a ser primera bailarina en la danza europea
Su relato que va más allá de los pasos de baile para adentrarse en la intimidad de una artista que, a pesar del éxito, mantiene los pies sobre la tierra y el corazón anclado en su hogar.
De allí que se emocione al pensar que este sueño hecho realidad, el de ser primera bailarina del Sttutgart Ballet para la temporada 2026, la tomó por sorpresa con una obra -"Don Quijote"- que abraza de niña como herencia familiar, y nada menos que dirigida para la ocasión por el argentino Maximiliano Guerra.
Su ascenso a primera bailarina no solo es un logro personal, sino un faro de inspiración para las nuevas generaciones de bailarines argentinos. Ella se consolida así como embajadora de la cultura mendocina y argentina en el mundo, demostrando que el talento no tiene fronteras y que con paciencia cualquier meta se puede alcanzar.
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Daiana Ruiz tiene 36 años, hace nueve que integra el cuerpo estable del Sttutgart Ballet. Antes había formado parte del ballet del Teatro Colón por 10 años.
Foto: Gentileza Daiana Ruiz
Daiana supo conjugar la técnica alemana con la calidez latina en la danza, creando un estilo único que la hace brillar en cada una de sus interpretaciones.
Y a miles de kilómetros de casa, sigue bailando con el corazón en Mendoza.
La danza circula por su cuerpo desde que nació
La historia de Daiana con el ballet es, en muchos sentidos, una historia familiar. Su mamá Patricia Motos, reconocida coreógrafa local y profesora de danza, fue su primera maestra y la impulsora de su pasión.
"Siempre estuve rodeada de música, de movimiento", recuerda. "Empecé a bailar muy chica, mi mamá creó la escuela porque me veía bailar todo el día", revela sobre la academia que durante muchos años fue semillero de bailarines en Mendoza. Hace un tiempo su mamá decidió cerrarla para instalarse a vivir en España, más cerca de su hija.
En el Teatro Colón Daiana pasó 10 años, primero como refuerzo y luego como parte de la compañía argentina. Fue una etapa que recuerda con cariño, compartiendo escenario con un grupo de bailarines talentosos y dirigida precisamente por Maximiliano Guerra, con quien se reencuentra en otro momento especial de su vida dancística.
La mendocina Daiana Ruiz fue promovida a primera bailarina de la compañía Sttutgart Ballet de Alemania
Daiana Ruiz interpretó el rol principal de Kitri en el "Don Quijote" de Maximiliano Guerra que puso en escena su compañía alemana.
Foto: Gentileza Sttutgart Ballet
La bailarina cuenta que se enamoró de la compañía alemana al hacer en el Colón una obra de John Cranko, su coreógrafo más famoso. Ahí tomó la decisión de viajar a Stuttgart para audicionar, la contrataron y nunca más se fue.
Para ella, cada una de sus funciones fue mágica en los nueve años que lleva siendo parte del Sttutgart Ballet, experiencia que revive con una intensidad única porque entiende que la carrera de un bailarín es corta y por ello valora aún más cada segundo sobre el escenario.
El nombramiento llega en el mejor momento de la bailarina
A pesar que a veces estás cansada, los planetas se alinean, las energías fluyen, la adrenalina...", reflexiona Daiana Ruiz sin poder terminar de describir esa magia que en ella se crea ante cada actuación.
Con el tiempo y la experiencia, Daiana Ruiz comprendió que cada rol y cada oportunidad son valiosos en sí mismos, y que el éxito no depende únicamente del talento para la danza sino de múltiples factores que escapan a su control.
A sus 36 años, la bailarina considera que el reconocimiento tiene un doble valor, ya que ha dedicado muchos años a su perfeccionamiento y lo ve como una coronación a todo ese esfuerzo.
En la carrera uno sabe cuándo es la cuenta regresiva. Esto llega en un punto de mi carrera con cierta madurez física, emocional, técnica y artística en el cual entiendo que hay que disfrutar cada momento como venga y abrazar cada desafío. En la carrera uno sabe cuándo es la cuenta regresiva. Esto llega en un punto de mi carrera con cierta madurez física, emocional, técnica y artística en el cual entiendo que hay que disfrutar cada momento como venga y abrazar cada desafío.
La mendocina Daiana Ruiz fue promovida a primera bailarina en la compañía alemana Sttutgart Ballet
Daiana, rodeada de flores, al ser elegida primera bailarina del Sttutgart Ballet para la temporada 2026.
Foto: Gentileza Daiana Ruiz
El nombramiento a primera bailarina fue una sorpresa total para Daiana, que se dio en el marco del estreno de la obra “Don Quijote”, bajo la dirección del bailarín argentino Maximiliano Guerra. Para este rol, Daiana se preparó con una dedicación extrema, invirtiendo horas de ensayo, estudiando cada detalle de la historia y trabajando en la interpretación de su personaje, Kitri.
El proceso de preparación fue muy especial, compartido con su compañero, el bailarín Henrik Erikson. El día del estreno, un momento cumbre para cualquier artista, tuvo la suerte de contar con el apoyo de su mamá y su abuela, que viajaron desde España para verla en primera fila, así como la compañía fiel de su pareja, Peter.
Un día en la vida de una bailarina
En la mañana del día del estreno, Daiana decidió desconectarse por completo. "No abrí el celular en todo el día porque no quería que nada me influenciara y me generara nervios", confiesa la bailarina. Fue al teatro a preparar sus zapatillas de punta, un ritual que sigue meticulosamente, seleccionando los pares que usará para cada acto.
Luego regresó a casa para comer un plato de pastas, un alimento rico en energía que le proporcionara la fuerza necesaria para la función, y tomó una breve siesta antes de volver al teatro. Daiana sentía que flotaba, la emoción de interpretar uno de sus roles favoritos en una noche tan significativa para su vida dancística la invadía por completo.
A segundos de salir al escenario, en un momento de profunda introspección, Daiana se percató de que "el sueño más grande de mi vida se estaba materializando". La premiere de “Don Quijote” se desarrolló con la adrenalina y la magia que solo el ballet puede generar.
Embed - La bailarina mendocina Daiana Ruiz en Don Quijote con el Sttutgart Ballet
El clímax de la velada llegaría en los saludos finales. Con el público en pie, el director salió al escenario para anunciar la promoción de Daiana a primera bailarina a partir de la próxima temporada 2026 que inicia en septiembre. Y los ramos de flores no se hicieron esperar.
La reacción del público, una mezcla de aplausos y euforia, fue indescriptible para ella, un torbellino de emociones que tardaría tiempo en procesar. "No se puede explicar con palabras, es una emoción que creo que recién ahora que ya ha pasado bastante tiempo (un mes), voy digiriendo, entendiendo y cayendo", explica.
Con la mamá y la abuela en primera fila
El periodo posterior a la promoción fue intenso y lleno de trabajo, con funciones de “Don Quijote” y una gira por Italia con "Romeo y Julieta". La bailarina confiesa que no tuvo tiempo de procesar completamente lo que había sucedido, pero siente una inmensa gratitud por las personas que la rodearon.
Daiana rescata el apoyo de su abuela María Lobato, que a su avanzada edad viajó para verla, y es quien le cosía el vestuario de danza desde niña y aún hoy sigue dando puntadas finales a su tutú cada vez que se encuentran. También la incondicionalidad de su madre, la profesora de danza Patricia Motos con quien comparte un vínculo extra a través del arte.
La bailarina mendocina Daiana Ruiz con su mamá Patricia Motos y su abuela María Lobato tras el estreno de "Don Quijote" con el Sttutgart Ballet
Daiana Ruiz junto a su mamá Patricia Motos y su abuela María Lobato, tras ser nombrada primera bailarina de la compañía alemana Sttutgart Ballet.
Foto: Gentileza Daiana Ruiz
A su vez, recibió el apoyo a la distancia de Marianela Núñez, una de las grandes figuras argentinas de la danza mundial cuyos consejos fueron cruciales para afrontar la exigencia física de un ballet como “Don Quijote”.
La bailarina se casa el año que viene en Mallorca
Pero el apoyo más importante fue el de su pareja, a quien describe como "un ángel en casa que me cuida". Consciente de la exigencia de su carrera, él la espera siempre con la comida lista después de los ensayos de danza y se encarga de las tareas del hogar para que ella pueda descansar.
Incluso revela que "hasta se ocupó de lavar mis mallas de ensayo una noche que llegué muy cansada", gesto que le confirma que su pareja desde hace un año "ha hecho todo este proceso aún más bonito", y se siente afortunada de tener a alguien que la cuida de esa manera. Alguien que no es del medio artístico, que es americano radicado en Alemania.
La bailarina mendocina Daiana Ruiz junto a su novio y futuro esposo americano Peter
Daiana y Peter están comprometidos. La boda será el año que viene en Mallorca, España.
Foto: Gentileza Daiana Ruiz
El amor provoca que Daiana Ruiz se haya tomado este mes de vacaciones para viajar a Mallorca, España, junto a Peter y su familia para empezar con la organización del casamiento que ocurrirá allí el próximo año.
"Sí, hay boda. Me caso", anuncia como si faltara una cuota de plenitud en su vida.
La vida más allá de la danza
Daiana reveló que su futuro esposo no es parte del mundo de la danza, aunque ella se ha encargado de introducirlo, invitándolo a ver todas sus funciones.
La bailarina siente que su pareja es un compañero increíble. "Es importante tener una persona a tu lado que entienda la importancia de tus rutinas, de los cuidados en la alimentación", afirma.
Desmitificó una vez más la creencia de que las bailarinas no comen, explicando que, por el contrario, necesitan una dieta rigurosa y nutritiva para tener la energía necesaria y evitar la pérdida de masa muscular debido al desgaste físico. Se siente afortunada de tener a su lado a alguien que la cuida y la apoya de esa manera.
La bailarina mendocina Daiana Ruiz en Don Quijote del Sttutgart Ballet de Alemania
A sus 36 años y con una trayectoria admirable, la mendocina es primera bailarina del Sttutgart Ballet de Alemania.
Foto: Gentileza Sttutgart Ballet
La mendocina también abordó el desafío de combinar su vida profesional con la personal en una carrera tan demandante. Aunque la danza exige mucho, ella insiste que es posible encontrar un equilibrio. Explica que hay periodos de alta exigencia, pero también hay momentos de menor intensidad en los que aprovecha para desconectar y compartir tiempo con su pareja, amigos y familia.
Daiana destaca la importancia de tener una vida fuera del teatro, de salir, viajar y tener momentos personales, ya que estas experiencias "te recargan de energía para poder continuar" y son fundamentales para mantener el equilibrio y la salud mental necesarios para crecer como bailarina.
El reencuentro de la bailarina con Maximiliano Guerra
La llegada de Maximiliano Guerra al Stuttgart Ballet como director y coreógrafo de la obra “Don Quijote” fue un reencuentro muy especial para Daiana. Ambos ya habían trabajado juntos en el Teatro Colón de Buenos Aires, donde él fue su director.
Para la bailarina fue una experiencia enriquecedora preparar el rol de Kitri bajo la guía de alguien a quien admira desde niña. Daiana valoró mucho además el contacto con "sangre argentina" en su ballet alemán, y agradece a Maximiliano Guerra por su sabiduría, energía y por siempre buscar la mejor versión de cada bailarín.
La presencia de la esposa de Guerra, Miriam Barroso, ex bailarina del Colón, también fue un plus, ya que la conoce a la mendocina desde que era una niña y la ayudó en ensayos adicionales.
La bailarina mendocina Daiana Ruiz junto a Maximiliano Guerra y su mujer Miriam Barroso en el estreno de Don Quijote del Sttutgart Ballet
La bailarina mendocina junto a Maximiliano Guerra y su mujer Miriam Barroso, tras el estreno de "Don Quijote" en el Sttutgart Ballet.
Foto: Gentileza Daiana Ruiz
Daiana destaca que fue un privilegio ser dirigida por el coreógrafo de la obra, pues Maximiliano Guerra creó este “Don Quijote” para el Stuttgart Ballet en el año 2000, y él mismo interpretó en su momento el rol de Basilio.
Esto permitió a la bailarina tener una visión clara de lo que se buscaba con la coreografía, y una guía para interpretar su personaje de la manera más auténtica posible. Se sintió motivada por la posibilidad de meterse en la piel de Kitri y hacer suyo el personaje, en un reencuentro con Maximiliano Guerra que para ella fue "increíble".
Durante las funciones de “Don Quijote”, Daiana tuvo la sorpresa de saber que entre el público se encontraban dos eminencias del mundo de la danza y que tras la función se acercarían a su camarín a felicitarla: Marcia Haydée y Georgette Tsinguirides.
La brasileña Marcia Haydée, musa inspiradora de John Cranko, es una figura clave en la historia del Stuttgart Ballet. Y la alemana Georgette Tsinguirides era asistente de Cranko y en 1966 se convirtió en la primera coreógrafa de su país.
Quiere ser bailarina en una Vendimia
En cuanto a otros proyectos, la bailarina confiesa que la exigente agenda del ballet ha dejado poco espacio para la actuación. "Ojalá surjan proyectos porque fue una experiencia increíble ser parte de la película sobre John Cranko", comenta sobre el docu-ficción en el que debutó como actriz el año pasado.
Sin embargo, por el momento, está aprovechando sus vacaciones para organizar su boda, que se celebrará el próximo año, y está disfrutando de tiempo en familia en las playas mallorquinas.
Su gran sueño pendiente es poder bailar en una Vendimia en el teatro griego Frank Romero Day. "No hay día que no anhele volver de visita a Mendoza". Y también le gustaría regresar como invitada al Teatro Colón, aunque por el momento suelta: "Veremos qué pasa, la vida me está sorprendiendo".