Antes de ser referente en blockchain, antes de fundar empresas de tecnología o de hablar en charlas TEDx, Carla Torazzi tuvo que aprender a empezar de nuevo. Su historia no se cuenta -como suele ocurrir- desde los éxitos, sino desde las interrupciones: diagnósticos médicos inesperados, decisiones límite, separaciones, incertidumbres y una tenacidad que, lejos de quebrarla, la volvió más lúcida.
La historia de reinvención de Carla Torazzi hasta crear tecnología aplicada a las finanzas
La mendocina impulsa el desarrollo de tecnología accesible y colaborativa para lograr proyectos a través de la tokenización y el financiamiento descentralizado
A los 21 años recibió una de las noticias más difíciles: un tumor en la mano. Las alternativas eran pocas y desgarradoras: amputar o atravesar una serie de cirugías para intentar salvarla. Eligió luchar. Atravesó nueve intervenciones, años después enfrentó múltiples metástasis y finalmente llegó la amputación de una de sus manos.
Pero nunca hubo derrota sino aprendizaje. Hubo una pregunta que empezó a abrir otras puertas: ¿qué hago con esto que me tocó atravesar?
Esa búsqueda se volvió brújula. Con el título de diseñadora gráfica, la pandemia la llevó a estudiar otras cuestiones vinculadas a la tecnología.
Se reinventó pese a estar al frente de una imprenta de alta tecnología, se involucró en sistemas de gestión financiera, descubrió el blockchain cuando nadie hablaba del tema y entendió que la tecnología podía ser una aliada para transformar vidas.
El poder de la transformación no está en la tecnología sino en las personas
Mamá de mellizos que pasaron 20 días en neonatología, allí vivió una escena reveladora que la marcaría para siempre: una mujer le pidió que hablara con su marido recién amputado, deprimido en una habitación del hospital.
Carla entró, conversó con él, le mostró cómo su propia historia que la vida continúa incluso cuando falta una parte del cuerpo. A los pocos días, el hombre recibió el alta. Y ella entendió que incluso sin proponérselo, puede ser puente para otros.
A los 40 años, con tres hijos, tres empresas tecnológicas y una filosofía vital construida entre cicatrices y hallazgos, Carla Torazzi sostiene una convicción que resume su camino: “Las personas somos capaces de transformarlo todo. Aceptar lo que nos pasa, mirarlo con amor y seguir adelante es nuestro mayor poder”.
Carla recuerda el día en que un simple estudio de muñeca se convirtió en un antes y un después. El diagnóstico fue abrupto, injusto, inmenso. Pero no la paralizó. “Tenía 21 años. Me dieron la opción de amputar la mano o intentar cirugías menos invasivas. Elegí pelearla”, cuenta en esta charla con Diario UNO.
La batalla fue larga. Pasó por nueve cirugías, convivió con metástasis, atravesó tratamientos y finalmente tomó la decisión de aceptar la amputación de su mano.
Lo que siguió fue un proceso de profunda reflexión que la llevó sin darse cuenta a lo que sería su inicio en el mundo de las tecnologías financieras.
El "modo Beta" de las inversiones compartidas
“Empecé a hacerme preguntas: por qué tomé estas decisiones, qué emociones me llevaron, qué necesitaba transformar. Ahí apareció todo lo que después llamé ‘modo beta’”, anticipa.
Ese concepto, que hoy vuelca en conferencias y talleres, resume una filosofía construida desde la experiencia: resistirse, aceptar, comprender, transformar y reconstruirse, siempre en comunidad.
La vida volvió a ponerla frente a una situación límite cuando sus mellizos nacieron y debieron estar internados en neonatología. “Me pasaba todo el día en el hospital. Era difícil, era agotador, pero también fue un momento de enorme sensibilidad humana”, recuerda.
Un día, una mujer se acercó a pedirle un gesto: que hablara con su marido, deprimido tras una amputación. Carla aceptó. No sabía que ese encuentro ajeno sería tan significativo para ambos.
“Entré, le conté mi historia y hablamos largo rato. A los dos o tres días, ese hombre se fue del hospital. Ahí entendí la conexión que tenemos los humanos, cómo podemos sostenernos incluso sin conocernos”, reflexiona.
Ese momento le confirmó algo que ya intuía: que el dolor compartido puede iluminar. Y que su propia historia podía tener un sentido más amplio que el personal.
Cuando la tecnología se vuelve una manera de sanar
El acercamiento de Carla Torazzi a la blockchain no fue académico ni profesional: fue existencial.
La pandemia, la separación después de 22 años en pareja, la necesidad de generar nuevas estructuras, la curiosidad y una inquietud permanente la llevaron a buscar respuestas en un terreno desconocido.
“Empecé a estudiar bitcoin en ese año de encierro obligado, me hacía preguntas todo el tiempo: dónde está la magia en esto, cómo funciona realmente, por qué permite transferir valor sin intermediarios”, rememora y agradece a un primo que vive en el exterior y que la orientó en aquellos inicios.
Estudió por su cuenta, se formó en academias digitales, se sumergió en la lógica de la Web 3.0 y aprendió a programar contratos inteligentes o mejor conocidos como “smart contracts”.
Su paso previo por el diseño, por la gestión financiera y por sistemas online le dio una base inesperada. Y la tecnología, en lugar de alejarla de su historia, comenzó a organizarla: estructura, transparencia, procesos, autonomía.
Era, en cierto modo, una forma de recuperar el control después de años de decisiones impuestas por la vida.
Una filosofía que nace del cuerpo y se proyecta al mundo
En sus charlas TEDx -recientemente ofreció una en Maipú- Carla presenta lo que llama “Emprender en modo beta”: una estrategia para afrontar lo incierto inspirada en sus propios procesos de sanación.
“Lo primero que hacemos es resistirnos a ver la realidad. Pero cuando aceptamos, cuando nos miramos desde el amor, podemos transformarlo todo y adaptarnos a todo”, dice convencida que su frase, aunque resulte extraño, puede aplicarse al universo de las tecnologías.
Porque ese enfoque no solo sostiene su vida personal sino también su visión empresarial: proyectos que crecen por iteración, equipos que aprenden sobre la marcha, decisiones que se ajustan sin culpa y siempre en comunidad. Un modelo que replica la lógica del software… y la lógica de la vida.
Tecnología para abrir oportunidades a otros
Hoy, con Toradev, BrickProfit e Inversor Grow, Carla Torazzi impulsa plataformas que ayudan a otros a financiar proyectos. Y lo hace pensando en las dificultades que ella misma atravesó.
“Mi trabajo es abrir la puerta para que cualquier emprendimiento pueda tener financiamiento de forma disruptiva”, explica.
Tokenización, blockchain, contratos inteligentes (smart contracts). Para ella estos términos en la era de la virtualidad no son palabras técnicas sino herramientas de accesibilidad real.
Por eso desarrolló sistemas replicables, plataformas de marca blanca y modelos de inversión colaborativa. Quiere que alguien con una idea sólida pero sin 30 mil dólares para una plataforma financiera pueda encontrar una oportunidad real.
Su proyecto Inversor Grow incluirá un marketplace de emprendimientos tokenizados y una criptomoneda propia de utilidad para que los usuarios puedan intercambiar bienes y servicios.
“Es inclusión financiera real: poder diversificar, elegir, participar”, asegura.
Alcanzar proyectos a partir de tecnologías seguras
Torazzi impulsa la digitalización de activos físicos e intangibles, creando sistemas replicables para gobiernos, empresas o emprendedores.
“Tokenizar no es subir algo a internet -explica de forma clara y precisa-. Es darle vida digital a un valor del mundo real, permitir que un proyecto se abra al mercado, que un inversor tenga certezas y que una persona pueda participar de oportunidades que antes no existían para ella”.
La tokenización, completa, “permite fraccionar propiedades, automatizar rentas, hacer inversiones accesibles desde montos bajos y generar trazabilidad inmediata”, todo ello aplicado también a otras áreas de negocio como la inversión en deportistas, en artistas o “hasta para abrir una sandwichería”, resume.
Su enfoque es construir soluciones reales para problemas realistas, sin trucos ni misticismos tecnológicos.
Blockchain no es sinónimo de criptomoneda
Lejos de la visión común que la reduce a las criptomonedas, Torazzi explica blockchain desde su esencia: una tecnología de almacenamiento distribuido, segura y transparente.
“Es como un libro contable gigante en tiempo real. Cada transacción está encriptada y registrada con una huella digital única. Ninguna blockchain fue hackeada jamás”, aclara.
Su referencia al caso $Libra -que expuso en tiempo récord todos los movimientos de los activos involucrados- evidencia su potencia para auditar, rastrear y verificar información que en sistemas tradicionales sería casi imposible de reconstruir.
Para Carla, la descentralización no es un concepto técnico: es un derecho. “Mi propósito es que las personas entiendan que tienen derecho a decidir sobre su dinero y sus inversiones, y que esa decisión puede estar respaldada por tecnología que no miente, no discrimina y no cambia”.
Premio a su historia y su propósito colaborativo
El Premio Mujeres & Ciencia/Tecnología de la Ciudad de Mendoza que ganó este año no se dio solo por su aporte tecnológico. Celebra la fuerza de una mujer que convirtió cada límite en una posibilidad. La capacidad de transformar el dolor en una plataforma para que otros puedan crecer y alcanzar sus sueños.
A los 40 años, Carla Torazzi resume así su propósito: “La información es el mayor tesoro de la humanidad y todos podemos acceder a herramientas que permitan un financiamiento limpio, transparente y menos costoso. Si yo pude transformar mi historia, quiero que otros también puedan transformar la suya”.
Y quizás ahí reside su mayor innovación: no solo en lo que crea, sino en lo que inspira.









