Desde el Conicet, Carolina Ganem lleva más de 20 años haciendo una pregunta que parece simple y que, en realidad, cambia la forma en que habitamos: ¿cómo puede la arquitectura consumir menos energía y, al mismo tiempo, ofrecernos más confort?
Carolina Ganem, la arquitecta que desde el Conicet diseña el futuro energético de Mendoza
Sus investigaciones en el Conicet logran reducir hasta 40% el consumo energético en edificios y proyecta a Mendoza como polo de la arquitectura sustentable
Su búsqueda comenzó mucho antes de que la palabra “sustentabilidad” se volviera parte del discurso cotidiano, y hoy su respuesta está en los muros, los techos y las decisiones invisibles que determinan el comportamiento térmico de cada edificio.
Egresada de la Universidad de Mendoza con promedio 10, doctora en Arquitectura por la Universitat Politécnica de Catalunya, magíster y especialista en Diseño Sostenible, Ganem es investigadora del Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (Inahe) del Conicet, donde dirige proyectos que aplican ciencia y tecnología al diseño arquitectónico.
Hace 20 años que Ganem se especializa en arquitectura sustentable en el Inahe del Conicet.
En ese laboratorio, que combina computadoras, sensores, software de simulación y maquetas, su equipo estudia cómo mejorar el rendimiento energético de construcciones nuevas o existentes, desde bodegas hasta escuelas y viviendas.
Su trabajo ha sido reconocido este año con el Premio “Mujeres & Energía” de Mujeres en Innovación de la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, una distinción que subraya no solo su trayectoria sino también su impacto en la reducción del consumo energético y en la mitigación del cambio climático.
La arquitectura que va de los planos al planeta
“Nuestro trabajo logra reducir hasta 40% la demanda energética en edificios”, resume. “No es magia, es diseño: hacer eficiente la arquitectura antes de pensar en colocar paneles solares o equipamientos”, sostiene.
En una provincia de climas extremos, donde los inviernos son fríos y los veranos intensos, su aporte es clave para que Mendoza se convierta en un referente nacional e internacional en arquitectura bioclimática y resiliente.
Desde 2008, Carolina Ganem integra la carrera de investigadora del Conicet, organismo público con el que viene colaborando desde el año 2000, cuando ingresó como pasante mientras terminaba su tesis de grado.
La investigadora del Conicet pregona una arquitectura que, mediante el uso de materiales específicos y la incorporación de nuevos hábitos, minimice los efectos del cambio climático.
Esa tesis, dirigida por el arquitecto Adolfo Mallea con el asesoramiento boiclimático del ingeniero industrial Alfredo Esteves y el arquitecto Daniel Gellardi, fue su punto de inflexión. “Fue ahí donde descubrí el potencial de la sustentabilidad. Me apasionó tanto que supe que ese iba a ser mi camino”, recuerda.
El recorrido no fue lineal ni sencillo. A comienzos de los años 2000, hablar de sustentabilidad en arquitectura era casi una rareza.
Construir pensando en la eficiencia energética
Sin embargo, la arquitecta mendocina decidió apostar por una especialización que la llevó a cursar un doctorado en Barcelona, en plena crisis económica argentina y con la dolorosa pólvora del atentado de las Torres Gemelas como telón de fondo.
“Fue un año complejo. Pensé que mi deseo de perfeccionarme en arquitectura sustentable iba a quedar truncado, pero seguí adelante y acá estoy”, dice hoy con una sonrisa.
La mendocina Carolina Ganem inició su carrera de investigadora en el Conicet en el año 2008.
De aquel impulso inicial surgió una carrera dedicada a estudiar el comportamiento energético de los edificios, con especial atención a su envolvente -muros, techos, aberturas- y a la relación con el clima local.
En sus palabras, “la sustentabilidad no es un accesorio ni una moda, es una manera de pensar el diseño desde el principio”.
Bodegas abiertas a la arquitectura sustentable
En Mendoza, el vino y la arquitectura comparten un lazo profundo. Las bodegas son parte del paisaje, del turismo y de la identidad local. Pero también son, para Ganem, un terreno fértil de innovación.
Su equipo del Conicet realiza diagnósticos arquitectónicos, simulaciones térmicas y mediciones in situ para diseñar estrategias que reduzcan el gasto energético sin comprometer la calidad del producto.
La bodega Alpamanta es una de las que contó con la intervención científica de Ganem y su equipo del Conicet.
“Si logramos bajar la temperatura interior cinco u ocho grados menos, la diferencia en el consumo energético es enorme”, apunta.
El proceso es integral y se apoya en tres pasos: primero, optimizar la arquitectura desde su diseño y materialidad; segundo, incorporar equipamiento eficiente; y finalmente, generar energía limpia y renovable a través de tecnologías como los paneles solares.
Cuando la sustentabilidad es invisible a los ojos
Entre las bodegas con las que ha trabajado se destacan Alpamanta y Raquis, ambas reconocidas por su compromiso ambiental. “En algunos casos llegamos al proyecto desde el inicio, lo que nos permite acompañar a los arquitectos en el diseño. En otros, intervenimos en edificaciones ya existentes para rehabilitarlas”, cuenta.
El trabajo no siempre se ve a simple vista. “La sustentabilidad está llena de acciones invisibles: aislamientos, elección de materiales, proporciones de llenos y vacíos, orientación, ventilación. Son decisiones técnicas que hacen que un edificio se comporte mejor y dure más”, señala.
La arquitecta mendocina trabaja en investigaciones científicas para hacer eficiente el consumo energético en edificios.
Ganem enfatiza que su equipo de investigación del Conicet trabaja codo a codo con proveedores de equipamientos, técnicos y desarrolladores.
“Así como el asesor estructural vela por la estabilidad de un edificio, nosotros velamos por su eficiencia energética. Nuestro aporte es medir, simular, verificar. Incluso podemos evaluar cómo se comportará el edificio frente al clima futuro, con proyecciones a 50 años”, afirma.
Pregona por normativas para la arquitectura sustentable
Pese a los avances académicos y tecnológicos, Carolina Ganem advierte que la sustentabilidad aún no ocupa el lugar que merece en la práctica profesional.
“Hoy no hay normativas que exijan estudios energéticos antes de construir o rehabilitar. Las bodegas grandes son las que más lo demandan, porque tienen conciencia de los costos y del impacto ambiental. Pero en la vivienda particular todavía no se lo considera prioritario”, lamenta.
Sin embargo, la arquitecta es optimista: “Creo que vamos camino a que se incluya como requisito. No se trata solo del gasto particular que pueda tener una empresa, sino de algo mucho más grande: la matriz energética del país. Si todos consumimos sin control, el sistema no aguanta. La energía no es ilimitada”.
Esa visión sistémica es la que distingue su trabajo. Ganem entiende que cada edificio es una célula dentro de un organismo mayor: la ciudad, el territorio, el planeta.
Investigaciones del Conicet: del paper al terreno
“Nuestra matriz energética sigue dependiendo de la combustión de hidrocarburos, muy contaminantes. Por eso la eficiencia energética no es un lujo, es una necesidad colectiva”, asegura.
Desde su rol en el Conicet, la arquitecta también promueve la formación de jóvenes investigadores. Su equipo está integrado por becarios que estudian temas complementarios: eficiencia térmica, comportamiento lumínico, materiales sostenibles y gestión ambiental.
“La sustentabilidad es interdisciplinaria. Hay que pensar el hábitat como un sistema donde intervienen la física, la biología, la sociología y la arquitectura”, subraya.
Desde el Conicet estudia el aire de las escuelas
En los últimos años, Carolina Ganem amplió su campo de investigación hacia un tema sensible y de alto impacto social: la calidad ambiental en las aulas. El proyecto, que está en curso, busca medir y mejorar las condiciones térmicas, lumínicas y de calidad del aire en escuelas mendocinas.
“Estamos haciendo campañas de medición muy importantes. Relevamos temperatura, humedad, iluminación y dióxido de carbono, que es un indicador clave”, explica.
Los resultados preliminares revelan concentraciones de dióxido de carbono superiores a los niveles recomendados, incluso en aulas con buena ventilación natural.
Carolina tiene 48 años, es mamá de trillizos y se recibió en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza con promedio 10.
El proyecto es interdisciplinario e involucra biólogos y sociólogos. “Queremos dar una visión más holística del tema. Analizar casos puntuales permite transferir conocimiento más rápido, pero para elaborar una normativa general necesitamos muchos datos, financiación para el trabajo de investigación y tiempo”, aclara.
Ganem sabe que estos procesos son tan largos como esenciales. “La pandemia nos dejó una enseñanza: los espacios cerrados importan. La arquitectura puede cuidar la salud si está bien pensada”, asegura.
Una arquitectura con tecnología, ciencia y sensibilidad
Lo que diferencia el enfoque de la arquitecta es su capacidad para integrar datos técnicos con una comprensión profunda del hábitat. “No se trata de llenar un techo de paneles solares si la casa no está bien aislada, primero hay que lograr que el edificio funcione bien por sí mismo”, dice.
Esa filosofía parte de una idea simple pero poderosa: la energía más limpia es la que no se consume.
El Inahe-Conicet, donde trabaja, es uno de los pocos centros del país que desarrolla simulaciones dinámicas de comportamiento térmico. A través de software especializados, el equipo de Ganem puede prever cómo se comportará un edificio ante distintos escenarios climáticos.
La investigadora está desarrollando un estudio en escuelas, específicamente en la ventilación en sus aulas. A partir de este año, la DGE instala en algunos establecimientos paneles solares.
“Incluso podemos proyectar cómo afectará el calentamiento global a su rendimiento dentro de 30 o 50 años. Esa información permite tomar decisiones más inteligentes hoy”, destaca.
Además, el equipo realiza servicios técnicos de alto nivel que vinculan la investigación científica con el sector productivo. “Esa transferencia es clave, lo que investigamos no puede quedarse en el paper, tiene que llegar a las bodegas, a las escuelas, a las viviendas, a los municipios”, considera la arquitecta especializada en sustentabilidad.
Los trabajos de la arquitecta del Conicet logran reducir hasta un 40% el consumo energético en edificios.
Y aporta su visión del tema: “La arquitectura sustentable no son solo techos verdes o paneles fotovoltaicos. Es entender cómo funcionan los materiales, cómo se comporta la luz, cómo circula el aire. Hay cosas que se ven y otras que no, pero las que no se ven suelen ser las más importantes”.
La arquitecta del Conicet: de Mendoza al mundo
El trabajo de Carolina Ganem trasciende las fronteras provinciales. Ha colaborado con equipos de Buenos Aires y con universidades extranjeras, siempre con la misma premisa: aplicar conocimiento local a desafíos globales.
En cada proyecto se conjugan tres pilares -eficiencia, confort y resiliencia- que, juntos, definen el futuro de la arquitectura en un planeta que enfrenta crisis energéticas y climáticas.
El objetivo final de la arquitecta es llevar a la práctica sus investigaciones.
Su aporte también es académico: dicta clases en la UNCuyo y en la Universidad Nacional de Córdoba, donde forma nuevas generaciones de arquitectos con conciencia ambiental.
“Hoy la sustentabilidad atraviesa toda la formación. Hay diplomaturas, maestrías, doctorados. Ya no es una especialidad, es una necesidad transversal”, sentencia.
La vocación como energía renovable
Aunque su foco está en la ciencia, Ganem no se aleja del costado humano de su profesión. “Soy mamá de trillizos, y eso me enseñó mucho sobre organización, paciencia y trabajo en equipo”, confiesa entre risas la arquitecta.
A los 48 años, su carrera combina docencia, investigación y transferencia tecnológica. Pero lo que más la motiva sigue siendo la curiosidad. “Me interesa entender los fenómenos, encontrar soluciones, ver cómo se pueden aplicar. La investigación es eso: una búsqueda constante”, piensa.
Para Ganem, la sustentabilidad es una ética, una manera de mirar el mundo. “Así como un equipo tecnológico nuevo viene con un manual, deberíamos tener también criterios para usar la arquitectura de la forma correcta”, reflexiona.
“La eficiencia energética empieza en el diseño pero se completa en el uso: abrir y cerrar una ventana en el momento justo, aprovechar la luz natural, cuidar el aislamiento, todos son pequeños gestos que suman”, aconseja.
El futuro de la arquitectura se diseña hoy
El reconocimiento de la Ciudad de Mendoza en “Mujeres & Energía” es, para Carolina Ganem, un estímulo y una confirmación de que el camino recorrido vale la pena.
“Este premio es un impulso para seguir trabajando. La sustentabilidad necesita visibilidad y apoyo institucional”, opina la arquitecta.
Mientras tanto, su equipo continúa midiendo, modelando y diseñando desde el Inahe del Conicet. En cada simulación, en cada planilla y en cada obra, laten las mismas preguntas que la movilizan desde hace más de dos décadas: ¿cómo puede la arquitectura cuidar la energía, al planeta y a las personas?
Además de trabajar en el Conicet, la arquitecta es docente universitaria en Mendoza y en otras provincias.
Quizás la respuesta esté en ese punto en el que la ciencia se encuentra con la vida urbana de una ciudad: cuando un edificio deja de ser solo un refugio para convertirse en un organismo vivo, en equilibrio con su entorno.
“El futuro se diseña hoy -dice Ganem-. Cada decisión constructiva, por mínima que parezca, puede ser una decisión a favor del planeta”, concluye.













