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Y fue eso lo que consultó con Guardia, el creador del aceite de oliva extra virgen premium Laur Gran Mendoza que Belén y otras cuatro mamás salteñas ya venían utilizando en todas las comidas de sus hijos con autismo, aconsejadas por una biomédica. La pregunta fue concisa: "¿Cuántos polifenoles tiene el Gran Mendoza?".
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Malu, Florencia, Patricia, Candelaria y Belén, las cinco mamás de niños con TEA que contactaron al mendocino Gabriel Guardia.
Una "locura" contagiosa y logros palpables en chicos con TEA
Nunca antes se había preocupado por medir los polifenoles pero era la segunda vez que se lo preguntaban. El primero había sido su distribuidor en Salta, también papá de un chico -ya adulto- con autismo. "Pero quedó ahí y fue recién cuando Belén me contactó, me contó la historia, me explicó y lloró, que me hizo un click", contó Guardia a Diario UNO.
Le contagió la locura, les dije con cariño en charlas que mantuve tanto con él como con Belén. Y es que solo escuchándolos obsesivos por encontrarle la vuelta y apasionados por los logros obtenidos es que quien está fuera de esta aventura puede representarse cómo efectivamente les cambió la vida a todos ellos y, a partir de ahora, les podrá cambiar la vida a otras tantas familias atravesadas por el TEA (trastorno del espectro autista).
Pero cómo, qué efecto tiene el aceite de oliva rico en polifenoles y cuáles son los logros de estos cinco chicos protagonistas de la historia. Es casi increíble...
"Las personas con autismo están inflamadas todo el tiempo. Su aparato digestivo no funciona correctamente y por tanto tienen problemas de estreñimiento y de diarrea. Les cuesta procesar algunos alimentos como harinas y lácteos y su dieta es muy limitada. Además, por las dificultades que tienen para comunicarse, no pueden o no saben cómo expresar ese malestar que sienten permanente y es entonces cuando aparecen los trastornos del sueño y los berrinches", explica Belén, no desde la medicina pero sí desde su experiencia como madre.
"El intestino es el segundo cerebro", dice para que ayudarnos a comprender qué tan importante es regularizarlo.
Pues bien, ése es justamente el beneficio del aceite de oliva (mientras más polifenoles contenga, mejor) no solo para chicos con autismo sino para todos en general.
"Comenzaron a ir al baño normalmente". Y eso, que parece tan simple, les cambió la vida. "Al bajar la inflamación, empezaron a tolerar más alimentos (Bauti, por ejemplo hoy solo no tolera frutillas, kiwi y pollo), a dormir, a ser más receptivos cognitivamente, a aprender, a adquirir habilidades". Son pequeños enormes logros.
"Es sencillo, si tu cuerpo está bien, vos estás bien", dice Belén, que esta semana recibió un audio del colegio en el que le contaban que por primera vez -en lugar de quedarse en el aula ordenando libros- su nene de 8 años había entrado a la cancha a correr donde sus compañeros estaban jugando al fútbol. Así de gráfico y de fuerte. Fuertísimo.
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"El club de fans" de Gabriel Guardia, como se calificaron simpáticamente en Salta.
La obsesión del enólogo mendocino por lograr un aceite de oliva con más polifenoles
Ante aquella pregunta clave que llegó desde Salta hace dos años, Gabriel Guardia mandó a analizar el Gran Laur a un laboratorio de España, después de algunos intentos infructuosos en el país. Fue allí que dio con que tenía 469 polifenoles, casi cuatro veces más que un aceite de oliva extra virgen bueno.
Empezó a mandar bidones de 5 litros a Salta pero no se quedó con eso. Convencido de que podía lograr un aceite aún mejor, le sacó humo a las neuronas y apeló a toda su creatividad y conocimiento.
"Cuando ves a los chicos en fotos y en videos te volvés loco. Me cambió la visión de la carrera", dice Guardia a Diario UNO. "Fue luz en mi camino", dice Belén para describir al mendocino.
"Tengo que sacar lo que más pueda", se dijo a sí mismo y resolvió el acertijo: "Se me ocurrió adaptar el proceso natural de la aceituna a destiempo". "Cuando hay heladas con temperaturas bajo cero, el agua de la fruta se congela, forma cristales y rompe las células. Cuando el sol sale, se apachanga porque los microorganismos se comen el fruto y entonces se cae", explica sobre la naturaleza.
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Gabriel Guardia en pleno proceso en la olivícola Laur de Mendoza.
En la aceituna, mientras más verde está, más polifenoles se encuentran pero más difícil es extraer el aceite contenido en sus células. Qué hicieron Guardia y su equipo entonces... Congelaron las aceitunas en cámaras a -16 grados (se necesitan 100 kilos para hacer 4 litros) logrando el hielo que rompe las células. Al descongelarlas, la célula quedó "agujereada" y entonces se pudo extraer rápidamente un aceite que, según una primera evaluación tiene ¡700 mg de polifenoles por litro!
Pero para conservarlo lo más intacto posible de polifenoles, hay que evitar su contacto con la luz y el calor. Entonces, está resguardado en tanques en frío y con nitrógeno y para trasladarlo en botellas, se necesitará un envase también oscuro y hermético que hoy está en proceso de elaboración en Buenos Aires.
Una vez que esos envases lleguen a Mendoza, Olivícola Laur estará lista ya no solo para enviarlo a Salta, sino para comercializarlo como un aceite de oliva virgen extra alto en polifenoles.
El esperado encuentro
El abrazo entre el enólogo Gabriel Guardia y las cinco mamás salteñas clave en la investigación se ha postergado desde aquella primera comunicación en 2021. Por una cosa o la otra, ni el mendocino viajó a Salta ni ellas vinieron a Mendoza pero ese momento esperado -que sin dudas tendrá tantas lágrimas como sonrisas- llegará a principios de septiembre, si todo sale como planean.
Es que el 2 y 3 del mes próximo, se desarrollará en Salta la tercera edición del Congreso Internacional Biomédico sobre Autismo y Guardia ha sido convocado como disertante junto a profesionales nacionales e internacionales especialistas en TEA.