Hay inventos que pasan desapercibidos, pero que cambian el rumbo de la vida porque la hacen más fácil y rápida. En la década de los 40, antes de los test rápidos, los análisis hormonales y la tecnología médica moderna, América Latina dependía de un invento argentino para confirmar un embarazo.
Existe una larga lista de personalidades argentinas reconocidas por su ingenio y creatividad a la hora de inventar soluciones. En esta nota te contamos sobre un invento nacional, que surgió de la mano de argentinos en su suelo natal, argentinos residentes en otros países o incluso, extranjeros que encontraron en nuestro territorio la inspiración para innovar.
Carlos Galli Mainini, integrante del equipo de investigación de Bernardo Houssay, logró en 1940 cambiar para siempre la forma de saber si una mujer iba a ser madre.
El médico argentino Carlos Galli Mainini descubrió que inyectando la orina de una mujer embarazada en sapos machos, se producía una reacción que confirmaba la gestación.
Detector de embarazos: el invento argentino que cambió el mundo de la maternidad
Ese método, conocido como prueba de Galli Mainini, se convirtió en un hito de la medicina regional y puso a Argentina en el centro de la innovación científica de la época. Aunque hoy pueda parecer extraño, este procedimiento fue un símbolo de progreso médico y se utilizó masivamente en laboratorios y hospitales durante más de una década.
La prueba fue desarrollada por un médico y biólogo argentino que trabajaba investigando métodos más confiables y rápidos para identificar el embarazo. En una época sin ecografías ni test de embarazo comerciales, su método representó un avance vital.
La técnica se adoptó rápidamente no solo en Argentina, sino en países como Chile, Uruguay, Paraguay, Perú, México y gran parte de Centroamérica, convirtiéndose en el estándar diagnóstico de toda la región.
Este invento fue utilizado masivamente en América Latina hasta que fue reemplazado por pruebas inmunológicas más modernas en los años 60.
El procedimiento estaba basado en una premisa hoy conocida: las mujeres embarazadas producen hormona gonadotropina coriónica humana (hCG), detectable en la orina. Pero en la década de 1940 no existían reactivos sintéticos para identificarla. La solución de este invento fue determinante:
- Se reunía una muestra de orina de la mujer.
- Esa orina se inyectaba en un sapo macho, ya que esto causaría la maduración y expulsión de espermatozoides 2 o 3 horas después.
- Si la mujer estaba embarazada, la hCG estimulaba al sapo para liberar espermatozoides en pocas horas.
- Los laboratoristas recogían esa muestra para examinarla al microscopio.
- Si se observaban espermatozoides, la prueba era positiva.
El método que se usaba con este invento argentino se convirtió en un estándar diagnóstico hasta mediados de los años 60, cuando comenzaron a popularizarse los métodos inmunológicos y, más tarde, los test de embarazo hogareños. Aun así, en el campo aún se suele utilizar por su bajo costo y su alta eficacia.




