¡No lo sabía!

El invento argentino que reescribió la historia de la vida cotidiana

Un invento sencillo, originaria de Argentina, transformó silenciosamente la manera en que conservamos y transportamos productos en todo el mundo.

Hay inventos que pasan desapercibidos, pero que cambian el rumbo de la vida cotidiana. A mediados del siglo XX, surgió un invento simple que transformó la historia. Cambio para siempre la forma en que conservan alimentos, medicinas y productos de limpieza. No fue una máquina sofisticada ni un hallazgo espectacular, pero su impacto es incuestionable.

Lo que nació como una solución práctica para evitar derrames y mantener la frescura terminó convirtiéndose en un invento indispensable para millones de personas. Siendo una solución argentina para el mundo. Esta es la historia de la tapa a rosca, un objeto silencioso, pero esencial, que cambió la forma en que interactuamos con los envases en todo el mundo.

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El invento argentino reescribió la historia de la vida cotidiana

Según el blog ser argentino, aunque el modelo se popularizó en Australia, varias fuentes afirman que fue el argentino Jorge Weber quien patentó en 1968 la tapa a rosca, un invento que revolucionó la forma de conservar y transportar líquidos.

A diferencia de las tapas a rosca tradicionales, este invento incorporó un sobreborde troquelado adherido a la tapa. Tras uno o dos giros, dicho sobreborde se rompe y se desprende, lo que garantiza que el contenido de la botella no ha sido manipulado previamente.

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A pesar de que muchos recuerdan el famoso comercial de 1999 protagonizado por Luis Machín para la marca Isenbeck ,donde se jugaba con la dificultad de pronunciar "tapa a rosca", pocos conocen que detrás de esa innovación hubo un aporte argentino que impactó a nivel global. Desde entonces, la tapa a rosca se convirtió en un estándar mundial, utilizada en millones de botellas y envases.

Aunque hoy parece un elemento menor, la tapa a rosca resolvió problemas clave como la protección del contenido, la facilidad de uso y la seguridad del consumidor. El diseño de invento permite abrir y cerrar un envase cuantas veces sea necesario, sin perder hermetismo ni higiene. Desde botellas de agua hasta frascos de medicamentos, su uso es universal.

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