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Julio Cobos trabajará para la precandidatura a presidente de Gerardo Morales, presidente de la UCR nacional.
"A mi votaron tantas personas como a Cristina", repetía Cobos por entonces, luego de haber sorprendido al país con aquello de "mi voto no es positivo", que fue la forma política de decir que su voto como jefe del Senado era negativo para el oficialismo. Ese episodio anuló la "guerra con el campo" porque hizo trizas la ley de retenciones móviles con la que Cristina quería hacer hocicar a los productores de soja aumentándoles a placer los tributos.
Como los gatos
Cobos se ha equivocado varias veces, pero siempre termina parado. "Te puede estar cagando, pero siempre lo hace con esa carita...". así lo definió el peronista sanjuanino José Luis Gioja, otro que bien baila.
Cuando en 2015 el radicalismo se reunió en Gualeguaychú para definir si se sumaban o no al macrismo y a la Coalición Cívica en lo que después fue Cambiemos, Cobos integró la minoría que votó en contra. Y cuando Macri ganó, Cobos pidió la cuenta, pagó, y siguió colaborando como si nada.
Aquella sociedad de Cobos con los Kirchner, de la que también participó en sus comienzos Alfredo Cornejo, ha sido considerada por muchos como lo peor que Cleto decidió en su vida política. Simplemente porque estaba destinada al fracaso. Sin embargo, de no haber sido Cobos vicepresidente (en las condiciones que lo fue) ¿tendría el nivel de conocimiento nacional que hoy posee y el peso que ha mantenido dentro del radicalismo?
En las elecciones de 2019 la propaganda del radicalismo mendocino se basó en tres patas: Suarez gobernador, Cornejo al tope de los senadores nacionales y Julio Cobos, ídem de los diputados. Y no fue forzada. Esa fue la lectura que hicieron los mendocinos que les dieron el triunfo. Y esos eran los nombres que marcaban las encuestas con mayores posibilidades. Cornejo actuó como el osado; Suarez, como el previsible y Cobos, en calidad de gran comunicador.
Ahora es distinto porque Cobos ya ha dicho que en 2023 no va a ir en ninguna lista. Es más, ha confirmado que quiere trabajar para la postulación presidencial de Gerardo Morales, titular de la UCR nacional, en las PASO de Juntos por el Cambio (JxC). No hay que ser muy avispado para darse cuenta de que nuestro personaje sigue moviéndose -a su modo- en la tramoya, en el detrás de escena.
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Julio Cobos y Gerardo Morales, foto en familia.
Cleto al natural
Si él tiene que posar para la foto con Omar De Marchi en San Rafael, con todo lo que implica eso en este momento en que el lujanino quiere romper con Cambia Mendoza, él lo hace y dice no verle el problema porque hablar con otro político es lo más lógico.
Además de trabajar con Gerardo Morales coordinando los planes de gobierno que presentará el radicalismo en Juntos por el Cambio, Cobos pretende además completar su mandato como diputado nacional, que vence en las legislativas de 2025, y después se verá. El "curte" de referente todo terreno. En 2022 asesoró a Daniel Orozco en su aventura hacia la gobernación, ahora cancelada. "Coucheó" a Luis Petri cuando éste le fue a pedir opinión. Y así ocurrió con otros. Esa, nos dice, es su naturalidad.
No tiene empacho en admitir que la relación con Cornejo está frizada, pero siempre aclara que pensar distinto no es sinónimo de romper o de dinamitar puentes. Además es ingeniero, y esos hacen puentes, no los dinamitan. En 2004 cuando Cobos se lanzó al río kirchnerista, uno de los que lo acompañó en la primera etapa de la zambullida fue Alfredo Cornejo. No se debe olvidar que Cornejo había sido ministro de Gobierno y de Seguridad cuando Cobos fue gobernador.
Cobos y Cornejo se conocen todos los piojos que cargan, se tienen calados. Están distanciados pero, como en una pelea de hermanos, saben que si la madre cae enferma, ese lecho los va a volver a unir.
Mirada modelo '68
Cleto dice que a su edad (en abril cumplirá 68) ya carga otra mirada de la vida y que siente que tiene más libertad para decir las cosas y hablar con todos. Algo debe haber influido el hecho de que ya es abuelo y que hace un año volvió a ser padre con su nueva pareja. Y da consejos al que lo pida. Por ejemplo, dice que le habría gustado ver al intendente de Guaymallén Marcelino Iglesias en el pelotón de los precandidatos a gobernador.
En 2007, cuando Cobos pactó con Néstor Kirchner y aceptó ser el vicepresidente de Cristina, la UCR lo expulsó. Después le perdonaron esa locura y lo dejaron volver. El partido se dio cuenta de que no podía prescindir de él. ¿Cómo deshacerse de un tipo que enfrentó con estilo a los Kirchner, alguien que cuando ocurrió lo del voto no positivo volvió en auto a descansar unos días a Mendoza y en los pueblos lo saludaron como el que evitó que estallara la "guerra del campo".
Su carrera empezó como decano de la Universidad Tecnológica Regional Mendoza. Ya ahí demostró que tenía fibra para comunicar. Después fue titular de Vivienda en la Municipalidad de la Capital. El gobernador Roberto Iglesias lo incorporó luego como ministro de Obras. Y fue el ministro distinto, el que decía cosas que llamaban la atención, el que exhibía un aceitado manejo con el periodismo. Por entonces los analistas políticos empezaron a ver que, sin aspavientos, el tipo se estaba macerando para llegar al Sillón de San Martín.
Como gobernador fue discreto. Como vicepresidente fue explosivo. Y correcto en su paso como senador nacional y diputado del Congreso. Pero sin duda, muy superior que todo eso fue su poder de llegada a la gente. Ahí no hay con qué darle.
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