Análisis y opinión

Alberto Fernández en Mendoza: una visita a todas luces malparida

El origen de todo el follón presidencial en Mendoza fue fruto de la falta de tacto político de la Casa Rosada al armar esta visita

Los kirchneristas locales no se privaron de celebrar sotto voce el traspié presidencial. Todos saben que la directiva de Cristina es frenar las ínfulas reeleccionistas del Presidente. La Vice está imposibilitada de ejercer nuevos cargos públicos debido a la condena por fraude al Estado, pero aún le quedan once meses de vicepresidenta y, sobre todo, conserva el poder para ejercitar el dedo sobre las candidaturas que crea necesarias.

Por su parte, Alberto Fernández, a pesar de todas las evidencias en su contra, cree que aún conserva peso específico dentro del peronismo, por ejemplo para forzar unas PASO en el Frente de Todos.

¿Hizo mal o estuvo bien Rodolfo Suarez en no acompañar la visita que hizo el Presidente a Mendoza? He ahí la pregunta de la semana política. Tanto los que estiman que estuvo bien, como los que entienden que obró mal, coinciden sin embargo, en que el origen de todo este follón fue la falta de tacto político de la Casa Rosada para armar esta visita oficial a Mendoza.

Los que ven bien el faltazo de Suarez, dicen que el viaje fue una fallida puesta en escena de alguien que habría actuado con malicia frente a Mendoza al hacer trizas con su laudo presidencial la construcción de Portezuelo del Viento, y favorecer así la postura de la provincia de La Pampa, en manos del peronismo, que históricamente ha combatido los proyectos hidroeléctricos de Mendoza.

El laudo presidencial fue duramente criticado hasta por una mano derecha de Crisitna Kirchner, la senadora nacional por Mendoza Anabel Fernández Sagasti, lo cual dejó a Alberto mucho más descolocado de lo que ya venía ante los mendocinos en general y el kirchnerismo local en particular.

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El ninguneo

El proyecto hidroeléctrico volteado por Alberto había sido pactado en 2006 entre el entonces presidente Néstor Kirchner y el gobernador Julio Cobos a fin que Mendoza desistiera del juicio que llevaba a cabo en la Corte nacional por los daños que le produjo la promoción industrial en las provincias vecinas.

Sin embargo el ninguneo presidencial hacia Suarez ya había tenido otros hitos: en las dos misiones oficiales realizadas a Chile durante su mandato, Alberto Fernández no invitó al gobernador mendocino a acompañarlo, pese a la la importancia estratégica que esta provincia tiene en la relación bilateral de Argentina y Chile.

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Alberto Fernández en una acto durante su visita a Mendoza donde no participó el gobernador Rodolfo Suarez.

Alberto Fernández en una acto durante su visita a Mendoza donde no participó el gobernador Rodolfo Suarez.

También le hizo pagar las muestra de independencia de criterio que Suarez había tenido durante la pandemia al no coincidir con decisiones presidenciales que afectaban la economía y la educación. Además Mendoza siempre ha estado a la cola en el reparto discrecional de los ATN (Aportes del Tesoro Nacional) con los que se ayuda financieramente a las provincias.

Si a ello se agrega que el Presidente siempre calificó de "territorios hostiles" a las provincias a las que no puede disciplinar, como Mendoza y Córdoba, el combo contra la administración de Suarez terminó por hacer eclosión.

El factor Rody

Es difícil no tildar de provocación que a las dos o tres semanas de haber laudado en contra de Mendoza, el Presidente decidiera venir a inaugurar obras en Mendoza como si nada hubiera pasado. Cualquier político profesional sabe que recomponer relaciones entre la Nación y una provincia requiere (sobre todo si son de partidos políticos distintos) del trabajo paciente y quirúrgico de operadores de ambos bandos.

Además, toda visita de ese tipo precisa de algunas formalidades básicas. Debe haber por lo menos un pacto básico entre el visitante ilustre y el dueño de casa. Máxime después de haber dinamitado Portezuelo.

La gente común se pregunta, por ejemplo, qué le costaba a Alberto levantar el teléfono y decirle oficialmente al "Rody", como él mismo lo llamó en el acto de Paramillo, "mirá, quiero ir a Mendoza a inaugurar dos obras que se realizaron en tu provincia con fondos nacionales. Sé que nuestra relación política está para el traste, pero hagamos un esfuerzo para mejorarla". Pero no hubo nada de eso. El sentido común no suele abundar en las decisiones políticas.

Fue así que Fernández optó por la actitud del compadrito. Y Suarez la del embroncado. ¿Qué hubiera pasado si el gobernador lo hubiera recibido protocolarmente demostrando una altura institucional desusada?

Oreja mojada

Como si fuera una mojada de oreja a Mendoza, Alberto Fernández le había anunciado al gobierno pampeano, con varios meses de anticipación, que iba a laudar a su favor. El anuncio se realizó en una de las provincias involucradas en el entredicho y no en sede neutral.

El Presidente demoró luego varios meses más para dar a conocer de manera oficial (a fines del reciente diciembre) el laudo en contra de Mendoza, a la que obliga a realizar un nuevo estudio de impacto ambiental, pese a que ese trámite ya se había realizado y aprobado. La Pampa nunca va a avalar el análisis ambiental cualquiera sea el resultado, por lo que Mendoza ha dado por caída la presa Portezuelo.

En concreto, todo este merengue parece ser otro mal resultado de la intrincada lógica política que insiste en utilizar el presidente Fernández, tan sobrecargada de contradicciones. Otra consecuencia más, casi cantada, de un experimento político mostrenco, aquel que Cristina inventó en 2019 cuando comprobó que ninguna alquimia la podía depositar en la Casa Rosada y que no le quedaba otra que llevar como candidato presidencial a un "moderado" que supuestamente ella iba a dominar.

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