Luego de esperar por varios minutos sin atención, se cruzó al edificio del Ministerio Público Fiscal y pidió hablar con la última fiscal que llevó adelante el caso: Claudia Ríos. Subió hasta la Unidad Fiscal de Homicidios, se contactó con una secretaria y le dijo, con un marcado acento norteño, que venía a buscar un sin efecto. Cuando se identificó a través de su pasaporte, la empleada judicial notó de quién se trataba.
Allí mantuvo un breve y solitario encuentro cara a cara con Claudia Ríos en la mesa de entradas. Le explicó que el juez no lo había atendido y que necesitaba ese trámite para poder circular con tranquilidad. Claro, debido al paso del tiempo, la causa prescribió, Mauricio Suárez terminó sobreseído.
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La magistrada le contestó que esa tarea debía realizarla el juez, pero en cuestión de minutos emitió un oficio al RNR y le brindó una copia a Mauricio Suárez. El hombre saludó correctamente y se retiró caminando, solitario como llegó.
Tal vez Mauricio Suárez haya decidido volver a radicarse en Mendoza, donde tiene un hijo, tras estar más de una década y media en la clandestinidad. Fuentes ligadas a la causa especulan que así se podría explicar su presencia ante las autoridades judiciales. O tal vez no, y vuelva al norte argentino o Bolivia, donde presumen que se escondió todo estos años mientras la investigación moría lentamente hasta quedar impune.
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Analía Estrella Libedinsky y Flavio Piottante, las víctimas del doble crimen.
Doble crimen Piottante-Libedinsky
El 12 de julio de 2006, el psicólogo Flavio Piottante se encontraba en una sesión con su paciente, Estrella Libedinsky, en el consultorio que tenía ubicado en un dúplex sobre calle Barcala, de Ciudad.
La teoría que han sostenido diversos fiscales del caso es que Suárez irrumpió en la escena, probablemente motivado porque Piottante estaba en pareja con su exesposa, Andrea Troncoso.
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Comenzó una pelea donde terminó efectuando dos disparos contra la humanidad al psicólogo. Para garantizar la impunidad del asesinato –por eso la calificación de criminis causa-, estranguló a su paciente y también le quitó la vida. Los cadáveres fueron hallados en la mañana siguiente por la madre de Piottante, quien vivía a pocos metros y se había preocupado porque no le contestaba sus llamados.
El caso se convirtió en un misterio durante los primeros pasos investigativos, hasta que personas del entorno de Mauricio Suárez aseguraron en el expediente que días después del doble crimen les dijo que se tenía que ir porque “se había mandado una cagada”. También se detectó que su celular se había activado en las inmediaciones del consultorio esa jornada.