Durante ese lapso de tiempo de casi 24 horas, las opiniones eran divididas. Gran parte de los vecinos defendían al aprehendido. El chico es -o era- íntimo amigo del padre del menor. Hasta hace algunos días atrás habían estado jugando al fútbol juntos en un equipo amateur que se llama la Sub 21 -en referencia a una de las facciones de presos de la serie argentina El Marginal-.
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Los lugareños, que clamaban por la inocencia, indicaron que era prácticamente el padrino del niño. "Nosotros sabemos lo que esos niños han vivido y el único que siempre estuvo fue él. Los padres a las 4 de la mañana andaban en la calle. Los vecinos le daban de comer mientras ellos estaban re drogados", aseveraban en las redes sociales.
"Tanto nombraron a un pibe que lo único que hizo fue cuidar a su hijo. Tanto lo apuntaron con el dedo. Ahora quién paga todo lo que le rompieron al pibe que era inocente que desde el día cero sabíamos que no eras vos", aseguró otro posteo.
Y así fue. El joven fue liberado y la investigación tomó un giro de 180 grados. El padre y la madre del niño fueron aprehendidos luego de que se realizaron estudios de sangre en el hospital Notti que arrojaron resultado positivo en sífilis. También detectaron que una hermanita de un año también padece esa patología.
¿Abuso sexual?
Ahora el nuevo interrogante es determinar si efectivamente los niños fueron víctimas de agresiones sexuales. A primera vista, no tenían lesiones evidentes en sus partes íntimas aunque esto será confirmado o descartado con las pericias del Cuerpo Médico Forense (CMF). Por otro lado, no es necesario que exista penetración para que se produzca el contagio. Pero también existe la posibilidad de que la enfermedad haya sido transmitida durante la etapa de embarazo de la madre.
Todos estos interrogantes están girando por la cabeza de la fiscal de Delitos Sexuales María de las Mercedes Moya, que en la tarde de este viernes debe definir si imputa o libera a los padres de los niños.
"Siempre la peleamos por nuestra hermosa y pequeña familia", reza un posteo del padre de los menores, quien tiene tatuado los nombres de sus hijos en su rostro. Pero más allá de lo que glosa en las fojas de un expediente penal, todos coinciden en el grado de vulnerabilidad al que estaba sometidos los hermanitos: los investigadores de la causa, los vecinos del barrio, los propios familiares de los protagonistas y los comentarios en las redes sociales.
Será el Estado provincial, a través del Equipo Técnico Interdisciplinario (ETI) y otros organismos, quien deba accionar los mecanismos necesario para cambiar la realidad de los niños.