El israelí Nicolás Gil Pereg, acusado de asesinar a su madre y su tía, contó que recibió en su celda del penal San Felipe la visita de un gato anciano, que lo advirtió que en el inodoro había un monstruo que quería atacarlo, pero que él lo protegería.
Si bien no suena para nada coherente, Gil Pereg contó con total seriedad lo que ocurrió en su celda y explicó por qué se niega a usar el inodoro.
La visita que recibió fue la del Señor Badjus, un gato de 500 años, quien le advirtió que en el inodoro de su celda se esconde un horrible monstruo que quería atacarlo, por lo que le explicó que él se metería allí para protegerlo, por lo que no debía utilizar dicho sanitario.
Gil Pereg explicó que por esto rompió el inodoro y se niega a usarlo, debido a que cree plenamente en la advertencia que recibió del Señor Badjus.
Pero, continúa con la desagradable práctica de escribir las paredes de su celda con su propio excremento. Hace sus necesidades dentro de una bolsa y luego la utiliza para escribir.
Uno de los nombres que escribe es Floda (Adolf), el apodo que se puso él mismo cuando vivió en San Martín. Luego los nombres de alguno de sus gatos: Flafit, Pantera, Bolbadill y Draki.
Desde que fue preso, Gil Pereg reclamó los más de 35 gatos que tenía en su casa de Guaymallén. Ante la negativa del Servicio Penitenciario y de la Justicia de llevarle sus felinos, dijo que él es un gato y sugirió la loca idea se ser encerrado en el zoológico junto con sus mascotas. Pero también fue rechazado.
Después de dejar su caca por las paredes de su celda, se niega a limpiar, por lo que son otros internos quienes deben ingresar y con una hidrolavadora higienizar el lugar para que Gil Pereg no contraiga ninguna enfermedad.