Entrevista

Lucas Giménez es enólogo de afamados vinos mendocinos y franceses gracias a la pesca con mosca

Un hobby le dio la oportunidad: gracias a la pesca con mosca, Lucas Giménez es el enólogo de una de las bodegas locales más prestigiosas y de su par francesa

Desde chico, Lucas Giménez Bachiocchi supo que su destino estaría ligado a la vitivinicultura. Criado en Guaymallén, entre viñedos familiares de la zona Este, el enólogo mendocino hoy es uno de los referentes más destacados de su generación, al frente de La Coste de los Andes y como parte del equipo técnico de Château La Coste en la Provenza francesa.

Su carrera, sin embargo, no estuvo marcada únicamente por el linaje familiar, sino también por los caminos inesperados de la vida. Mientras estudiaba enología, trabajaba como guía de pesca con mosca, un hobby que aún mantiene y que lo llevó a conocer a Patrick MacKillen, propietario de Château La Coste, vínculo que con el tiempo sería clave para su proyección internacional.

Con experiencias en Burdeos y Napa Valley, Giménez consolidó un estilo propio en la elaboración de vinos, basado en la identidad del terroir y en prácticas orgánicas y sustentables.

Lucas Giménez, enólogo
Lucas Giménez tiene 42 años y desde niño supo que iba a ser enólogo. Viene de una familia viticultora.

Lucas Giménez tiene 42 años y desde niño supo que iba a ser enólogo. Viene de una familia viticultora.

Su búsqueda enológica, explica, siempre estuvo centrada en “lograr vinos que hablen del lugar” más que en reforzar el nombre de una marca o una bodega.

Hoy, además de dirigir la enología de La Coste de los Andes y de participar en la elaboración de las reconocidas etiquetas de Château La Coste, impulsa proyectos personales como Finca Iral y preside la Asociación de Productores de Los Chacayes, convencido de que las regiones vitivinícolas se construyen en comunidad.

El enólogo y su vínculo familiar con el vino

A los 42 años, padre de dos hijos y con una vida marcada por constantes viajes entre Mendoza y Francia, Lucas Giménez diseña vinos de altura que recorren el mundo sin perder de vista lo esencial: la familia, los amigos y esa pasión que lo conecta tanto con la tierra como con el río y la bicicleta.

En esta entrevista con Diario UNO, el enólogo recuerda que su historia con el vino empezó mucho antes de elegir la carrera. Viene de una familia de tradición vitivinícola: sus abuelos, hijos de inmigrantes, se dedicaban a la viticultura y luego a la elaboración de vinos en la zona Este mendocina, desde Maipú hasta San Martín.

La bodega familiar, Bachiocchi, sigue activa en Guaymallén, detrás de la casa en la que Lucas creció. Aunque su camino profesional tomó otro rumbo, esos años de infancia le dieron la certeza de que siempre estaría vinculado con el mundo del vino.

Lucas Giménez, enólogo
Prácticamente entre viñedos pasó su infancia Lucas Giménez. Hoy sigue en pie la bodega de su familia.

Prácticamente entre viñedos pasó su infancia Lucas Giménez. Hoy sigue en pie la bodega de su familia.

Su decisión de estudiar la Licenciatura en Enología lo llevó a sumar experiencias en el exterior. Pasó por Burdeos, en Francia, y por Napa Valley, en Estados Unidos, donde trabajó en viñedos y bodegas de renombre.

Desde esos primeros pasos, se interesó por la vitivinicultura orgánica, convencido de que es la vía más sincera y sostenible para expresar la esencia de cada terroir en una copa de vino. "Vivo de muy cerca todo lo vinculado con viñedo, el campo, la bodega desde muy chico y aunque mi actividad no está vinculada hoy con la bodega familiar tengo también mi propio proyecto, hago mi propio camino", manifiesta.

Cómo la pesca marcó su destino en vinos locales y franceses

El gran giro de su vida profesional llegó de una manera inesperada. Mientras aún era estudiante trabajaba como guía de pesca con mosca, una actividad que le permitía manejar sus tiempos y a la par solventar sus estudios.

En 2007, durante una de esas jornadas de pesca, conoció a "Paddy" Patrick MacKillen, empresario hotelero irlandés y propietario de Château La Coste en Francia. La relación comenzó en un ámbito relajado, alejado del negocio del vino, y con el tiempo se transformó en una oportunidad laboral.

Dos años más tarde, ya con la formación en marcha y luego de trabajar en Estados Unidos, Lucas recibió la propuesta de sumarse al proyecto vitivinícola que MacKillen estaba desarrollando en Mendoza. Así comenzó su vínculo con La Coste de los Andes, la bodega franco-argentina ubicada en Los Chacayes, corazón del Valle de Uco.

Lucas Giménez, enólogo y amante de la pesca con mosca
Lucas Giménez, enólogo y amante de la pesca con mosca.

Lucas Giménez, enólogo y amante de la pesca con mosca.

Desde entonces, Lucas Giménez no sólo dirige la enología en la bodega mendocina, sino que viaja varias veces al año a Francia para ser parte del diseño de los vinos de Château La Coste, un complejo que combina arte, gastronomía y viñedos, y que hoy es considerado uno de los proyectos más innovadores de Europa.

"La pesca con mosca siempre fue mi hobby, hoy la mantengo como disfrute, ya no como un trabajo, y la vivo con mi hermano que es lo que más me gusta", revela.

Su mirada sobre Los Chacayes en el mapa del vino mundial

Aunque su trayectoria está llena de logros, Giménez prefiere hablar de “metas alcanzadas”. Menciona con especial entusiasmo su bodega personal, Finca Iral, que le permitió desarrollar viñedos no vinculados con el proyecto francés y trabajar con libertad en busca de vinos auténticos.

A su vez, destaca la importancia de haber acompañado el crecimiento de La Coste de los Andes, con sus viñedos orgánicos a más de 1.300 metros de altura y un estilo de elaboración que combina tradición y vanguardia.

Los éxitos tal vez comerciales están llegando o van a llegar pero los objetivos de los desarrollos en el tiempo se han ido logrando y es una alegría. Me enfoco en las metas más que en los logros Los éxitos tal vez comerciales están llegando o van a llegar pero los objetivos de los desarrollos en el tiempo se han ido logrando y es una alegría. Me enfoco en las metas más que en los logros

Su filosofía enológica se resume en una premisa: ningún vino lo hace una sola persona. Para él, la vitivinicultura es un esfuerzo colectivo donde lo central es la identidad de la región más que el protagonismo de una bodega.

Por eso recientemente asumió la presidencia de la Asociación Civil de Productores de Los Chacayes, una organización que reúne a unos 26 referentes de bodegas de esa parte del Valle de Uco y que busca posicionar a la región como un bloque en el mapa mundial del vino.

El enólogo forma parte de la fundación de esta entidad civil, convencido de que "ninguna persona instala una región en el mundo de manera independiente, ni una persona ni una bodega, esto es algo que sin ninguna duda tenemos que trabajar en conjunto para poner Los Chacayes entre las regiones vitivinícolas más destacadas del mundo".

El enólogo es un férreo defensor de los vinos orgánicos

Una y otra vez repite en la entrevista que su búsqueda enológica "ha sido siempre lograr vinos con identidad, no importa dónde los elaboremos". Y habla en plural porque para él la vitivinicultura es un trabajo en equipo.

"Me ha tocado participar de la enología en Francia y busco también esa identidad del lugar. Lo mismo para lo que hacemos en Mendoza", refuerza.

E insiste en la lección de los nuevos tiempos a fomentar la vitivinicultura orgánica, porque "las prácticas orgánicas son la manera más franca y más pura de lograr esa expresión de la tierra y también es trabajo en armonía con el ecosistema del viñedo, con el ambiente. Es la única que valido en mi función como enólogo", manifiesta.

Las prácticas orgánicas son la manera más franca y más pura de lograr esa expresión de la tierra y también es trabajo en armonía con el ecosistema del viñedo, con elambiente. Es la única que valido en mi función como enólogo Las prácticas orgánicas son la manera más franca y más pura de lograr esa expresión de la tierra y también es trabajo en armonía con el ecosistema del viñedo, con elambiente. Es la única que valido en mi función como enólogo

Más allá de su proyección internacional, Lucas Giménez mantiene los pies en el terroir que lo vio nacer. Sigue viviendo en Guaymallén junto con su esposa Silvia Soriano y sus dos hijos, Luisina de 9 años y Julián de 5.

Confiesa que los viajes frecuentes a Francia y a las zonas vitivinícolas de Mendoza son "un sacrificio personal", pero que no considera instalarse definitivamente en otro lugar porque su vida, su familia y sus afectos están en Mendoza. "Voy más de cuatro veces al año a Francia y viajo a otras partes del mundo, pero lugares como Mendoza y de la manera en que vivimos acá es difícil lograr en otro lado", confiesa.

Los proyectos del enólogo que ya toman vuelo

En su tiempo libre cultiva dos pasiones: la pesca con mosca, que hoy practica sólo por placer junto a su hermano Matías, y el ciclismo al que define como su cable a tierra.

También comparte la vida cotidiana con sus padres, Fernando Giménez y Silvia Bachiocchi, y con sus hermanos Mercedes y Matías, en un entorno que lo mantiene arraigado a sus orígenes.

De cara al futuro inmediato, Lucas ya está en vuelo nuevamente a Francia para cerrar la cosecha 2025 de Château La Coste. En paralelo, sigue atento a la evolución del mercado argentino, que, según observa, muestra una leve recuperación en comparación con la temporada anterior.

Lucas Giménez, enólogo
En su trabajo tanto aquí como en Francia, el enólogo no concibe el vino si no es en armonía con su terroir.

En su trabajo tanto aquí como en Francia, el enólogo no concibe el vino si no es en armonía con su terroir.

Y aunque reconoce que los mercados internacionales están cada vez más exigentes en términos de sustentabilidad, insiste en que Argentina tiene todo para competir si logra comunicar mejor la calidad y longevidad de sus vinos orgánicos.

Con 42 años, el enólogo mendocino combina la tradición de su familia, la experiencia internacional y un fuerte compromiso con la identidad regional. Su historia demuestra que el vino no se hace sólo en la bodega, sino también nace del río, en encuentros con personas que cierran el círculo para darse sentido al brindis final de un trabajo compartido.

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