El consumo de vino orgánico es una tendencia en crecimiento no solo en Argentina, sino en el mundo.
El consumo de vino orgánico es una tendencia en crecimiento no solo en Argentina, sino en el mundo.
En ese sentido, Nicolás Piazza, responsable de negociaciones internacionales en la Fundación ProMendoza, había considerado hace unos días en un análisis sobre exportaciones mendocinas que hizo para Diario UNO, que lo orgánico en general conforma un “ nicho que Mendoza puede explotar por sus productos de mejor calidad”.
Respecto puntualmente del vino orgánico, fue un informe de la consultora Ronda el que dio cuenta que ya se venden más de 1,5 millón de litros al año en el país.
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Con certificaciones especiales, las bodegas buscan adaptarse a los nuevos consumos. Para muchos, evitar los productos ultraprocesados se ha convertido en un estilo de vida que también abarca a las bebidas. Pero no sólo se trata de salud, también de sustentabilidad.
Una mayor demanda por el cuidado del medio ambiente quizás explica la explosión de la industria del vino orgánico en Argentina que se grafica en números: en 2014, se vendieron apenas 4,428 litros, pero diez años después, esa cifra ya superó los 1,5 millones de litros, según el último informe del INV en el que se basó Ronda.
El crecimiento del sector se ve también en la cantidad de productores certificados de uva orgánica: de 59 que había en 2014, pasaron a ser más de 140 en 2024.
Ese boom también se advierte cuando se analizan los números de la exportación de vinos orgánicos. Como decía Piazza, es una puerta hacia el mercado estadounidense, que cada vez más requiere productos de esta calidad.
Estados Unidos es el mayor destino de los vinos orgánicos argentinos
De hecho, Estados Unidos es el mayor destino de los vinos orgánicos argentinos, pasando de comprar 585 mil litros en 2013, a casi 1,5 millones, en 2023. El aumento en una década entonces, según los registros de Nación, fue del 135%.
Los vinos convencionales suelen utilizar sulfitos, que son sales que normalmente se usan para que la bebida no se oxide o se dañe con el paso del tiempo. En cambio, en los orgánicos se procura la menor intervención posible, incluyendo métodos naturales de control de plagas.
En los viñedos orgánicos, en lugar de fitosanitarios, se emplean distintas técnicas que permiten controlar las plagas sin agroquímicos.
En Mendoza, uno de los jugadores fuertes en vinos orgánicos es Bodega Argento, que hace diez que se dedica a este producto e incluyó en sus fincas el concepto del Fair Trade o Comercio Justo, que procura un trato justo y respetuoso con todos los trabajadores de la cadena.
También en Mendoza se destaca Bodega Domaine-Bousquet, ubicada en Gualtallary, Tupungato, que debe gran parte de su progreso a este emprendimiento. Fue fundada a finales de los años 90 y ya lleva 25 años dedicándose a la agricultura orgánica, con más de 260 hectáreas certificadas y liderando la exportación de vinos orgánicos en el país.
En los viñedos orgánicos se puede notar el crecimiento de otras plantas junto a las vides. Eso es adrede para oxigenar el suelo y lograr la biodinámica, que tiene que ver con utilizar sólo fertilizantes y productos naturales y es otro de los parámetros que tienen que cumplir los vinos para ser considerados orgánicos, explican los que saben.
Las entidades certificadoras, como la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), son estrictas en cuanto al uso de químicos que no sean de síntesis ni de organismos genéticamente modificados. Además, ponen el foco en la biodiversidad, que incluye también que el packaging sea reciclable, en el menor consumo de vidrio, y la reducción del uso de pinturas en cajas y etiquetas.