El estudio identificó patrones vinculados a 9 personalidades, estos son algunos de ellos:
- Las personas que prefieren alimentos amargos pueden presentar mayores rasgos antisociales o psicópatas. Además, esta preferencia se asocia a personas menos simpáticas y hostiles.
- Los alimentos muy dulces suelen vincularse con personas muy sociables, y amables.
- Las personas con una dieta muy saludable y natural suelen ser más extrovertidas, abiertas, inteligentes y curiosas.
- Los alimentos picantes se asocian a personalidades más aventureras y en busca de sensaciones constantes. Contrariamente, las personas que consumen alimentos suaves y sin condimentos, suelen ser menos aventureras y más precavidas.
Un final feliz: qué significa que una persona deje siempre la mejor parte de la comida para lo último, según un estudio
De acuerdo a un estudio realizado por la gerontóloga Corinna Loeckenhoff, profesora de Desarrollo Humano de Cornell College, comer lo mejor al final o al comienzo, puede estar relacionado con espíritus más o menos jóvenes. Dicho de otro modo, las personas que comen inmediatamente sin guardar nada para el final, suelen se mayores; mientras que las personas más jóvenes dejan para el final lo mejor.
La especialista trabajo con la Teoría Socioemocional de Selección, teoría que plantea que las decisiones de las personas dependen de la amplitud de los horizontes de la vida que cada quien percibe en sí misma. Es decir, no tiene que ver simplemente con una edad biológica, se relaciona con el espíritu joven: personas que piensan que tienen mucho por vivir y están centrados en el futuro.
Cuando las personas están más orientadas al presente y piensan que tienen menor años por delante, disfrutan y experimentan en el momento. Suelen ser personas que comen la parte que más les gusta primero, sin detenerse a pensar mucho.
El estudio se realizó con un grupo de 90 adultos de diferentes edades a quienes se les pidió que ordenaran una serie de fotos catalogadas como positivas, neutras y negativas.
Las personas más jóvenes mostraron una preferencia por las secuencias que empezaban con las fotos negativas y terminaban con las positivas. Los adultos mayores armaban secuencias con fotos negativas y positivas intercaladas.