Historia de un pequeño valiente

Thiago tiene 8 años y dejó atrás el cáncer con una campanada en el hospital Notti

Fue un día de felicidad para el guerrero Thiago Abad Bonadé, quien afrontó con valentía el tratamiento contra el cáncer en un proceso que duró cinco años

"Me siento emocionado”. Con esas palabras, Thiago Abad Bonadé sintetizó el significado de esta fecha inolvidable: con una campanada en el salón de actos del hospital Notti, el niño de ocho años deja atrás el cáncer. Sus padres, su hermana y sus compañeros de la escuela lo acompañaron con mucha felicidad.

Thiago aseguró, en diálogo con UNO, que a pesar de que era aún más chico cuando comenzó la batalla contra una leucemia linfoblástica aguda, recuerda perfectamente todo, sobre todo los pinchazos a los que tanto les temía.

Apenas tenía tres años cuando la vida lo enfrentó a una prueba que muchos no lograrían superar. En 2019 ni siquiera hablaba cuando recibió el diagnóstico. En medio del dolor y el miedo, el hospital Notti se convirtió en su segundo hogar durante largos y arduos cinco años.

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A Thiago le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda cuando tenía apenas 3 años.

A Thiago le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda cuando tenía apenas 3 años.

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Maipucino fanático de River y alumno del IMEI

Pero hoy, esa dolorosa etapa es solo un recuerdo lejano: Thiago, oriundo de Maipú, fanático de River Plate y alumno del IMEI, demostró una valentía que asombró a propios y extraños.

Con una fortaleza admirable, atravesó cada etapa del tratamiento y, este viernes, el mismo hospital que lo vio luchar fue el escenario para celebrar una victoria indescriptible: Thiago está libre de cáncer.

Una invitación llena de emoción, con la imagen de Thiago en su cama hospitalaria, anunciaba la cita: "¿Me acompañás a tocar mi campana?", decía el mensaje, junto con una frase que la familia adoptó como bandera durante estos años: "Eres más valiente de lo que crees, más fuerte de lo que pareces y más inteligente de lo que piensas".

El salón de actos del Notti se transformó en una fiesta de amor y agradecimientos. Estuvieron allí sus amigos de la escuela, vecinos, familiares y, por supuesto, gran parte del personal que lo acompañó con dedicación incansable: médicos, enfermeros, personal de limpieza, administrativos, y hasta su señorita de la escuela hospitalaria.

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El recibimiento en Maipú, poco después, fue igualmente conmovedor: vecinos y amigos, con carteles, globos y pancartas, se unieron para celebrar este día inolvidable.

“Hoy, cuando tocó la campana, entendí que este día es un antes y un después en nuestras vidas. No tengo más que palabras de agradecimiento para el hospital”, compartió Florencia Bonadé, la mamá de Thiago.

“Dios nos trajo hasta aquí, a este lugar donde nos dieron todo por mi hijo, pero hoy, estamos celebrando”, continuó, emocionada.

Florencia recordó cómo, la noche anterior, mientras cenaban en familia, les preguntó a sus hijos si comprendían lo que iba a suceder este viernes. "Cuando uno cruza las puertas del hospital y se convierte en paciente, todo cambia para siempre", reflexionó.

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Por eso, no dejó de reconocer la labor de todos los sectores que formaron parte de esta historia de lucha. "Cada uno pasó por mi cabeza como un torbellino: limpieza, que siempre desinfectaba y me daba un respiro para salir a tomar aire mientras Thiago jugaba; nutrición, que nos preguntaba qué queríamos comer, como si estuviéramos en un hotel cinco estrellas; la maestra hospitalaria, que con cada plastilina inventaba historias y enseñaba a contar…”, enumeró con una sonrisa.

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También recordó a los enfermeros, que, con su ternura, hacían todo lo posible para que los pinchazos dolieran lo menos posible. “Entraban cantando o disfrazados, eso no lo voy a olvidar nunca”, dijo.

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Thiago hoy, sano y feliz.

Thiago hoy, sano y feliz.

Agradeció a la Asociación Fundavita, a las voluntarias de la ONG Traspasar, y a todos los médicos que, con una paciencia infinita, estuvieron allí, atentos a cualquier llamada, en cualquier momento.

“Nuestros amigos y familia estuvieron al pie del cañón, y me siento afortunada de tenerlos. Estoy segura de que mi fortaleza no habría sido la misma si no estuvieran a nuestro lado", compartió Florencia.

La lucha por la Ley Oncopediátrica

Los padres de Thiago, junto a miles de familias en todo el país, se convirtieron en referentes en Mendoza para pedir con fervor la sanción de una Ley de Oncopediatría que proteja y acompañe a las familias en sus procesos.

Finalmente, el proyecto fue sancionado, y contempla derechos fundamentales, como la protección laboral de los padres que deben pedir licencias para acompañar a sus hijos durante los tratamientos, un subsidio para aquellos que no tienen trabajo formal, y el apoyo en traslados y alojamientos para los pequeños pacientes.

Florencia, que es licenciada en Recursos Humanos, dejó de trabajar cuando llegó el diagnóstico de Thiago. "Todo en la familia cambia. Juana, mi hija, estaba terminando su salita de 5, y ella también lo vivió con mucha intensidad. Cuando estás en el hospital todos los días, te conviertes en parte de una gran familia con otros padres. Nos ayudamos mutuamente, incluso recaudando dinero para tratamientos y sepelios. La solidaridad es la única manera en que muchos pueden seguir adelante", recordó, con el corazón lleno de gratitud por toda la ayuda recibida.

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