El género Lavandula pertenece a la familia de las lamiáceas y cuenta con una treintena de especies conocidas por los términos lavanda, alhucema, espliego o cantueso. La lavanda es originaria de la costa occidental mediterránea, aunque se ha extendido por otras regiones del mundo, así que la puedes cultivar en tu propio jardín.
Es perfecta para tenerla en casa ya que no es demasiado complicada de cuidar, tanto en maceta como cultivada en el jardín.
Para resaltar y potenciar la belleza de la lavanda, es importante tener en cuenta varios detalles. Se adapta a lugares donde hay mucho sol y poca lluvia. Debe recibir unas seis horas de luz solar directa al día. Si la vas a tener plantada directamente en el jardín, analiza que ningún árbol le pueda hacer sombra o no prosperará.
Aunque la lavanda es una planta resistente a la sequía, necesita una pauta de riego para prosperar y florecer de forma adecuada, sobre todo si se encuentra plantada en maceta. Deberás incrementar el riego en primavera y verano, pero no te excedas ya que puedes provocar la pudrición de las raíces.
Otro detalle para tener en cuenta durante la época primaveral es realizar una poda para mantener la planta compacta, estimular el crecimiento y conseguir una floración más abundante. Recorta aproximadamente un tercio del crecimiento viejo, usando tijeras limpias y evitando cortar la parte leñosa de la lavanda para no dañarla.
Lo ideal es plantar en suelos arenosos, limosos o rocosos con excelente drenaje. A pesar de que no requiere mucha fertilización, si el suelo es pobre puedes aplicar un abono de liberación lenta en la superficie durante primavera.