Alguna vez te ha pasado que estás sentada de "manera normal" en una silla, pero de golpe tienes ganas de levantar una pierna y ponerla arriba de la silla.
Alguna vez te ha pasado que estás sentada de "manera normal" en una silla, pero de golpe tienes ganas de levantar una pierna y ponerla arriba de la silla.
Aunque no lo creas, este movimiento corporal es una forma de autorregulación sensorial: mental, física y emocional.
Cuando las mujeres se sientan así, su cuerpo recibe una retroalimentación sensorial adicional, como un plus de estímulo que puede ayudar a mantener el enfoque y la concentración. Esta sensación “extra” puede ser eso que una persona necesita para sentirse más alerta, concentrados y hasta cómodos no solo de forma física.
Esta postura está relacionada con la propiocepción, que es el sentido que nos permite percibir nuestro cuerpo (movimiento, estado, posición...) en el espacio.
Este tipo de posturas implican compresión o contacto, y de cierta forma activan estos receptores. Además, el cerebro siempre está buscando formas de equilibrar la estimulación naturalmente, por eso sentimos esa necesidad de cambiar la postura y elevar una pierna o rodilla por sobre la mesa. por eso a lo mejor nos encontramos regalándonos en formas que ni siquiera puedas detectar como una técnica de auto-regulación.
Por otro lado, este tipo de postura nos permite estirarnos y descontracturar el cuerpo, sobre todo cuando pasamos muchas horas sentados de la misma manera. Lo mismo ocurre cuando nos sentamos con las piernas cruzadas, o cuando nos sentamos “como indios”.
Pasarse todo el día sentado produce en nosotros el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. De acuerdo al National Health Service de Reino Unido, sentarse por largos períodos de tiempo está asociado a una caída en el metabolismo, lo que pone a las personas en riesgo de sobrepeso y obesidad, y los problemas de salud asociados a esto.
Es por ello que cambiar la postura o la forma en cómo nos sentamos un par de veces al día, puede brindarnos muchos beneficios.