Zysman pasó por Mendoza para brindar una capacitación en Inmersión en redes sociales y emociones, dentro de la diplomatura sobre Emociones en Educación que ofrecen las facultades de Educación y Filosofía y Letras de la UNCuyo.
Diario UNO pudo dialogar con ella acerca de esta problemática que atraviesa transversalmente a las infancias y adolescencias, sobre todo en la etapa de la pospandemia.
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Porqué queremos que el chico "raro" encaje
En los ámbitos escolares, muchas veces se estigmatiza a los chicos, se los etiqueta y hay una tendencia a intentar que encajen en los patrones que la mayoría acepta como "normales". Sin embargo, siempre hay chicos y chicas que se salen de estos moldes y son los que primero pueden pasar por situaciones de bullying.
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Poder hablar de todo lo que nos pasa es una de las mejores herramientas para trabajar preventivamente esta problemática desde la casa y la escuela, opina la especialista en bullying.
Foto: Martin Pravata/ Diario UNO
-¿Hay una tendencia querer hacer que los chicos “raros” encajen para que no sufran la discriminación de los demás?
-Sí pasa y no debería ser así, porque “raro” es el que hace la diferencia. Pasa el tiempo y vemos que el que era "el raro" del curso, después es el que no se divierte tomando alcohol, el más sano. Si vos seguís insistiendo en que el raro es el que tiene que encajar, empezás a permitir cosas que son horribles, empezás a permitir el Whatsapp a los siete años, empezás a vestirlos de regetoneros a los 4 años, los dejás que "perreen", total, todos lo hacen y van a los mismos cumpleaños y juegan a los mismos juegos. Al nene que le gusta leer, al que le gusta la biología, los animales, a ese le apuntan para que cambie y se adapte a los gustos de los demás.
-Quizás por el miedo de los adultos a que los otros chicos y chicas lo hagan a un lado.
Sí y lo que se alimenta es la naturalización del odio al que es diferente a mi. El bullying es el show del odio, donde los que están alrededor también están disfrutando de que eso suceda.
Los "niños-pantalla" y el desafío de reaprender a convivir
María cuenta que después de la pandemia no da abasto con su trabajo. La demanda de intervenciones en las escuelas creció muchísimo porque en pandemia los chicos perdieron hábitos: de jugar con otros, de estar en comunidad, de responder a un adulto; no pueden relacionarse si no es con una pantalla de por medio.
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Zysman asegura que el bullying parte de un discurso de odio que se naturaliza desde las familias.
Foto: Martin Pravata/ Diario UNO
Entonces, van mucho a lo físico, al golpe. Se convirtieron en niños- pantalla: estuvieron dos años hiperconectados, lo que influye en sus actuales problemas para relacionarse con los demás.
-Las pantallas marcan como una pérdida de afectividad...
-Lo que sucede es que tanta virtualidad termina provocando que no haya registro de que del otro lado hay otra persona, que no es un avatar, no es un muñequito. No se le puede decir a otra persona todo lo que se me da la gana a través de un celular, y se dicen realmente cosas irrepetibles, irreproducibles. Cuando vuelven a estar en presencia, hay que sostener todo eso que pasó durante dos años en la virtualidad.
-¿Qué papel juegan los adultos -madres y padres- en todo esto?
Los padres y las madres después de la pandemia tienen una especie de reclamo, o de exigencia. Esperan que la escuela haga de cuenta que no pasó nada, que siga y recupere todos los contenidos perdidos. No pasa por ahí tampoco lo que se perdió tiene que ver con lo afectivo, no solo con los contenidos. Perdieron habilidades, de aprendizaje, de estudio, de vocabulario, lenguaje, de espera y esto va a tardar un tiempo en recuperarse.
-Esto afecta las relaciones de los chicos en el aula...
-El bullying siempre existió, lo que sucede es que siempre va creciendo y crece en función de los modelos sociales que se le plantean a los chicos. Desde qué es ser linda fea, exitoso, emprendedor, resiliente. Entonces uno tiene que ser como aparece la gente en Instagram.
Como no se puede cumplir con esa expectativa, empiezan a discriminar su cuerpo y el de los demás. Esto está muy relacionado al mensaje que les damos desde la casa, si los niños y niñas nos escuchan decir "estoy gorda, vieja, se me cayó esto o o lo otro, qué feas son mis canas, estoy arrugada" este es el modelo de cuerpo que estamos avalando frente a ellos y es lo que van a aprender a valorar o a desvalorizar en si mismos y en los demás.
-¿Aprenden a discriminar?
- Lo que aprenden es un discurso de odio, el bullying es el permiso para odiar que se naturaliza desde la casa. Yo como adulto no puedo decirle a mi hijo que sea buen compañero si estoy todo el tiempo diciendo "esos negros que nos vienen a robar el trabajo" o "esos manteros, que se vuelvan a su país", hay que revisar lo que le decimos a los chicos.
-¿Es lo que ellos van a considerar como permitido?
- Es así, y además les enseñamos a no tener un límite para expresar sus pensamientos. Yo no puedo decir o hacer cosas que hagan sentir mal a alguien porque se me da la gana. No se puede dañar gratuitamente a otra persona.
SOS a las escuelas: qué pueden hacer frente al bullying
Para las instituciones, abordar este tipo de situaciones suele ser tan complejo que se ven desarmadas frente al desafío. Zysman asegura que el camino más corto para solucionarlo, suele ser el más complejo: pasa por hacerse cargo.
-¿Qué pueden hacer las escuelas frente a esta problemática con los recursos que tienen?
Lo primero es trabajar en prevención, mejorar el clima institucional, el del aula. Para abordar estos aspectos no hace falta hablar sobre bullying, sino plantear la diversidad, pero en serio. Que los chicos tengan claro cuáles son sus propios derechos y los de los demás.
Discutir sobre tolerancia, aunque no me gusta mucho la palabra, pero a lo que apunto es a que los chicos internalicen que tengo que convivir con las demás personas, aunque no me haga amigo de ellas.
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Poder mantener un sueño para los adolescentes es cada vez más difícil frente a una realidad tan dura como la que se vive en muchos hogares del país.
Foto: Martin Pravata/ Diario UNO
Las escuelas tienen que generar espacios preventivos constantes y para esto no hay un método infalible, como me piden en algunas instituciones, quieren un plan para seguir a pie de la letra, y esto no existe. Es como si pretendiéramos tener un programa que nos permita llevarnos bien entre padres, madres e hijos.
-¿Puede ser que esté sucediendo un caso de bullying y que realmente en la escuela no se den cuenta?
- Difícilmente no se den cuenta, porque cuando uno ingresa a un lugar donde está pasando una cosa así, el clima se siente pesado, se nota
-¿Cómo lo aborda usted desde las intervenciones que realiza en escuelas?
- Yo no doy charlas, los chicos están cansados de sermones. Yo les hago hacer cosas, por ejemplo, trabajamos la empatía con la famosa frase de "ponerse en los zapatos del otro", pero en forma concreta. Les hago cambiarse los zapatos y usar los de los compañeros. Ellos se divierten, pero a la vez se dan cuenta las dificultades de caminar con los zapatos de otra persona.
Les hago realizar propuestas: ¿Qué podés hacer vos si ves a un compañero que está solo, que no tiene amigos o si ves que los demás se ríen de él?. Trato de llevarlos a lo concreto para refutar el maltrato de las redes sociales diciendo cosas buenas de las personas con las que conviven en el aula.
-Es decir, que hablen bien de sus compañeros...
- Sí y te aseguro que les cuesta un montón. Decir lo que les molesta no les sale re fácil. Pero decir qué cosas buenas han vivido con el chico que tienen al lado, se les dificulta muchísmo.
El bullying empieza en casa
Cuando un niño o niña es víctima del bullying, son los adultos los que primero van a reclamar a la escuela. Situación que no sucede cuando el hijo es el que genera la situación de acoso. Sin embargo, ambos necesitan ayuda y sin la participación de las familias la institución no puede resolver las situaciones.
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Para la especialista Zysman, es poco frecuente que en una escuela que esté pasando un caso complicado de bullying no se den cuenta de las señales, porque el clima escolar se convierte en muy difícil de sobrellevar.
Foto: Martin Pravata/ Diario UNO
El bullying muchas veces comienza por discursos avalados en casa, que se naturalizan.
-En cuanto a las etiquetas, hay etiquetas que se les ponen a los chicos en la escuela, que terminan siendo avaladas por los padres y madres, los docentes y la misma institución. ¿Qué se puede hacer frente a esto?
-La escuela y la familia no pueden darle mensajes contradictorios a los chicos. Hay escuelas que quieren trabajar en serio el tema del bullying y desde la casa no se puede contradecir lo que la escuela se proponga hacer. Por ejemplo, si yo tengo un grupo de 5 ó 6 que hostigan a uno, yo a ese grupo lo tengo que desarmar. Para poder desarmarlo, tengo que convocarlos de a uno a hablar conmigo. y muchas veces pasa que los padres son reacios a reconocer que sus hijos también son parte del problema y te dicen "¿por qué vas a llamar a mi hijo si él solo no fue, si fueron todos'".
-¿Puede pasar que las familias no acompañen las acciones de las escuelas?
-Quizás la institución esté abordando una situación problemática de una forma, y son los mismos padres y madres los que alimentan que se aisle a un niño, o se lo considere problemático.
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Según Zysman, los chicos de la pospandemia después de dos años de hiperconexión, han perdido hábitos de estar juntos, y han aprendido a relacionarse a través de las pantallas.
Foto: Martin Pravata/ Diario UNO
Son muchos los casos en los que las familias incentivan que los niños inviten a la casa a los "más tranquilos" o a los "menos problemáticos", en algunos casos, hay quienes le proponen a los chicos invitar a algún compañero con el que no se lleve tan bien, al que pega o molesta en la escuela, porque quizás afuera no lo haga. No es lo más frecuente, pero muchas familias que se proponen este tipo de cosas, lo hacen.
- Entonces, ¿qué pueden hacer las familias para prevenir el bullying?
- Cuando yo trabajo con familias, no les doy una clase sobre lo es el bullying y lo que no es, ellos ya saben. A veces tengo que ordenar un poco los conceptos, porque bullying no son burlas, ni apodos, o peleas aisladas, es una conducta constante e intencional que busca humillar al otro y está sostenida por un público.
- Lo que yo hago con las familias es que se den cuenta la importancia del rol que tienen ellos, en la mirada de los propios hijos y de los compañeros y compañeras de sus hijos.
- Concretamente, se deben involucrar y es raro que se involucren, lo hacen si son la familia del victimizado. Yo circulo por provincias en donde vienen a las capacitaciones 300 docentes, 200 pibes y 20 padres. Después mandan un mensaje en Instagram "no fui, pero quiero saber qué tengo que hacer"
-¿Es como querer sacarse el problema de encima, por compromiso?
-Es que lo otro es mucho más trabajoso, es sentarse a ver qué pasa. A veces la respuesta está en lo que hacen los adultos. Yo no me banco a una mamá y entonces puedo juntarme a tomar un café y ver cómo lo podemos solucionar, sino es un libro teórico que uno pretende transmitir sin poder hacerlo.
Como dijimos antes, no hay métodos infalibles. No hay programas que funcionen siempre, hay que sentarse a escuchar a los chicos y ver qué les pasa. Ahora hay toda una tendencia -derivada de la mal entendida "educación emocional"- a mirar al otro como un emoji. Si está sonriente, está contento. Entonces, si estamos hechos pelota y lo simulamos, y ponemos una carita feliz, está todo bien.
Muchos chicos hacen esto, simulan, para que no los vean mal, porque los van a cargar el doble. Lo que finalmente hacen es racionalizar las emociones. Terminan explicando los sentimientos con palabras de adultos como "yo estaba muy enojado porque no sé manejar la ira, tengo impulsos que no puedo manejar". Te terminan dando una clase teórica y no te dicen lo que sienten de verdad.
Grooming, el acoso en redes sociales que está a la orden del día
María trabaja con púberes y adolescentes con los que tiene que abordar el tema grooming, que es el acoso de un adulto hacia un menos a través de las redes sociales, muchas veces haciéndose pasar por un par.
-¿Qué peligros enfrentan los chicos con respecto a los intercambios con desconocidos en las redes sociales?
-Uno de los más frecuentes y que los vuelve más vulnerables es su propia omnipotencia, el creer que a ellos no les va a pasar, que se van a dar cuenta de con quién están hablando, porque no son estúpidos. Pero resulta que el mismo que les envió la solicitud a ellos, se las mandó a cien contactos más, que también lo aceptaron y entonces, la persona no s peligrosa porque tengo con ella cien amigos en común.
También está, por el otro lado, la inteligencia del acosador
- Es que el "hormonazo" de los chicos está, es real. El groomer lo que hace es proponer estrategias para ir generando esa confianza para que los chicos y chicas caigan en la trampa. Después, la distancia entre la confianza y la extorsión, es un solo paso.
-Se repite la pregunta del bullying, ¿qué se puede hacer para prevenir este tipo de situaciones?
- El mejor programa es hablar, y hablar de todo, de cómo te sentís después de dos años de pandemia en que perdiste proyectos, capacidad para saber relacionarte y ahora te está cambiando el cuerpo y no sabés qué hacer ni lo que querés más adelante. Esto en el contexto de un país que no nos deja proyectar ni soñar. Hay que saber filtrar, procesar y mantener un sueño dentro de un contexto que propicia que los chicos puedan pasar, con mayor frecuencia, por este tipo de situaciones.
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