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En 1983, Mario Dávila creó el primer semáforo para personas ciegas del mundo a partir del semáforo convencional de luces.
En este sentido, Argentina es reconocida por uno de los más significativos inventos en materia de inclusión: se trata del semáforo para ciegos, creado en 1989 por el argentino Mario Dávila. Este dispositivo innovador posicionó al país en el mapa mundial al brindar una solución concreta a las personas con discapacidad visual en su vida cotidiana.
Semáforo para personas ciegas: el invento argentino pensado para la inclusión
El semáforo para ciegos consiste en un dispositivo con pantalla en sistema Braille, que permite al no vidente reconocer información clave. Este dispositivo se ubica en la vereda, justo donde las personas esperan que se detengan los autos. Al estar en rojo el semáforo tradicional, este aparato comienza a hacer un ruido intermitente que indica que es momento de cruzar la calle, mientras que, cuando hace un ruido más pausado, muestra que se debe aguardar en la esquina.
De esta manera, otorga mayor autonomía y seguridad en la vía pública, un desafío que hasta ese momento estaba poco contemplado en la planificación urbana. De hecho, el primero se instaló en la esquina de Medrano y Díaz Vélez, cerca de la Biblioteca Argentina para Ciegos de la Ciudad de Buenos Aires.
semaforo para personas ciegas
Dentro de esta alternativa, se contempló a los no videntes que también son sordos. Para ellos, el dispositivo emite una vibración que les permite identificar si pueden o no atravesar la vía pública.
La creación de Mario Dávila en 1989 significó un antes y un después en el campo de la accesibilidad. Gracias a este invento, ciudades de diferentes países comenzaron a implementar sistemas similares, entendiendo que la movilidad urbana debía ser pensada para todos. Argentina, con este avance, mostró al mundo que la tecnología puede ser una herramienta poderosa para la inclusión social.
Actualmente, los semáforos sonoros y táctiles se han expandido en numerosas ciudades, contribuyendo a que las personas con discapacidad visual puedan desplazarse de forma más independiente. El aporte pionero del argentino Mario Dávila no solo fue técnico, sino también social, ya que abrió la discusión sobre la necesidad de un urbanismo inclusivo.