Jeringa descartable: el invento argentino que cambió la medicina
jeringa descartable y su creador Carlos Arcusín
Carlos Arcusin y su invento la jeringa descartable.
La creación de este objeto significó un antes y un después en la prevención de enfermedades infecciosas. Gracias a este desarrollo, millones de personas en todo el mundo accedieron a tratamientos más seguros y confiables, evitando la reutilización de elementos que en el pasado ponía en riesgo la salud pública. Se trata de la jeringa descartable.
La jeringa descartable es un dispositivo médico diseñado para administrar medicamentos líquidos o extraer fluidos del cuerpo de manera segura y estéril. Consta de un cilindro hueco, un émbolo que permite controlar el flujo y una aguja fina que penetra en la piel o en los tejidos.
Lo que la diferencia de las antiguas jeringas reutilizables es que está pensada para usarse una sola vez y luego desecharse, eliminando así la posibilidad de transmisión de virus, bacterias u otros patógenos entre pacientes. Este simple, pero innovador cambio salvó incontables vidas y todavía hoy se considera una de las herramientas médicas más importantes de todos los tiempos.
El origen argentino de una idea brillante
Según el blog Serargentino.com, este invento se puso en forma en el año 1989, cuando Carlos Arcusín ideó primero una jeringa con un capuchón para la aguja que evitaba accidentes. Este accesorio no era reutilizable y en realidad fue el origen de las actuales jeringas descartables.
Carlos Arcusin nació en julio de 1954 en Buenos Aires y tiene una amplia trayectoria tanto como inventor como empresario. Es miembro fundador de la Asociación Argentina de Inventores y posee una gran cantidad de patentes por productos inventados, tanto en el país como en el mundo. Más de cincuenta inventos suyos están en el mercado.
jeringa descartable
Fue un desarrollo muy importante porque evitó el contagio de enfermedades a través de la reutilización de jeringas. En la actualidad, es el tipo de jeringa utilizada para las vacunas.
El invento de Arcusín fue un momento bisagra para la medicina, porque permitió garantizar mayor grado de higiene y la prevención de enfermedades. De hecho, este pequeño gran invento se convirtió en un factor clave para evitar contagios de hepatitis o VIH. En 1992, este ingenioso argentino ganó la medalla de oro de la OMPI, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual que pertenece a la ONU. Sin embargo, la OMS ha declarado su uso obligatorio recién a partir de 2020.
Con el paso de los años, la industria farmacéutica perfeccionó los materiales y métodos de producción, lo que permitió abaratar costos y garantizar su disponibilidad masiva. Así, un invento argentino se convirtió en un estándar universal de la medicina moderna.
Hoy, la jeringa descartable es sinónimo de seguridad, confianza y prevención en la atención médica. Desde vacunaciones masivas hasta cirugías de alta complejidad, su presencia resulta imprescindible.
Este invento argentino no solo revolucionó la medicina, sino que además pone a la vista como la innovación local puede tener un impacto global. Un claro ejemplo de cómo una idea simple, impulsada por la necesidad de salvar vidas, puede trascender fronteras y cambiar para siempre la historia de la humanidad.