La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha confirmado que los edulcorantes no tienen beneficios a largo plazo relacionados con la pérdida de grasa corporal en niños o en adultos. ¿A qué se debe esta alerta?
Los edulcorantes como el aspartamo, la sacarina, el acesulfame K o la sucralosa se utilizan ampliamente en productos etiquetados como "light" o "sin azúcar". Estos compuestos ofrecen un sabor dulce sin aportar calorías, lo que en teoría ayudaría a bajar de peso. No obstante, la evidencia científica ha revelado que su consumo habitual podría alterar el metabolismo, afectar la microbiota intestinal y aumentar el deseo por alimentos más dulces y calóricos.
La OMS ha observado que el uso frecuente de edulcorantes no calóricos engaña al cerebro. Al detectar un sabor dulce sin recibir la energía esperada, el organismo reacciona con un aumento del apetito, lo que podría llevar a un mayor consumo calórico a lo largo del día. Además, se ha comprobado que estos aditivos pueden modificar las señales hormonales relacionadas con la saciedad.
Por otro lado, según la OMS, los edulcorantes afectan negativamente a la microbiota intestinal, alterando el equilibrio de bacterias beneficiosas. Esta disbiosis podría favorecer procesos inflamatorios, resistencia a la insulina y, en última instancia, aumento de peso. Aunque se consideren seguros en pequeñas cantidades, su uso constante y prolongado genera preocupación entre los expertos en nutrición y salud pública.
Asimismo, muchas personas que incorporan productos con edulcorantes creen estar tomando decisiones saludables, lo que las lleva a subestimar las calorías de otros alimentos. Esta falsa sensación de control contribuye a mantener hábitos alimenticios poco equilibrados.
Tomar edulcorantes no representa una solución efectiva ni saludable para bajar de peso o disminuir el consumo de azúcar. Los especialistas recomiendan priorizar una alimentación basada en alimentos naturales, reducir el umbral del sabor dulce y educar al paladar. Reemplazar los ultraprocesados por frutas, verduras y productos integrales continúa siendo la estrategia más confiable para mejorar la salud y alcanzar un peso adecuado de forma sostenible.