Entrevista exclusiva

Javier, hijo de Marciano Cantero: "Yo no sé si alguien de este planeta podrá cantar como mi viejo"

Javier Cantero (30) es el único hijo de Marciano Cantero, líder de Los Enanitos Verdes que falleció hace 3 semanas. "Mi viejo era muy Marciano; siempre estuvimos juntos", cuenta el muchacho que también es músico y al que ya le ofrecen sumarse a la banda que desde Mendoza triunfó en Latinoamérica, México y Estados Unidos durante 40 años

Marciano Cantero (62) murió hace tres semanas ya y el tiempo comenzó a aliviar el dolor de los fans de Los Enanitos Verdes. A sus íntimos, muy por el contrario, recién ahora les está cayendo la ficha de la pérdida. Como a Javier, su único hijo, quien ahora mismo está tomando real conciencia de la partida de su papá y aun así acepta hablar con Diario UNO. "Mi viejo era muy Marciano", dice el muchacho de 30 años, sentado a la mesa de un café que nunca tomaremos porque nada habría de interrumpir un mano a mano tan profundo y confesional.

Habla pausado y seguro. Serio. Tímido. Javier Cantero es todo eso y más. Las piernas cruzadas, los dedos entrelazados, gorrita roja con la marca de guitarras y bajos eléctricos Fender, el celular activo y un manojo de llaves que pone sobre la mesa. Las llaves son las del Ford Ka azul metalizado modelo 99 que Marciano Cantero "amaba" y que él ahora tiene ahí, a la mano. Como un tesoro.

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El hijo de Marciano Cantero y el Ford Ka modelo 99 del líder de Los Enanitos Verdes.

El hijo de Marciano Cantero y el Ford Ka modelo 99 del líder de Los Enanitos Verdes. "Mi viejo amaba este auto: tiene pasacasette".

El muchacho, que nació y vive en Buenos Aires, también es músico y tiene un rol preponderante en una banda que se llama Los Intergalácticos, que tiene entre ceja y ceja seguir trabajando para grabar el primer disco.

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Marciano Cantero y el pequeño Javier: el primer desapego

Cuando él era un niño, Marciano y Los Enanitos Verdes triunfaban en el exterior. Ahí se produjo el primer desapego.

- Contáme...

- Éramos muy unidos. Cuando yo tenía 8 o 9 años él se fue de gira 4 meses. Es la escena más triste que tengo de esa época. Lo demás, fue siempre estar apegado a mi viejo y él a mí... En su estudito tocábamos la batería, la guitarra y el piano -evoca-. A fines de los años 90 él era muy nerd de las computadoras, algo poco habitual para la época. Ahí se enamoró de Apple, cuando Apple no era nada.

- ¿Te costó encontrar al papá para hablar de cosas de padres e hijos en ese ámbito de música y músicos y giras y ensayos?

- No, jamás porque él era muy sencillo. Aun en sus momentos de artista y personaje era un tipo humilde, sencillo y accesible a esas cosas pequeñas. Recuerdo un día, cuando yo estaba en primer grado, que le dije que me gustaba una nenita y le pregunté qué debía hacer.

- ¿Y?

- Me dijo vos andá y decile cuando te veo me das un power. (Sonríe)

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La relación padre-hijo

- ¿Se vieron durante todos estos años con tu papá?

- Sí, siempre. En mi adolescencia él estuvo en México y no podíamos vernos tanto porque yo estaba en Buenos Aires. Su carrera hizo una explosión, que acá no se vio tanto porque internet no era lo que es hoy. Yo sabía que le iba bien pero hasta ahí. Cada llamado y cada visita de él era para ocuparnos de nosotros dos. No había lugar para la música ni para las cuestiones profesionales.

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Javier Cantero.

Javier Cantero.

- ¿Y de qué hablaban?

- Íbamos a tomar café; salíamos en su Ford Ka `99, que todavía conservo; él amaba ese auto, lo amaba. Yo lo odio.

- ¿Sí?

- Porque no frena; nunca frenó -sonríe-. Él lo amaba por su diseño inglés y su color violeta metalizado tan bonito.

- ¿Marciano lo usaba siempre?

- Desde el ´99 fue su auto siempre; en México tenía uno igual.

- ¿Cuándo descubriste que podías hacer música?

- En octavo grado, no recuerdo qué edad tenía. Me gustaba la canción My sweet lord, de George Harrison. En el concierto para George Harrison están todos con las acústicas y supe que quería hacer eso: encontré una criolla de mi papá -hizo shows en vivo con esa guitarra- y me puse a practicar. Después encontré su guitarra Stratocaster blanca de toda la vida: él me la regaló pero yo no entendía el significado de ese regalo. Calamaro le había dibujado un miembro viril masculino.

- ¿Esa guitarra era algo muy personal, muy íntimo?

- Y... con lo que hacés música es casi como tu mujer.

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El hijo músico

- ¿Qué música estás haciendo?

- Siempre me dije que no iba a hacer lo mismo que mi papá, quise distinguirme porque mi papá ya existía y nunca podría hacer su trabajo mejor que él. Pero inevitablemente creo que tengo en mi ADN musical todo lo que él me inculcó. Con instrumentos, arreglos o estilos siempre me hacía saber lo que para él era bueno y qué no era bueno.

- ¿Y qué era bueno para él?

- Que todo sea como tiene que ser: que el bajo suene a bajo, que los bajistas pirotécnicos y rápidos no le gustaban, que los cantantes pronuncien bien las palabras y las acentúen bien: no le gustaba cuando las palabras estaban mal acentuadas con tal de hacerlas entrar en la oración.

- Y para vos, ¿qué está bien en música?

- Voy a pensarlo -advierte y se toma un momento-. Yo me quedo con la definición de buen gusto de Steve Jobs, que escuché hace años con mi papá y me marcó: la mejor de todas las disciplinas y de todo eso armar algo nuevo: las armonías de Los Beatles, la fineza del piano de Don Henley, la batería de Phil Collins. Eso es buen gusto. Y decir vamos a sacar lo mejor de los mejores. En los 80 y 90 mi padre tuvo sus mayores producciones. Y eso se notaba, en cómo elegía producir sus demos, en cómo terminaban sonando sus canciones...

- ¿Marciano había estudiado música?

- Sí. Acá, en Mendoza, estudió contrabajo. Un día me contó que en el salón dejó el arco y empezó a tocar jazz, entró un profesor y le dijo vos no querés estar acá, vos querés hacer eso, andá y no pierdas más el tiempo.

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Aquella familia

- Hablemos de la vida familiar: alguna vez fueron vos, tu mamá Cecilia y él... ¿pero después?

- Después fuimos mi mamá y yo y sus visitas.

- ¿Has hablado con tu mamá de este momento?

- Sí, ella estuvo acá todo este tiempo y ya volvió a Buenos Aires. Gracias a Dios, mis padres se llevaban muy bien y en estos últimos tiempos mejor que nunca. Se querían muchísimo, más allá de todas las circunstancias. Ellos se vieron en los últimos días. Él siempre veía mi casa de Buenos Aires como un spa para ir a relajarse porque lo atendíamos bien y sabía que no tenía presiones. Estuvo en junio, por mi cumpleaños; vino tres días y estaba tan radiante: estaba cansado, obvio, pero feliz...

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Marciano Cantero y Javier. Padre e hijo.

Marciano Cantero y Javier. Padre e hijo.

Los últimos días

- ¿Marciano se sabía enfermo?

- No.

- Se dijo que pocos días antes sufrió un malestar y que cuando lo internaron detectaron algo malo, lo que derivó en la cirugía y el desenlace. ¿Fue así?

- Se podría decir que sí. No estaba perfecto pero se lo atribuyó a las giras, al cansancio y a la mala alimentación, a la edad... pero ninguna sospecha concreta de algo malo. Siempre irradiaba vitalidad con su forma de ser. Cuando estaba relajado era como un (perro de raza) border collie.

- ¿Te sorprendió todo lo que pasó con su salud, así, de pronto?

- Jamás imaginé algo así; el desenlace fue insólito.

- Pocos días antes había cumplido 62 años. ¿Se vieron? ¿Hablaron?

- Tristemente, no nos vimos. Lo llamé, yo estaba en Buenos Aires y él en Mendoza. Acababa de llegar de gira. Estaba muy calladito, no atendía mucho el celular. Le faltaban las fuerzas pero hablábamos. Y le dije te quiero mucho y estoy muy orgulloso de vos. Él me dijo que sentía lo mismo por mí. Yo venía a visitarlo. Recién ahora conocí la Arístides porque juntos éramos muy ermitaños; estábamos en su estudio, nos cocinábamos un arrocito y tomábamos café y seguíamos grabando. Mi viejo era así: muy Marciano.

Ser el hijo de

- ¿Cómo has vivido ser el hijo de Marciano Cantero?

- En Buenos Aires no me pasaba que me reconocieran y yo trataba de evitarlo para no tener nada gratis por el nombre. Siempre traté de conseguir todo por mis medios porque eso quería él: verme triunfar por mis propios medios y no por sus favores. Obvio, me ayudó siempre. Soy docente de Inglés en tres colegios, me hice desde abajo y estaba re gustando. A él le encantaba que yo diera clases.

- ¿Tenés hermanos?

- No.,

- Todo un tema, ¿no?

- Sí. De chico fue un tema y ahora más. Creo que todo hubiera sido muy distinto con hermanos y que todos hubiéramos estado encima suyo, más pegotes.

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Marciano Cantero y su hijo Javier.

Marciano Cantero y su hijo Javier.

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"Mi viejo era irrepetible"

- ¿Te sumarías a Los Enanitos Verdes? ¿Te han propuesto algo?

- Voy a ponerlo en estas palabras: propuestas hay miles y todas vinculadas con eso. He sentido ese llamado de la gente en estos días: voy al comedor Callejeros, que está en la calle San Luis, y me dicen no podés dejar que esto muera; con lágrimas me lo dicen y ahí no puedo decir más que sí, okey, voy a dar lo mejor de mí.

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Marciano Cantero, Felipe Staiti y Juan Pablo Staiti, éste último como invitado a tocar con Los Enanitos Verdes.

Marciano Cantero, Felipe Staiti y Juan Pablo Staiti, éste último como invitado a tocar con Los Enanitos Verdes.

- ¿Sentís que sería bueno subirte a ese tren?

- No sé si a ése tren: mi viejo es irrepetible y yo no sé si alguien de este planeta podrá cantar como él.

- Pero vos podrías cantar como vos y hacer tu aporte...

- Pero ¿sabés qué? El y Felipe (Staiti) no decían que eran amigos: decían que eran un matrimonio. Entonces, no podría involucrarme en ese matrimonio. Yo no creo que haya lugar para mí. No creo eso que sea algo que la banda necesite.

- Antes de todo esto, años atrás digo, ¿hablaron de la chance de sumarte?

- Muchas veces toqué con ellos como invitado: como el papá que lleva al nene al trabajo un día. Tocamos la guitarra y cantamos. Yo tenía 17; era muy chico. Él siempre me decía ahora no: vos preparate, preparáte; yo estaba como atolondrado, quería sacar mi disco pero él me decía este es el momento de prepararte y para mí eso era frustrante. Él me veía que yo estaba verde.

- A ver...

- En febrero me dijo que le estaban pesando mucho los bajos. Si llega el momento en que no puedo tocar más el bajo vos vas a tener que estar a la altura, así que agarrálo, me dijo. Ensayá, me dijo. Y lo hice.

A solas en la Clínica de Cuyo

- ¿Qué fue lo último que hablaste con tu viejo?

- En el hospital, esa semanita que me quedé con él, él estaba muy entusiasmado con XTC -la banda británica de los 70-. No trascendió mucho pero tiene una discografía fantástica y él siempre estuvo obsesionado con el bajista. Cuando, después de la operación, fue muy posible que no volviera a cantar, me dijo mirá: si tengo que dejar mi carrera voy a dedicar mi vida a pasarla bien con vos. Nos vamos a ir a Inglaterra a conocer al bajista de XTC, Colin Moulding. El final fue un golpe muy irónico de la vida. Siento que algún día iré a la casa de Colin Moulding para decirle que con mi padre íbamos a venir juntos a conocerlo.

- ¿Te gusta viajar?

- Yo también quería ir a Hawai porque mi viejo era muy Caribe. Nunca fue pero siempre nos gustó por la música de Ray Conniff. A él le encantaba su disco hawaiano que empezó a escuchar por Bob Esponja. Era fanático de Bob Esponja.

- ¿Te ves con Felipe?

- Sí. Esta pena tan terrible nos tiene unidos. ¿Puedo seguir hablando de XTC y aquellos días en el hospital?

- Por supuesto...

- Hay un disco que se llama Dukes of stratosphear, y un día lo pusimos y nos quedamos dormidos escuchándolo. El se despertó tan feliz: qué bueno estuvo ese disco y me encantó escucharlo con vos, me dijo. A ese disco lo voy a atesorar para siempre. Todos los días me llamaba para contarme cosas de la música y decirme cómo trabajaba.

Los Enanitos Verdes: dale play

- ¿Te gustan las letras de las canciones de Los Enanos?

- Me encantan porque hay fineza. Siempre me decía hay que ser fino, sobre todo con las letras de las canciones. Siempre fue muy clavado con que la letra tenía que ser buena para que la canción sea buena. Una buena canción con una letra chota es una canción chota. Ahora que veo las historias detrás de las letras me gustan mucho más. Mi tío Eduardo me decía que Cada vez que digo adiós cuenta cuando mi viejo se tomaba el tren o el colectivo rumbo a Buenos Aires y en el andén se quedaban mi mamá y su madre, despidiéndose. Jamás lo sospeché.

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Los Cantero sobre el escenario años atrás.

Los Cantero sobre el escenario años atrás.

- ¿Qué canción te gusta más?

- Hay una que siempre me gustó, no la conoce nadie e invito a todo el mundo a que corra a escucharla: Balada 3D, del disco Amores lejanos (2002). Fantástica. Letra, impecable. Sonido, que en ese momento era futurista, moderno. Y la canción Amigos.

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La tapa del disco Amores Lejanos, de 2002.

La tapa del disco Amores Lejanos, de 2002.

- ¿Esa canción era de ustedes?

- Mi mamá me lo dijo. A él le daba cosas hablar de cosas sentimentales delante mío porque sabía que nos íbamos a poner a llorar. Hasta el último momento tratamos de no ser muy explícitos, pero en el hospital una vez me miró y con esa mirada me dijo todo, todo. Y yo lo entendí.

En paz

- ¿Qué entendiste?

- Me quedé en paz; acaso él me estaba diciendo adiós.

- ¿Sos una persona de fe?

- Trabajo con Facu Echeverri, un cantante católico, y voy todos los domingos a cantar a la iglesia.

- ¿Eso suma en tu vida?

- Suma. Yo a mi papá lo vi rezar antes de la operación y rezamos juntos. Con mi tía Marta y la enfermera. Abrí los ojos y vi que estaba rezando con fe, y eso me dio tranquilidad. El rezaba antes, a su modo.

"Cuando mi viejo falleció y salió el médico, yo le di la mano y le agradecí por todo. Bajé, les di la noticia a todos, hablé con la prensa y me crucé a la Iglesia de los Jesuitas: estaban cantando para comulgar. Me puse de rodillas para decirle (a Dios) ahora mi viejo está en tus manos" "Cuando mi viejo falleció y salió el médico, yo le di la mano y le agradecí por todo. Bajé, les di la noticia a todos, hablé con la prensa y me crucé a la Iglesia de los Jesuitas: estaban cantando para comulgar. Me puse de rodillas para decirle (a Dios) ahora mi viejo está en tus manos"

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