Cuando era niño, Fabián Cremaschi jugaba a ser médico y operaba a un oso de felpa, su primer juguete, que aun conserva. Ni se le cruzaba por la cabeza que iba a convertirse en especialista en tratamientos contra el Parkinson.
Cuando era niño, Fabián Cremaschi jugaba a ser médico y operaba a un oso de felpa, su primer juguete, que aun conserva. Ni se le cruzaba por la cabeza que iba a convertirse en especialista en tratamientos contra el Parkinson.
Al final de aquellas cirugías imaginarias, aquel pequeño ya trabajaba en equipo y le entregaba al oso-paciente a la madre, Delia Tovar, para que se ocupara de las suturas.
Hoy, este mendocino nacido en el Hospital Español tiene más de 30 años como médico, es un reconocido neurocirujano y opera en maratónicas jornadas de 8 a 10 horas de quirófano. Su especialidad son los pacientes con Parkinson, una enfermedad que, explica, es tratable.
►TE PUEDE INTERESAR: La asociación de anestesistas aseguró que el lunes se retoman las cirugías en el turno tarde
Fabián Cremaschi está casado con Jimena Díaz Guzmán, arquitecta y diseñadora.
Con familiares y amigos compartieron el acto de reconocimiento en la Cámara de Diputados por su aporte a la investigación y tratamiento de la lucha contra el Parkinson.
- Cuéntenos de esa distinción...
- Uno es intermediario, la cara visible del reconocimiento, pero primero son los pacientes y después los equipos de trabajo porque es imposible que una sola persona pueda hacer lo que intentamos, que es mejorar la calidad de vida de los pacientes con Parkinson
- ¿Qué es el Parkinson?
- Es una enfermedad degenerativa porque con los años las neuronas van falleciendo, lo que provoca ciertos síntomas motores, que es lo que todo el mundo conoce, como la lentitud, la rigidez y el temblor. Pero también hay infinidad de síntomas no motores: trastornos del sueño, constipación y a veces depresión, entre otras molestias.
- ¿En Mendoza hay alguna estadística o perfil de personas con esta afección?
- No hay, pero podemos decir que en Mendoza se cumplen las generales de los estándares internacionales, que es el 2% de la población mayor de 60 años y se distribuye igualmente entre hombres y mujeres.
- ¿El Parkinson es curable o tratable?
- Es lo que decimos a los estudiantes de Medicina, que siempre llegan con la intención de curar: la palabra curación en Medicina aun sigue siendo muy difícil de aplicar no solo en la enfermedad de Parkinson sino también en enfermedades más comunes, como la hipertensión arterial, la diabetes y el colesterol. No tienen cura si pensamos que con un tratamiento van a desaparecer pero con el tratamiento puede mejorar mucho la calidad de vida. Y esto también aplica al Parkinson.
- ¿Qué progresos advierte a lo largo de su carrera?
- Es notable la mejoría de la calidad de vida en los pacientes con Parkinson pero no solamente por los avances de la medicina sino porque la gente está tomando más conciencia acerca de los cuidados básicos: la famosa frase mente sana en cuerpo sano. Y eso es el 80% del tratamiento.
- ¿Cómo es el tratamiento?
- La gran base es no farmacológica. En la UNCuyo fuimos de los primeros en organizar grupos de ayuda entre pacientes. Yo prefiero llamarles enfermos activos, que hacen cosas para mejorar. Si no, se creería que solo el médico hace algo. Insistimos en seis pilares básicos para tratar el Parkinson: ejercicio físico, ejercicio mental, sociabilizar, la nutrición, el descanso y el control del estrés patológico. Todo eso es el 80% del tratamiento. Después hay pastillas, de distinto tipo según la edad de aparición de la enfermedad. Y finalmente, y es mi especialidad, está la cirugía para el 25% a 30% de los pacientes a los cuales las pastillas ya no le hacen efecto.
- ¿Cómo son esas cirugías donde se trabaja sobre el cerebro de los enfermos de Parkinson?
- Se trabaja mediante la técnica estimulación cerebral profunda, que practico en Mendoza desde 2008, y es lo que se conoce como chip cerebral o marcapasos cerebral. Mediante corriente eléctrica. Se colocan dos electrodos profundos en ciertas partes del cerebro, de acuerdo a las manifestaciones clínicas de la enfermedad. No hay un solo tipo de cirugía para todos los pacientes. A cada uno, según su perfil. Cuando digo que el reconocimiento no es para una sola persona, explico que en cada cirugía hay un equipo de 15 o 20 personas entre médicos, enfermeros e ingenieros que en el quirófano nos guían como un GPS.
- ¿Cuánto tiempo demandan esas intervenciones?
- Entre 8 y 10 horas.
- ¿Cómo se puede estar tan concentrado tanto tiempo en una empresa tan delicada?
- Se entrena para estar concentrado. Yo soy ultramaratonista y he corrido 100 kilómetros en la montaña en 18 horas seguidas y todos me preguntan cómo lo hago. Entrenando.
- ¿Entrenando?
- Así es. Todo se entrena. De hecho, días atrás defendí mi segunda tesis de maestría con un simulador en realidad virtual que desarrollé en la UNCuyo para el entrenamiento de neurocirujanos en formación en esta técnica.
- ¿Cuál es la esencia de ese simulador?
- Así como se entrena un piloto de un Boieng 707, que se entrene un neurocirujano en formación. Es una analogía bastante apropiada.
- ¿De dónde vino la vocación por la medicina?
- Cuando era niño mi primer juguete fue un oso. Es uno oso. Y digo es porque todavía lo tengo. Cuando yo era chico al oso lo operaba. Le ponía agujas. Y yo pensaba que la que suturaba era la enfermera, entonces le pasaba el oso a mi mamá para que lo hiciera. Después, ya en la residencia, aprendí que el médico debe hacerse cargo de ese procedimiento.
► TE PUEDE INTERESAR: Adolfo Bermejo sobre la renuncia de Martín Guzmán: "Era un final anunciado"