Un escenario único en el piedemonte mendocino
Quien llega a Puesto del Indio descubre un predio de 12 hectáreas que combina naturaleza indómita con diseño contemporáneo. El complejo cuenta con hotel, lodges, cava, spa, canchas de pádel, piscina climatizada y hasta helipuerto, pero es el restaurante Isidris el verdadero corazón del lugar. Con su arquitectura en piedra y madera, ventanales abiertos al paisaje y una cocina que rinde homenaje a la tradición argentina, se ha transformado en un destino obligado para quienes buscan más que un simple almuerzo: buscan una experiencia.
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Platos bien argentinos y unas empanadas salteñas que sobresalieron.
Foto: Cristian Lozano / Diario UNO
El legado de Don Alfredo Vila, visionario creador de Dalvian, se respira en cada rincón. Allí donde antes había un puesto humilde, hoy late un espacio pensado para el descanso, la aventura y, sobre todo, el disfrute de la buena mesa.
Un almuerzo autóctono y un viaje por la Argentina
La primera parte de la experiencia comenzó al mediodía. Los chefs diseñaron un menú que llevó a los comensales por un viaje sensorial a través de distintas regiones del país, maridado con los vinos de Bodega Trivento.
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Una tarde soñada y con pastelería de primer nivel elaborada por Luciano García, que llegó desde Buenos Aires. En el centro, atrás, Barbarita Vila, a cargo de Isidris, el exclusivo restaurante de Puesto del Indio.
Foto: Cristian Lozano / Diario UNO
El arranque fue contundente: tomaticán con huevo de codorniz, pinchos de queso criollo, salame y aceitunas, sopaipilla de conejo con pesto de rúcula, sopa paraguaya y chipá a la parrilla. La mesa se llenó de colores, aromas y texturas que despertaban la memoria.
Las empanadas salteñas, con su masa perfecta y el relleno jugoso, fueron una de las estrellas de la jornada. No menos lo fue la humita norteña acompañada con molleja crocante, un contraste de suavidad y crocantez que arrancó aplausos. Luego llegó el ragout de cordero con crema de papa y romero, plato de montaña que abrazaba con cada bocado, y una fresca ensalada de trucha patagónica a la parrilla, que aportó ligereza al banquete.
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En las mesas se desplegaron todas las elaboraciones típicas que dejaron al público sin palabras.
Foto: Cristian Lozano / Diario UNO
El cierre dulce del almuerzo incluyó ponderaciones con arrope de chañar y crema helada, y un clásico infaltable: flan de dulce de leche con crema. Postres simples en su esencia, pero elevados a categoría de autor.
La mirada de los chefs que brillaron en Isidris
El pastelero y docente Luciano García, entrerriano radicado en Buenos Aires, destacó la importancia de cocinar con identidad:
“El mendocino disfruta de su cocina, de la empanada, del producto local. Dijimos: ¿por qué no hacer un menú de autor en base a lo que la gente ama? Trabajamos con productos federales y fue un encuentro hermoso entre amigos”, sostuvo.
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Claudio Lucero, el chef de Isidris, se lució este sábado desde el principio al fin del evento.
Foto: Cristian Lozano / Diario UNO
Su entusiasmo era palpable. Para él, esta jornada fue también un reencuentro con colegas mendocinos: “Con Nacho y Claudio venimos trabajando hace años. Hoy es una celebración”, recalcó.
El anfitrión, Claudio Lucero, chef de Isidris, subrayó la esencia del proyecto:
“Todos hacemos cocina argentina en distintos formatos. Acá trabajamos con comida casera, de hogar, pero elevada con técnica y materia prima. Este evento fue traer esos sabores a la mesa, lo que nos representa”, remarcó.
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Una vista general del interior de Isidris. En el exterior, la vista a la ciudad, de un lado, y a la cordillera, del otro, fueron el escenario perfecto para una jornada inolvidable.
Foto: Cristian Lozano / Diario UNO
Por su parte, Nacho Molina, chef de Bodega Trivento, resaltó la diversidad del menú:
“La idea fue traer un poquito de cada región. Una sopa paraguaya, una humita, un tomaticán, la trucha patagónica. Platos que cuentan la historia del país en una mesa mendocina”.
Pastelería argentina y un magnífico viaje a la infancia
Cuando el reloj marcó las cinco de la tarde, las mesas cambiaron de rostro. Donde antes hubo guisos y carnes, ahora aparecieron bandejas coloridas con pastafrola, pastelitos de batata, alfajores de maicena y marplatenses, tortas galesas y de ricota. La propuesta Pastelería Argentina fue un verdadero viaje a los sabores de la infancia.
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Los postres que sellaron el almuerzo. Más tarde vendría la pastelería.
Foto: Cristian Lozano / Diario UNO
Pero no todo fue dulce. También hubo minimedialunas con jamón y queso, chipá relleno con queso y lomito ahumado, ciabatta con jamón crudo y rúcula, figacitas de pollo y la clásica torta Napoleón. Cada bocado tenía el poder de trasladar a los comensales a la cocina de la abuela, a los cumpleaños de barrio, a las meriendas de domingo.
El broche final llegó con un espumante que burbujeaba bajo el sol de la tarde. De un lado, la cordillera; del otro, la ciudad de Mendoza. Un escenario inmejorable para brindar.
Una experiencia para todos los sentidos
Más allá de los sabores, la jornada tuvo algo de ritual. Cada plato era un homenaje a las raíces, cada brindis un reconocimiento al trabajo colectivo, cada sonrisa una prueba de que la gastronomía puede emocionar tanto como un paisaje.
Luciano García chef isidris
Luciano García es de Entre Ríos y vive en Buenos Aires. "Esto es una celebración", dijo.
Foto: Cristian Lozano / Diario UNO
El público lo entendió así. Familias, grupos de amigos y parejas compartieron largas sobremesas, mientras la música en vivo le ponía banda sonora a un día perfecto. Muchos coincidían en que este tipo de experiencias son necesarias: rescatan tradiciones, promueven el turismo y muestran que Mendoza puede ofrecer mucho más que vino.
El legado que sigue creciendo
Hasta hace pocos años, Puesto del Indio era apenas un sitio despoblado en medio de la nada. Hoy es el primer centro hotelero y gastronómico en el corazón de la montaña, un proyecto que busca posicionar a Mendoza en el mapa del turismo de lujo sin perder autenticidad.
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Las mesas, cuidadosamente preparadas, invitaron al público a una extensa sobremesa.
Foto: Cristian Lozano / Diario UNO
Con 12 habitaciones, 15 suites en lodges, cava de vinos, spa, gimnasio y espacios para eventos, el complejo apunta a ser un faro en el piedemonte. Pero son sus propuestas como este Almuerzo Federal y Pastelería Argentina las que lo convierten en un espacio con alma.
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Una vista del increíble complejo Puesto del Indio, donde se emplaza Isidris.
Foto: Cristian Lozano / Diario UNO
Porque, en definitiva, lo que queda en la memoria no son solo los paisajes ni las instalaciones, sino los sabores, las emociones y la magia compartida alrededor de una mesa.
El sabor de lo auténtico
Cuando el sol comenzó a esconderse tras la montaña, los comensales abandonaban Isidris con la certeza de haber vivido algo único. Algunos comentaban la humita, otros el flan, otros la torta galesa. Todos coincidían en que la experiencia había sido inolvidable.
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El sol fue protagonista durante toda la jornada del sábado y el clima inmejorable.
Foto: Cristian Lozano / Diario UNO
Ese es, quizás, el mayor logro de la jornada: demostrar que la gastronomía no es solo alimento, sino relato, identidad y encuentro. Que un tomaticán bien hecho puede contar tanto sobre un pueblo como un libro de historia. Que un alfajor puede ser la llave a la infancia. Y que Mendoza, con su piedemonte y sus cocineros apasionados, tiene mucho para decirle al mundo.