Un descubrimiento salvaje
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Los dientes de este lagarto tenían un secreto.
Los científicos encontraron que los dragones de Komodo acumulan hierro en los filos y puntas de sus dientes, lo que les otorga un característico tono anaranjado. Este fenómeno contrasta con otros reptiles como cocodrilos y lagartos monitores, cuya concentración de hierro dental resulta casi imperceptible.
Un equipo de investigación analizó minuciosamente la estructura y composición química de los dientes de estos reptiles.Los científicos examinaron cráneos y piezas dentales en diversos museos, además de estudiar a Ganas, un ejemplar de 15 años del zoológico ZSL de Londres.
Mediante técnicas avanzadas de imagen y análisis químico, detectaron que el hierro se concentra en una fina capa del esmalte, específicamente en las zonas aserradas y puntiagudas. Esta capa actúa como un escudo protector que mantiene los bordes afilados y listos para su uso.
La revista Nature Ecology & Evolution publicó estos hallazgos el 24 de julio, lo que suscitó nuevos interrogantes sobre los hábitos alimenticios de especies extintas, incluyendo los dinosaurios.
Como un tiranosaurio
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El descubrimiento acerca más al dragón de Komodo a los dinosaurios.
Los dragones de Komodo se destacan como depredadores formidables. Poseen dientes afilados y curvos, además de una cola robusta. Su capacidad de caza sobresale por una mordida venenosa que les permite abatir presas diversas, desde aves hasta grandes mamíferos.
El Dr. Aaron LeBlanc, autor principal del estudio y profesor en King's College London, señaló la similitud entre los dientes de los dragones de Komodo y los dinosaurios carnívoros. Ambos presentan una forma curva y aserrada ideal para desgarrar a sus presas.
Esta semejanza abre la posibilidad de profundizar en el conocimiento sobre la alimentación de los dinosaurios carnívoros y el posible uso del hierro en sus dientes.
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Lamentablemente, las técnicas actuales no permiten determinar si los dientes fosilizados de dinosaurios contenían altos niveles de hierro. Se cree que los cambios químicos durante la fosilización enmascaran la cantidad original de este elemento.
No obstante, se descubrió que los grandes dinosaurios carnívoros, como los tiranosaurios, modificaban la estructura del esmalte en los bordes cortantes de sus dientes.