Sin embargo, estudios recientes generaron polémica ya que revelaron que el lobo terrible pertenece a una rama evolutiva distinta, divergida hace millones de años de los cánidos modernos. Esta separación plantea un obstáculo monumental: sin un pariente cercano vivo, revivir una especie extinta es, en teoría, imposible.
A pesar de esto, Colossal Biosciences avanzó con audacia. Los científicos identificaron 20 cambios genéticos en 14 genes clave del lobo gris, con el objetivo de replicar características genéticas distintivas del lobo terrible, como su tamaño, fuerza y estructura ósea. Estos genes editados del animal se introdujeron en embriones de lobo gris.
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El lobo terrible es un animal mucho más grande del que ya conocemos.
El resultado: cachorros de animal que, según la empresa, exhiben rasgos “similares” al lobo terrible. Pero aquí radica la controversia.
La comunidad científica ha recibido el anuncio con escepticismo. Expertos argumentan que estos animales no son lobos terribles, sino “quimeras genéticas” o “híbridos funcionales”. Aunque puedan parecerse físicamente e incluso emular algunos comportamientos, las 20 modificaciones genéticas representan una fracción insignificante frente a las cientos de miles de diferencias genéticas entre el lobo terrible y el lobo gris.