“Nunca más voy a pisar un hospital”, le prometió a su hermana melliza durante aquel proceso.
Sin embargo, Guadalupe jamás imaginó que, a sus 30 años, y recién egresada de la Universidad Nacional de Cuyo, estaría usando un guardapolvo blanco, atendiendo emergencias y consultas de medicina general.
Hija de Patricia, ama de casa, y Ricardo, empleado público, Guadalupe nació el 15 de julio de 1994 y tiene dos hermanas, Maira y Nadia.
“¿Cómo y dónde decidí? Era paciente del Notti, y una mañana me pidieron ayudar a convencer a una niña que se negaba al tratamiento. Me acerqué, le hablé de igual a igual, y días después, ella se abrió completamente”, recuerda en diálogo con Diario UNO, en este Día del Médico.
“Supe que con poco hice muchísimo. La ayudé. Creo que ese fue el puntapié inicial”, reflexiona, aunque reconoce que nada fue sencillo. “El proceso académico fue extenuante, largo y agotador”.
Concientizando sobre la donación voluntaria de sangre.jpg
Concientizando sobre la donación voluntaria de sangre.
Gentileza
“Es una carrera extensa y difícil. Muchas veces me cuestioné si debía seguir o no. Pero hoy, con aquella etapa superada, estoy feliz y jamás me arrepentí de haber elegido esta profesión tan vocacional”, confiesa.
Lo primero que hizo “Guada”, como buena expaciente oncológica y recién recibida, fue anotarse para trabajar en el Centro Regional de Hemoterapia, donde se desempeñó en la extracción de sangre y la concientización sobre donación voluntaria.
Ella misma había vivido esa experiencia, además de ser voluntaria en las ONG Traspasar y Fundavita. “Creí que debía devolver lo recibido. La mayoría dona para reponer frente a una necesidad puntual, pero la gente debería sumarse más allá de eso. En pocos minutos se puede ayudar muchísimo a un paciente, y lo digo con conocimiento de causa”, asegura. Sin embargo, por sus antecedentes de leucemia, Guadalupe no puede ser donante de sangre.
“Sofía, la niña que me impulsó”
Guadalupe recuerda la historia de Sofía, la pequeña con cáncer que la marcó en el Notti. “Gracias a ella estudié Medicina. También a Estela, una enfermera que confió en mí para acercarme a Sofía. Yo era una de las pacientes más grandes, y ella sabía que podía convencerla”, rememora.
Ya en la secundaria, Guadalupe tuvo claro su destino. “Seguramente mi enfermedad influyó mucho. Hasta ese momento, mi sueño era irme a Estados Unidos con mi perro y mis videojuegos”, cuenta, riendo a carcajadas.
Hoy, además de atender pacientes, es docente en la carrera de Medicina de la UNCuyo. Guadalupe asegura que la pandemia fue otro desafío en su camino. “Es una elección difícil, de muchas horas, eterna. Un poco más tarde de lo planeado, finalmente recibí mi título en diciembre de 2023”, concluye. Y, con una sonrisa, remata: “Todo el esfuerzo valió la pena”.