Gallo y gallina
Gallo (derecha) gallina (izquierda)
La verdad es que la respuesta es: ninguno de los dos exactamente. Lo que comúnmente consumimos como “pollo” son aves jóvenes de ambos sexos, generalmente pollos de engorde. Estas aves han sido criadas específicamente para el consumo humano y se sacrifican entre las 6 y 8 semanas de vida, antes de alcanzar la madurez sexual, por lo que no son técnicamente gallos ni gallinas aún.
De hecho, en la mayoría de los casos, no se hace distinción comercial entre machos y hembras cuando se trata de pollos de engorde. Ambos sexos son criados y procesados por igual, aunque los machos suelen crecer un poco más rápido y tener más músculo, mientras que las hembras tienden a tener una carne algo más blanda. Sin embargo, para el consumidor promedio, la diferencia no es perceptible. Es decir:
Pollo
En los últimos años, el consumo de carne aviar experimentó un crecimiento sostenido
El gallo rara vez se consume. Su carne es más dura, fibrosa y menos sabrosa. En general, no se utiliza en gastronomía común, salvo en platos específicos de cocina tradicional o rural, donde se cocinan durante muchas horas. Pero la gallina sí se consume, especialmente en sopas, caldos o guisos. Su carne es más sabrosa, pero requiere cocciones largas para ablandarla. En carnicerías suele venderse como “gallina” y tiene un precio más bajo que el pollo fresco común.
Cómo saber si estás comprando gallina y no pollo
- El color de la carne suele ser más oscuro
- La grasa es más amarilla
- Tiene huesos más grandes y consistentes
- El etiquetado puede decir “gallina” si es vendida entera