En los últimos años la incidencia de cáncer de riñón fue en aumento, impulsado en parte por el mayor uso de estudios por imágenes como la tomografía computada, que permite detectar tumores que en otros tiempos eran imposibles de identificar. De este modo, las tasas de mortalidad registraron un descenso sostenido.
Las causas del cáncer renal se relacionan principalmente con alteraciones en el material genético de las células del riñón, que pueden ser hereditarias o adquiridas a lo largo de la vida. Estas últimas son las que se dan en la mayoría de los casos y tienen que ver con factores como el tabaquismo, la exposición a sustancias químicas o la obesidad, que pueden dañar el ADN de las células del riñón y alterar el funcionamiento de genes que normalmente regulan el crecimiento y la muerte celular y, que con el tiempo, favorecen el desarrollo de tumores.
"Dejar de fumar, hacer ejercicio regularmente, mantener una alimentación saludable, controlar la presión arterial y evitar la exposición laboral a sustancias tóxicas como el tricloroetileno, son medidas clave de prevención”, explicó la especialista Gabriela Bugarín (M.N. 71.988).
Los estadios del cáncer de riñón
El cáncer de riñón es una enfermedad grave del riñón que se clasifica en diferentes estadíos, que van del I al IV, de acuerdo al tamaño del tumor y el grado en que se ha extendido. En los más tempranos, el tumor suele estar limitado al riñón, pero a medida que avanza, puede comprometer vasos sanguíneos cercanos, ganglios linfáticos y, en los casos más graves, puede alcanzar a otros órganos como los pulmones o los huesos.
“Uno de los principales desafíos del cáncer renal es que no suele presentar síntomas en sus primeras fases. Al estar ubicado en una zona profunda del cuerpo, los tumores pequeños no pueden detectarse con un examen físico. A menudo el diagnóstico llega por casualidad, a partir de imágenes solicitadas por otros motivos. Por eso, es fundamental hacerse controles periódicos, en especial quienes tienen antecedentes familiares, enfermedades hereditarias o problemas renales crónicos. Ellos son los primeros que deben someterse regularmente a exámenes como: ecografías, tomografías o resonancias”, señaló Bugarín.
Los síntomas suelen aparecer cuando los tumores progresan. En esos estadíos superiores pueden manifestarse síntomas como sangre en la orina (hematuria), dolor persistente en un costado de la espalda baja, una masa palpable en esa zona, fatiga, pérdida del apetito, adelgazamiento involuntario, fiebre prolongada sin causa aparente y anemia.
Tratamiento del cáncer de riñón
El tratamiento del cáncer de riñón varía según la gravedad de la enfermedad, el estado de salud del paciente y el tipo de tumor que padece. En los estadíos iniciales, la primera opción suele ser cirugía, aunque también existen otras alternativas eficaces como la ablación con calor o frío, la radioterapia o en casos puntuales, simplemente mantener una vigilancia activa de la afección. Estas estrategias actúan directamente sobre el tumor y no afectan al resto del organismo.
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Cuando el cáncer se encuentra en un estado más avanzado y se diseminó a otras partes del cuerpo, los especialistas recurren a tratamientos que actúan a nivel general, como la inmunoterapia, las terapias dirigidas o, en algunos casos, la quimioterapia. Mientras que en los casos en que no es posible eliminar el tumor por completo, los médicos buscan alternativas para aliviar síntomas como el dolor y mejorar la calidad de vida del paciente.
"La medicina ha avanzado de forma significativa y afortunadamente hoy más del 50% de los pacientes con cáncer renal en el primer estadio pueden curarse. Sin embargo, ese valor cae drásticamente cuando la enfermedad se detecta en estadios avanzados”, señaló la directora médica de Oncología del laboratorio MSD.
El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos defundió datos importantes indicando que la tasa relativa de supervivencia puede alcanzar los cinco años para el cáncer de riñón localizado, es decir, cuando no se diseminó fuera del órgano, alcanzando el 93%. Claro que esta cifra desciende al 75% cuando el cáncer se propagó a estructuras o ganglios linfáticos cercanos y al 18% al hacer metástasis en órganos distantes como pulmones, huesos o cerebro.
En ese sentido, la doctora Bugarín destacó que “actuar a tiempo y hacerse controles preventivos sigue siendo la mejor herramienta para superar esta enfermedad”.