debate gobernadores elecciones 2023
Daniel Orozco, Omar de Marchi y Lautaro Jiménez durante el debate.
Axel Lloret
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A los bifes
¿Qué vimos? Si lo que nos presentaron anoche fuera una puesta teatral diríamos que hubo una dupla principal de actores consagrados, Alfredo Cornejo y Omar De Marchi, esos a los que en los viejos radioteatros llamaban actores de carácter, que hicieron gala de sus experiencias ganadas en otros escenarios, como los del Congreso Nacional. Tampoco desentonaron los actores de reparto.
El radical Alfredo Cornejo volvió a hacer ese rol de estratega senior que ya le ha dado buenos resultados en varias representaciones en Mendoza y en el país.
Este player maneja como pocos la impavidez, es decir esa habilidad para enfrentar peligros o riesgos sin mostrar temor o dudas. Exhibió otra vez conocimiento de lo que es un personaje clásico, como si fuera un Jean Gabin de provincia. Con economía de tonos, transmitió seguridad y al mismo tiempo dejó una gama de misterios. Y no respondió agravios.
El otro actor principal, que en las marquesinas tuvo su nombre en letras un poco más chicas, fue el líder de La Unión Mendocina, Omar De Marchi, alguien que como buen descendiente de tanos sabe moverse dentro de la macchietta.
Hablamos de esa forma teatral que trajinaron los italianos y donde se mezclan pasos de comedia con algo de drama. Astuto, pícaro, gesticulador, De Marchi no dejó de sonreír mientras dijo su speech. Hizo de retador empeñado en llegar al título de pesos pesados y no salió reprobado. Sólo tuvo un segundo en el que pareció que no encontraba la idea que quería expresar.
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Los otros
Del resto del elenco principal candidateado para la Gobernación hay que admitir que no desafinaron el peronista kirchnerista Omar Parisi; tampoco el jefe del Partido Verde, Mario Vadillo; ni el postulante del Frente de Izquierda Lautaro Jiménez, quienes mostraron plasticidad y conocimiento de sus personajes. Todos dijeron su letra sin mayores equivocaciones y, sin descollar, trataron de convencer.
El peronista Parisi, una especie de Carlos Carella mendocino, fue el que resultó más entrador. Conocedor de las tablas tanto en el circuito comercial como en los escenarios oficiales, demostró que maneja con ductilidad las dos caras del teatro político, el drama y la comedia. Contó cuentos y ofreció cifras de construcción de viviendas con la misma destreza. "Dio" un poquito antiguo, pero en estos tiempos de excesiva exaltación de lo joven, no estuvo deslucido.
Del verde Mario Vadillo ¿qué se puede decir en lo actoral que no sepamos? Parece un actor italiano. Frontal, lanzado, chicanero, aspaventoso, el tipo cumple lo que se espera de él, esto es, un show donde a toda costa intentará hacer subir al ring a sus contendientes. En ese sentido, machacó que Cornejo y De Marchi son la misma cosa y aseguró que lo realmente importante es ir en busca de algo nuevo.
También ayudó a la variedad de la velada la actuación del candidato de la izquierda tradicional, Lautaro Jiménez, un maestro de escuela que ya fue senador y que ahora quiere ser gobernador. Con buena dicción y utilización adecuada de verbos y sustantivos, a Jiménez le tocó el papel del muchacho bueno que busca la justicia social. Bien por este intérprete marxista que juega dentro del sistema republicano.
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Elenco para vice
No menos sorpresivos fueron -dentro del extenso reparto- los cuatro intérpretes que hicieron el papel de posibles vicegobernadores de Mendoza. Hablamos de la ascendente Hebe Casado (Cambia Mendoza), un apichonado Daniel Orozco (La Unión Mendocina), el exultante Lucas Ilardo (peronismo kirchnerista) y un locuaz Emanuel Fugazzotto (Partido Verde).
Hebe Casado hizo de dama misteriosa que se las trae. Orozco, con tono bajo volvió a su conocido rol de médico bueno, Ilardo ratificó su histrionismo y el gran futuro que tiene en los escenarios. Y también fue una sorpresa el desempeño del joven verde Emanuel Fugazzotto, diestro para el chamuyo partidario.
En suma, el primer debate único y obligatorio para los candidatos a gobernador, estuvo bien concebido y correctamente presentado. Los políticos aprendieron la entonación, hubo formalidad, pero también varios momentos bien condimentados. Los periodistas, en tanto, hicieron lo suyo con sobriedad y competencia.
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