El juez suspendido por mal desempeño

De Luis Leiva a Walter Bento: el sillón maldito de la Justicia Federal de Mendoza

La suspensión y pase a juicio político de Walter Bento que el Consejo de la Magistratura decidió esta semana en Buenos Aires reverdeció malos recuerdos del Juzgado Federal 1, que en el año 2000 perdió a su titular, Luis Leiva, destituido por mal desempeño

El caso Walter Bento lo confirmó esta semana: el sillón del Juzgado Federal 1 de Mendoza está maldito.

Durante más de 25 años, ese sillón de juez, verde y elegante -situado en el despacho privado, en el tercer piso de los Tribunales Federales- fue epicentro de importantes decisiones que los jueces federales Luis Leiva y Walter Bento tomaron acerca de los bienes y la libertad de las personas en materia de delitos federales.

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El despacho que Walter Bento ocupó desde 2006 hasta que fue suspendido por el Consejo de la Magistratura.

El despacho que Walter Bento ocupó desde 2006 hasta que fue suspendido por el Consejo de la Magistratura.

Ese asiento también fue discreto protagonista de la llegada de ambos al cargo, del meteórico ascenso de ambos, del brillo propio que ambos supieron disfrutar hasta que les llegó la hora del declive, el instante del ocaso y de la caída en desgracia. De ser dioses a tipos comunes en un pestañeo.

Desde el viernes último, aquel sillón, que supo de momentos de gloria y de luces por doquier, está vacío otra vez.

Ya había quedado huérfano en el año 2000, cuando el entonces juez federal Leiva fue suspendido por el Consejo de la Magistratura por haber usado el poder y las herramientas que le confirió el Poder Judicial de la Nación para investigar en beneficio propio -sin apartarse para que interviniera un colega suyo, como establece la ley y como debió hacer- una supuesta conspiración.

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Luis Leiva, antecesor de Walter Bento.

Luis Leiva, antecesor de Walter Bento.

Una "cama" que, le avisaron, estaba siendo orquestada para tumbarlo, como un coletazo -le contaron- de su pesquisa contra el banquero Raúl Moneta por la caída del Banco Mendoza SA, que en 1996 había aglutinado a los recordados bancos provinciales Mendoza y De Previsión Social.

La destitución se concretó en mayo de 2002.

Aquel sillón quedó vacío durante seis años hasta que Walter Bento llegó en 2006 con aval del entonces presidente de la Nación, Néstor Kirchner.

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Walter Bento fue suspendido y llevado a juicio político esta semana.

Walter Bento fue suspendido y llevado a juicio político esta semana.

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La llegada de Walter Bento

El magistrado, nacido en Buenos Aires, ya era parte de los Tribunales Federales de Mendoza, adonde había llegado por recomendación de otro juez de la época: el penalista Alfredo Manuel Rodríguez, que lo convenció de que se afincara en Mendoza.

Entonces, Bento comenzó a tener luz propia a sabiendas que estaba ocupando el cargo de Leiva, finalmente destituido por exceso de poder.

Durante los 17 años que estuvo al frente del Juzgado Federal 1 y sentado en ese sillón -ahora maldito- Bento se condujo con discreción.

Siempre atildado y enfundado en trajes refinados, habló poco y nada con la prensa, incluso sobre los casos penales más rutilantes. Con decoro se manejó en la función de juez electoral, que lo puso en el centro de la escena y le dio el rol de árbitro entre partidos políticos y de garante de la transparencia de la organización, desarrollo y escrutinio definitivo de infinidad de actos comiciales de competencia nacional.

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Walter Bento en su rol de juez federal con competencia electoral, que ejerció desde 2006.

Walter Bento en su rol de juez federal con competencia electoral, que ejerció desde 2006.

Nada es eterno, ni siquiera para Walter Bento

La figura de Walter Bento comenzó a resquebrajarse en 2021, poco después del asesinato y enterramiento de Diego Aliaga, a quien, con el correr de la pesquisa, se lo sindicó como "mano derecha del magistrado".

El 2022 fue tremendo para el usía: primero lo imputaron y después lo procesaron por una batería de delitos de corrupción en el ejercicio de su trabajo de juez. La misma suerte corrieron la esposa, Marta Boiza, dos hijos, Luciano y Nahuel, y casi una treintena de abogados, ex convictos y otras personas.

Para la Justicia Federal, todos integran -el caso será juzgado a partir del 26 de julio- una asociación ilícita encabezada por el juez que se enriqueció -según la acusación fiscal- a fuerza de vender fallos judiciales a medida de los interesados.

El coletazo llegó al Consejo de la Magistratura de la Nación en mayo de 2021 y comenzó entonces una pulseada política fenomenal entre macristas, radicales y kirchneristas, obligados a decidir qué hacer con Bento: si suspenderlo por estar procesado por esos graves delitos o mantenerlo en el cargo a pesar de estar procesado por esos graves delitos.

Desde 2021 hasta el miércoles 31 de mayo de 2023, la política nacional y los tiempos de la política nacional fueron amos y señores acerca del futuro laboral de Bento, que no dio ni un milímetro de ventaja: nunca dejó de ir a trabajar aunque se recluyó, durante los últimos tiempos, en el discretísimo despacho de juez electoral, en el edificio del Correo Argentino, a dos cuadras de su privado, del sillón maldito. A doscientos metros de las miradas de quienes no podían soportar compartir un lugar público con un juez procesado por corrupción pero aun en funciones.

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El Consejo de la Magistratura cuando votó por unanimidad la suspensión de Bento.

El Consejo de la Magistratura cuando votó por unanimidad la suspensión de Bento.

Un sector de la política nacional, el macrismo, claro está, bramó que Bento debía ser suspendido por estar gravemente procesado; de hecho encabezó una pesquisa administrativa en ese sentido. Del otro lado de la grieta, el kirchnerismo, que hizo todo lo posible para dilatar ese desenlace: postergaciones y largos discursos esgrimiendo el principio de inocencia del juez, una estrategia largamente favorecida por el problema de fondo del Consejo de la Magistratura de la Nación y su conformación, y la puja entre la Corte Nacional y Cristina Kirchner y Alberto Fernández.

Cada uno de esos episodios le daba un poco más de oxígeno a Walter Bento.

Hasta que esta semana le soltaron la mano.

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Ahora, Walter Bento a juicio por delitos penales y a juicio político

Bento fue suspendido y llevado a juicio político el miércoles 31 en Buenos Aires pero hasta unas horas antes podía de pasar de todo. Sabido era que con 13 de los 19 votos de los consejeros la suerte del juez estaría echada. Pero hasta 3 horas antes esa cantidad no estaba garantizada. El kirchnerismo estaba dispuesto a dar pelea, a pesar de que desde las altas esferas de la conducción les habían ordenado rendirse.

La ausencia presencial de Vanesa Siley por razones de salud y la versión de que se tratarían nuevos dictámenes para neutralizar la suspensión tiñeron a esas horas de un suspenso inédito. Ni Alfred Hitchcock lo hubiera guionado mejor.

El comienzo de la audiencia dio por levantado el telón pero el rápido paso a cuarto intermedio para rosquear o negociar -como prefiera el lector- sumió a todos allá, en Buenos Aires, y acá, en Mendoza, en una incertidumbre que por momentos rozó la preocupación.

Cuenta un periodista del diario La Nación que Horacio Rosatti, presidente de la Corte y del Consejo, invitó a su despacho a los consejeros Miguel Piedecasas -votó por la suspensión y remoción de Bento- y Rodolfo Tailhade, quien encarnó, durante varios meses, la postura defensiva del magistrado y que estaba a punto de promover una postergación más.

Entre esas cuatro paredes se tejió el acuerdo que derivó, pasado el mediodía, en la aprobación unánime de un dictamen único y en la suspensión y pase a juicio político de Walter Bento.

Hay distintas versiones al respecto: que el prestigio del Poder Judicial de la Nación debía cuidarse ante todo y que debían terminar, de una vez por todas, las presiones que, desde altos cargos de la magistratura, habían beneficiado a Bento, dándole tiempo, oxígeno y poder.

La noticia trepó a los más alto de los portales nacionales, con la grieta como telón de fondo. Ni el discurso en su favor del juez Alberto Lugones alcanzó. Game Over.

Alberto Lugones, el titular del Consejo de la Magistratura.
Alberto Lugones, del Consejo de la Magistratura, defendió a Bento con su discurso pero apoyó el dictamen para suspenderlo.

Alberto Lugones, del Consejo de la Magistratura, defendió a Bento con su discurso pero apoyó el dictamen para suspenderlo.

El efecto dominó fue devastador para Bento: dejó de ejercer la doble función de juez penal y electoral y la Cámara Federal de Apelaciones de Mendoza le dio 36 horas para devolver sus herramientas de trabajo y desocupar los dos despachos, y llevarse sus sacos, sus corbatas, su colección de búhos -afición que comparte con su colega porteña y mentora María Romilda Servini- y demás bienes particulares.

La jueza Servini de Cubría no descarta allanar la Casa Rosada.
La jueza federal porteña Romilda Servini, allegada al suspendido juez Walter Bento.

La jueza federal porteña Romilda Servini, allegada al suspendido juez Walter Bento.

Cuentan que Bento siguió esta mudanza a una distancia prudente, ya que también le ha sido prohibido pisar los Tribunales Federales, adonde podrá volver en julio para ser juzgado por delitos de corrupción.

Este viernes, aquel sillón del tercer piso de los Tribunales Federales volvió a quedar vacío cumpliendo, una vez más, su destino inexorable de sillón maldito.

Pero a diferencia de la era Leiva esta vez no quedó solo: uno de los cientos de búhos del juez Bento quedó allí, aferrado a una planta de interior, y lo mira todo el tiempo, de día y de noche, con el poder de esos ojos que todo lo ven.

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El único búho de Walter Bento que quedó en su despacho de juez federal.

El único búho de Walter Bento que quedó en su despacho de juez federal.

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