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La histórica celebración de los jugadores de la Selección argentina, a bordo de un micro descapotable, partió desde el predio de la AFA en Ezeiza, con destino final en el Obelisco.
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Gran desorganización en la caravana de la Selección argentina
El gran enemigo de la tarde fue el calor y la desorganización de la caravana. Muchos sufrieron desmayos por las altas temperaturas o hasta ataques de pánico debido a la marea celeste y blanca que tomó las calles, avenidas y hasta parte de la autopista 25 de Mayo, para luego regresar a sus casas sin la satisfacción que fueron a buscar.
"No fue lo que esperaba, pero me voy contento con el clima festivo que hubo, quiero sacarle algo positivo. No vimos a los jugadores, no sabíamos para dónde iban, nos tenían de un lado a otro pero me quedo con la gente y su alegría", manifestó a NA Lionel, cajero de una casa de comidas, de 28 años y de San Antonio de Padua.
Y agregó: "No sé realmente qué pasó, quién tuvo la responsabilidad, pero ojalá se den explicaciones. Estuvo muy mal organizado todo, creo que el pueblo se merecía algo mejor".
Algunos se subieron a semáforos, a señales de tránsito, a carteles de la autopista y hasta a los postes de luz. La locura fue total.
El rumor de que la delegación iría a la Casa Rosada descolocó a todos y ocasionó dos corrientes: la de los que desistieron y emprendieron el regreso y la de los que se trasladaron hacia la Plaza de Mayo para sostener la ilusión hasta último minuto.
"Ya está, me quiero quedar con que la Copa está en casa otra vez y con que estuve el domingo y hoy. No todo es negativo, pero bueno, la bronca está. Vi que había helicópteros y, como me habían mandado por WhatsApp la información, presté atención y me percaté de que eran los jugadores. Fueron dos minutos y listo", relató Claudia, de 40 años y oriunda de Tigre.
El disfrute fue a la distancia, observando desde las calles esa suerte de "vuelta olímpica" aérea.
Lágrimas de emoción, cantos por doquier y aplausos. Alegría y desazón. El cierre de un día histórico que tuvo millones de protagonistas y una fiesta a medias.