Al debate minería sí minería no, en Mendoza lo ganó la política y parecería saldado: el gobierno de Alfredo Cornejo viene haciendo todos los deberes para que finalmente la provincia pueda avanzar sobre la riqueza mineral metalífera que guardan las montañas de la cordillera mendocina.
Tanto va el cántaro a la fuente que al final se hará minería metalífera en Mendoza
El camino de la minería a cielo abierto con licencia social parece más allanado que nunca: todos los partidos políticos mendocinos expresan abiertamente su predisposición a apoyarla
Será un gobierno radical recordado como el que logró lo que durante años pareció imposible: Mendoza en el grupo de provincias minero metalíferas con participación clave del capital privado que extrae, declara lo que extrajo y comparte una parte con el Estado que controla.
La minería es una industria que mueve miles de millones. También podría dejar millones por acá, pero dependerá del modo en que se concrete la llegada de los proyectos en danza.
Paco, Julio y Alfredo
Francisco Paco Pérez era desconocido para la mayoría de los mendocinos y hasta de los mismos peronistas cuando lo bendijeron para suceder a Celso Jaque en 2011.
Pérez fue puesto en la gobernación por el sector kirchnerista encabezado por el ex ministro Julio De Vido –hoy caído en desgracia- que impulsaba como una solución única para el desarrollo de la Cordillera de los Andes la minería a cielo abierto: Paco fracasó en su intento.
La doctrina peronista está sostenida sobre la creencia de que los recursos naturales están para servir al hombre y su desarrollo. Carlos Menem, Néstor Kirchner y Cristina Fernández, tres presidentes afiliados al PJ, impulsaron desde sus presidencias la industria minera metalífera.
La historia de los metales preciosos
Menem incluyó en el Pacto de Olivos el pase de los recursos naturales a cada una de las provincias manifestado en el artículo 124 de la Constitución nacional reformada en 1994, una picardía destinada a dotar a cada gobernador del poder de decidir qué hacer con su agua, sus ríos y sus montañas.
El riojano se sacó el problema de encima, se veía venir el desarrollo de esa industria y el hambre voraz de las empresas transnacionales que la impulsan. Así fue como les tiró el paquete a las provincias y que se maten entre ellas.
Debates legislativos provinciales de por medio y gobernadores viajando varias veces a Canadá, Suiza, Francia, Estados Unidos y otras metrópolis cabeza de estas industrias caracterizaron esos años. Por eso San Juan, Catamarca y La Rioja sacan el oro de sus montañas desde hace 20 años y nosotros todavía ni hemos arrancado.
El Pacto de Olivos, un acuerdo entre los ex presidentes Carlos Menem y Raúl Alfonsín para modificar la Constitución Nacional.
El oro no se come pero…
Javier Milei pareciera peronista cuando repite “los ambientalistas prefieren que la gente se muera de hambre y que todo quede como está”.
“Que todo quede como está”, refiere a la ortodoxia de los militantes de asambleas por el agua que pretenden conservar el statu quo de montañas prístinas impolutas, pero eso a esta altura de la historia del mundo no es una posibilidad.
Litio, cobre, oro ¿Qué más tienen nuestras montañas en sus entrañas? La realidad es que se sabe muy poco más allá de lo que se calcula o esperan los inversores que disfrutarán de la mayor tajada a cambio de una gran inversión, digamos todo.
¿En bruto o agregamos valor?
Ahora, ¿qué modelo se impondrá finalmente? Resta saber si el litio o el cobre mendocino se irán del país así en bruto o si tendremos la posibilidad de agregarle valor con trabajo de manos menducas y convertir ese litio en baterías, ese oro en lingotes o ese cobre en hilos para cables, por ejemplo, o seremos unos simples exportadores de materias primas deseadas en todo el mundo.
En San Juan el oro se va en bruto y los lingotes más tarde llevan el sello “made in Suiza”, un desequilibrio que la política experimentada no ha podido remediar so pena de no haber mejorado del todo la vida de los pobladores que deberían beneficiarse un poco más con el extractivismo.
Es deseable que ese modelo luzca mejorado en la tierra del sol y del buen vino una vez que comiencen las fracturas de las rocas de montaña, técnica obligatoria para separar el metal de la piedra.
En Mendoza y el país, los niveles de pobreza siguen siendo altos ¿Se podría cambiar eso con modificaciones en la matriz productiva?
Lucha que fue desvaneciéndose
En 2012, apenas comenzado su gobierno, los grupos ambientalistas se le pararon de manos al ex gobernador Pérez, quien tuvo que archivar sus decenas de proyectos que prometían convertir a Mendoza en una San Juan de mayor tamaño.
El ambientalismo lucía entonces musculoso y joven, pero fue perdiendo fuerza con el tiempo. La falta de una opción alternativa concreta para desarrollar la provincia con la tradición de las industrias no invasivas como la vitícola o la frutícola, como pregonaban, terminó por debilitar la lucha.
Hoy la minería se erige como “la única opción” para empujar el desarrollo, lo que quería la política.
Todos unidos triunfaremos
“Donde haya licencia social, es posible hacer minería”, repiten como mantra radicales, peronistas, libertarios y macristas. El camino de la minería a cielo abierto con licencia social parece más allanado que nunca: todos los partidos que forman parte del entramando político de Mendoza expresan abiertamente su disposición a dejar que avance.
¡Qué debate, mamita! El tema político entonces parece resuelto, en eso no hay casi opositores: mayoritariamente la política de Mendoza se encolumna detrás de la idea de que esa riqueza de litio en la montaña, que también esconde otros metales preciosos como oro, no quede in eternum ahí sino que se extraiga a fuerza de dinamita.
El ambientalismo local hizo sus planteos hace algunos años y logró ganar fuerza. Pero a su discurso le costó encontrar nuevas canciones. Imagen ilustrativa.
Ideas bajo cero de Cornejo que seducen a Milei
Párrafo aparte merece el abrazo de oso que le dio Javier Milei a Cornejo diciendo en público que fue él quien le despertó la perdiz para que avance con actividad minera sobre el ambiente periglaciar y puso los pelos de punta de los ambientalistas vernáculos.
El ambientalismo argentino quedó enredado entre las buenas intenciones y el tecnicismo, no logró transmitir esa convicción defensora del agua al grueso de la sociedad. La política esperó pacientemente su turno para realizar audiencias, meterse en los pueblos y hacer su trabajo evangelizador pro minería. Y ustedes saben que algunos platos se comen fríos.







