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Las urnas esperan a pocos votantes este año.
Cuesta concebir que en una república con más de 200 años de historia, a la mitad de sus ciudadanos les dé lo mismo elegir o no a sus autoridades legislativas. Podrían ser muy fieros los riesgos por venir si no sabemos olfatear y actuar a tiempo -inteligentemente- frente a este desaire o desdén social que nos plantea un sector de los argentinos.
Quienes han vivido bajo dictaduras donde no se vota, donde no se puede decir lo que se piensa, donde se cometen todo tipo de tropelías, y donde se está sujeto al designio de personajes nefastos, saben de sobra que no es lo mismo ejercer el derecho y la obligación ciudadana de ir a votar que quedarse en sus casas.
"No es lo mismo atrás que en ancas" dice la gente de campo para graficar lo diferente que pueden ser las cosas según dónde nos ubiquemos. En "ancas" uno está montado sobre el animal a continuación del jinete (en nuestra actualidad política sería montado sobre la coyuntura política).
En cambio, ir "atrás" demanda tener que ir fuera del caballo, caminando por terreno pedregoso, lo cual genera mayor trabajo, cansancio y, luego de un tiempo, desánimo. "En ancas", y por la altura del caballo, podemos ver mejor las cosas y tener un panorama más amplio del horizonte.
Grafitis, vandalismo (17)
Algunos supuestos avispados vienen enchastrando muchas paredes creyéndose la mar de rebeldes en contra de las normas sanitarias adquiridas. ¿Aparecerá una pintada que diga "yo no voto"?
Foto: Diario UNO / Cristian Lozano
¿No me baño ni voto?
No sería raro que empezaran a aparecer paredes pintadas con frases como "Yo no voto", en un intento por remedar el extendido y payasesco "Yo no me baño" con el que algunos supuestos avispados vienen enchastrando muchas paredes creyéndose la mar de rebeldes en contra de las normas sanitarias adquiridas.
A los de voto desganado ya se los menciona como "los decepcionados de la democracia". No creemos que sea la democracia en sí la que genera decepción. Vaya usted a quitarle a alguien los principales derechos que les ha dado el republicanismo democrático y verá cómo se ponen.
Lo que se ha perdido es la confianza en las formas poco efectivas de hacer política. Por algo a la confianza se la ha llamado "la institución invisible".
Los decepcionados son, al parecer, los que sospechan que el voto no les va a modificar su mala situación actual porque el sufragio ha perdido eficacia. Otros atribuyen esa dejadez a que, por tratarse de elecciones legislativas, "no es tan importante ir a votar". Craso error porque los legisladores toman decisiones (hacen leyes) que afectan y modifican para bien o para mal nuestras vidas tanto como una disposición del Poder Ejecutivo.
Acá lo que está faltando es inteligencia para refrescar y activar la conciencia ciudadana. En cambio, lo que hay de sobra es mucho merengue conceptual. No hay campañas de concientización que ilustren y sorprendan. Parece haberse difuminado el entusiasmo para ir a votar.
Que Milei deje de insultar y de denigrar, como lo ha prometido, seguramente aportará a la concordia, tanto como la baja de la inflación o la contención del déficit fiscal, pero además debe dar esperanzas y sosiego a la población.
¿Cómo se le va a tener confianza a un país que hace dos años que no tiene Ley de Presupuesto? Pero al mismo tiempo ¿cómo nos van a tener confianza si la oposición hace como que no le alarma que éste país que busca desesperadamente inversiones siga sin presupuesto? En escenarios de ese tipo es lógico que haya ruptura de expectativas.
No le demos más vueltas: el sistema democrático, al que alguna vez se lo denominó el menos malo de todos los sistemas políticos, se sostiene con amplios y sensatos respaldos. Pero se fortifica en el tiempo con una participación ciudadana que sea sostenible.