Análisis y opinión

Ni el gobierno ni los partidos han presentado acciones claras para alentar el voto ciudadano

El interés por votar atrae en esta ocasión a sólo el 50% o 55% de los empadronados. El resto de la ciudadanía se muestra reticente todavía a ejercer su derecho a elegir autoridades

La predisposición por votar está hoy 25% por debajo de lo que era usual desde el retorno a la democracia en 1983. Sin embargo aún no se alcanza a percibir que haya (tanto en los partidos como en el gobierno) acciones claras para alentar a los ciudadanos a que vayan a votar en las elecciones legislativas, aunque sea para sufragar en blanco.

Pese a que en el país el voto es obligatorio (mandato que con los años se ha ido desinflando) el interés por votar atrae en esta ocasión, bajo la "atmósfera Milei", y con suerte, a sólo el 50% o el 55% de los empadronados. El resto de la ciudadanía se muestra reticente a ejercer su derecho a elegir. Son datos chirriantes de la realidad.

En sitios como la Ciudad de Buenos Aires (que ya adelantó la elección para su Legislatura), donde está el centro del poder político y se supone que hay un buen nivel de información, fue a votar sólo el 53%. Otro tanto pasó en Santa Fe donde se votó nada menos que a los constituyentes para reformar la Constitución santafesina. En otras cuatro provincias, con pequeñas variantes, se repitieron esos porcentajes.

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Las urnas esperan a pocos votantes este año.

Las urnas esperan a pocos votantes este año.

Cuesta concebir que en una república con más de 200 años de historia, a la mitad de sus ciudadanos les dé lo mismo elegir o no a sus autoridades legislativas. Podrían ser muy fieros los riesgos por venir si no sabemos olfatear y actuar a tiempo -inteligentemente- frente a este desaire o desdén social que nos plantea un sector de los argentinos.

Quienes han vivido bajo dictaduras donde no se vota, donde no se puede decir lo que se piensa, donde se cometen todo tipo de tropelías, y donde se está sujeto al designio de personajes nefastos, saben de sobra que no es lo mismo ejercer el derecho y la obligación ciudadana de ir a votar que quedarse en sus casas.

"No es lo mismo atrás que en ancas" dice la gente de campo para graficar lo diferente que pueden ser las cosas según dónde nos ubiquemos. En "ancas" uno está montado sobre el animal a continuación del jinete (en nuestra actualidad política sería montado sobre la coyuntura política).

En cambio, ir "atrás" demanda tener que ir fuera del caballo, caminando por terreno pedregoso, lo cual genera mayor trabajo, cansancio y, luego de un tiempo, desánimo. "En ancas", y por la altura del caballo, podemos ver mejor las cosas y tener un panorama más amplio del horizonte.

Grafitis, vandalismo (17)
Algunos supuestos avispados vienen enchastrando muchas paredes creyéndose la mar de rebeldes en contra de las normas sanitarias adquiridas. ¿Aparecerá una pintada que diga

Algunos supuestos avispados vienen enchastrando muchas paredes creyéndose la mar de rebeldes en contra de las normas sanitarias adquiridas. ¿Aparecerá una pintada que diga "yo no voto"?

¿No me baño ni voto?

No sería raro que empezaran a aparecer paredes pintadas con frases como "Yo no voto", en un intento por remedar el extendido y payasesco "Yo no me baño" con el que algunos supuestos avispados vienen enchastrando muchas paredes creyéndose la mar de rebeldes en contra de las normas sanitarias adquiridas.

A los de voto desganado ya se los menciona como "los decepcionados de la democracia". No creemos que sea la democracia en sí la que genera decepción. Vaya usted a quitarle a alguien los principales derechos que les ha dado el republicanismo democrático y verá cómo se ponen.

Lo que se ha perdido es la confianza en las formas poco efectivas de hacer política. Por algo a la confianza se la ha llamado "la institución invisible".

Los decepcionados son, al parecer, los que sospechan que el voto no les va a modificar su mala situación actual porque el sufragio ha perdido eficacia. Otros atribuyen esa dejadez a que, por tratarse de elecciones legislativas, "no es tan importante ir a votar". Craso error porque los legisladores toman decisiones (hacen leyes) que afectan y modifican para bien o para mal nuestras vidas tanto como una disposición del Poder Ejecutivo.

Acá lo que está faltando es inteligencia para refrescar y activar la conciencia ciudadana. En cambio, lo que hay de sobra es mucho merengue conceptual. No hay campañas de concientización que ilustren y sorprendan. Parece haberse difuminado el entusiasmo para ir a votar.

Que Milei deje de insultar y de denigrar, como lo ha prometido, seguramente aportará a la concordia, tanto como la baja de la inflación o la contención del déficit fiscal, pero además debe dar esperanzas y sosiego a la población.

¿Cómo se le va a tener confianza a un país que hace dos años que no tiene Ley de Presupuesto? Pero al mismo tiempo ¿cómo nos van a tener confianza si la oposición hace como que no le alarma que éste país que busca desesperadamente inversiones siga sin presupuesto? En escenarios de ese tipo es lógico que haya ruptura de expectativas.

No le demos más vueltas: el sistema democrático, al que alguna vez se lo denominó el menos malo de todos los sistemas políticos, se sostiene con amplios y sensatos respaldos. Pero se fortifica en el tiempo con una participación ciudadana que sea sostenible.