Análisis y opinión

Las batallas innecesarias que el gobierno nacional debería evitar

El gobierno tiene un número apreciable en ambas cámaras del Congreso para negociar apoyos y modificaciones sin lesionar el espíritu del Presupuesto

Con la estabilidad económica que se ha logrado hasta ahora, hoy es relativamente más sencillo diseñar un presupuesto realista, proyectando de manera más acorde a las principales variables para el año que viene.

A raíz del avance del oficialismo en la composición de ambas cámaras, el gobierno tiene un número apreciable para negociar apoyos y modificaciones sin lesionar el espíritu de la norma que debe reflejar su plan de gestión.

El superávit es el catecismo inviolable, que es aceptado por la mayoría, sobre lo cual se monta el resto del articulado. Por eso, el gobierno se podría haber evitado la sonora derrota sobre el capítulo que intentaba derogar el financiamiento del sistema universitario y de la discapacidad, teniendo en cuenta que son leyes votadas hace un par de meses por mayorías especiales. Torpeza política o ensañamiento, de cualquier manera se muestra la hilacha, aun a sabiendas de que existen alternativas para no romper el equilibrio fiscal.

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El gobierno nacional sufrió una derrota en el capítulo del Presupuesto que intentaba derogar el financiamiento del sistema universitario y de la discapacidad.

El gobierno nacional sufrió una derrota en el capítulo del Presupuesto que intentaba derogar el financiamiento del sistema universitario y de la discapacidad.

A diferencia de los dos ejercicios precedentes, el oficialismo ha revelado su voluntad de negociar y lo ha hecho apelando a las buenas y malas artes de la política tradicional. La reforma laboral que ya se trata en Senadores será otra instancia donde tendrá que encontrar consensos para que la ley vea la luz sin morir en el intento. El debate pasó para febrero.

El ir por todo no es el mejor camino. En la desregulación de las normas del INV que ejerce el control sobre la genuinidad del vino, un producto emblemático de Mendoza y fruto de una industria de calidad y prestigio, el gobierno nacional ha encontrado apoyo en todos los sectores. Pero una cuestión es desburocratizar para eliminar trabas, costos innecesarios y pérdidas de tiempo, y otra distinta es desentenderse de manera absoluta en aras de la "libertad".

Excepto una de las cámaras representativas -Bodegas de Argentina-, buena parte de las entidades vitivinícolas y

el mismo Gobierno provincial que habían celebrado la desregulación le propusieron al ministro Sturzenegger mantener el CIU (Certificado de Ingreso de la UVA).

Explican que es un comprobante valioso para los viñateros a la hora de entregar sus cosechas a las bodegas, que permite certificar el origen, la variedad y la condición de las uvas. Además, aporta los datos estadísticos que contribuyen al diseño de políticas en la industria.

El planteo se terminó judicializando por falta de respuesta de un señor dogmático que tiene dificultades para dialogar y aceptar razones desde su despacho porteño. En cambio, se ha manifestado por un canal poco idóneo para dialogar sobre el tema y de manera brutal. A través de la red X comparó a los viñateros con Chiqui Tapia, demostrando cómo subestima la experiencia de los que se dedican a la actividad y su falta de empatía con el sacrificio que implica el trabajo de todo un año a la par de cada cepa.

Para lograr los objetivos superiores que se propone, Javier Milei necesariamente deberá recalibrar la calidad de gestión, lo que incluye no solo el diseño de políticas públicas sino también el camino para plasmarlas sin fanatismo. Y si para ello tiene que cambiar a los actores ejecutantes, es bueno saber que nadie es imprescindible.

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