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Octubre le ha dejado a Milei el mejor mes desde que asumió en diciembre de 2023.
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Octubre le ha dejado a Milei el mejor mes desde que asumió en diciembre de 2023. La economía exhibió datos positivos en muchos de sus rubros, lo que augura la posibilidad de que la inflación baje en torno al 2%.
Además, el agro liquidó 2,553 millones de dólares, algo inusual para octubre. Y hasta los "econochantas" que Milei detesta están aceptando que pisamos el fin de la recesión.
Otro dato interesante es que esas señales de mejora se han dado en un lapso relativamente corto, sobre todo si recordamos los problemas que el kirchnerismo le tiró en la cara al libertario y a todos los argentinos.
Una de las cosas que más influye en ese buen ánimo de un sector de la ciudadanía es que Milei siga desarmando chanchullos y frenando el desparramo de dineros públicos en los organismos del Estado. Ello mantiene viva la necesidad de que el cambio no tenga que ver sólo con indicadores económicos sino también con un saneamiento ético de la actividad política.
Lástima que la desbordante boca del mandatario suele desdibujar algunos de esos buenos datos. Sin embargo, y pese a esos 10 meses de ajuste y recesión, casi el 44% de los encuestados sigue confiando en la brújula presidencial.
Con ello se confirma otro dato de la realidad. La cotidianidad o, si usted quiere, la vida ordinaria de los argentinos, alberga todavía la confianza en que este hombre impulsivo y atropellado pueda establecer nuevos parámetros de eficiencia.
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Milei insiste en desconocer algunas de las reglas básicas de la democracia republicana y liberal.
Foto: EFE/AP.
Ojo al piojo
Ahora bien: si esta tendencia al mejoramiento económico se solidifica puede llegar a producirse un efecto para nada ilógico: muchos ciudadanos van a empezar a reclamar mejor calidad política.
Y, claro, eso no es algo que le vaya a pintar muy bien al libertario. El exitismo y el no aceptar críticas suele hacerles pasar malos ratos a los presidentes. Y el León no es la excepción. La política, pese al training de estos primeros once meses de gobierno, no es aún prioritaria en su agenda. Ahí es donde más le va a costar demostrar que es líder de una democracia occidental.
Esa tarea será difícil porque Milei insiste en desconocer algunas de las reglas básicas de la democracia republicana y liberal. El jefe de la Casa Rosada sueña con una democracia anarcocapitalista. La etapa superior del libertarismo es, como en el marxismo y el anarquismo, el fin del Estado.
Un liberal clásico no avala esos extremismos. Hablamos de esa democracia que incluye el respeto a la división de poderes y, de manera particular, la libertad de prensa. El Presidente cree que el 80% de los periodistas está ensobrado. En ese sentido va a ser muy importante ver cómo se desarrollarán estos asuntos cuando se consolide el reencauzamiento de la economía.
Seguramente la clase media argentina (el "medio pelo" según la versión despreciativa de cierto peronismo, o "la clase mierda" como la tildó el kirchnerismo cristinista) volverá a ser el motor cuando haya que poner a la Argentina liberal en un andarivel que gire sobre el centro político.
El consultor Alejando Catterberg ha dicho que el ancla que sostiene el barco que comanda Javier Milei es, hoy por hoy, la opinión pública, en particular esa clase media de la que hablamos.
El libertarismo debería ser más dúctil ante las demandas de este sector social que, junto a las clases menos favorecidas, han sido "la banca" que ha tenido este gobierno en los momentos más duros del ajuste, esos en los que el León Milei no tenía ni partido ni peso en el Congreso, y en los que ni siquiera poseía la rara, pero salvadora, ligazón que hoy tiene con el PRO (en sus versiones macrista y bullrichista) y con el radicalismo de las provincias.